Mira el cielo por los critales de tu ventana y detente unos instantes. Fíjate en su forma, en su color, nota su transparencia. Asómate y siente el aire en tu piel, respira, respira otra vez y percibe el aroma del aire a tu alrededor. Y escucha. ¿A qué suena ahí fuera? Coches, viento, ramas moviéndose, gente charlando, máquinas, tal vez pájaros… y sin dejar de escuchar, sin dejar de respirar, llévate un dedo a la boca y muérdelo. Siente la presión de los dientes contra tu piel. Nota tu propio sabor. Siente todo lo que hay ahí fuera… tan lleno de Vida, y siente tu interior, completo, tan lleno de Vida también, y permite que brote en tí tu sonrisa interior… siéntela, y dale gracias al Cielo, ¿no te parece un milagro?
¿Te das cuenta? Te han dado la oportunidad de disfrutar de un día más. Agárrala ¡Que no se te vaya!