La felicidad y la alegría están siempre presentes en el corazón del ser humano.
Todas las cosas que hacemos (rituales, religiones, contemplación y meditación) son preparaciones para volver al hogar, al Padre que está en nuestro interior. A través de nuestras prácticas, extraemos y nos apoyamos en eso que está en nuestro interior. Permitimos a esa luz interior brillar en los oscuros recovecos de la mente e iluminarlos. La luz está siempre encendida, brillando, siempre ahí, resplandeciendo en toda su gloria, amor y gracia.
“Yo produzco el zarandeo”
Lo que sucede a la mayoría de las personas es que se zarandean en el mar de la vida, en el tiempo y en el espacio, sin darse cuenta de esto: “Yo produzco el zarandeo”. ¿Entonces, que es lo que hago con mi barca? Construyo un timón, y ese timón procede de la comprensión adecuada y de las apropiadas prácticas espirituales y de meditación. De modo que entonces, incluso en el movimiento del tiempo y del espacio, que solía zarandearme sin que yo pudiese hacer nada, dejo de ser su criado, porque puedo estar en calma. Ese es el secreto de la vida.
El propósito de la meditación es encontrar la fuerza
El propósito de la meditación es encontrar la fuerza, porque en las modificaciones que el alma tiene que atravesar, uno necesita soportar las consecuencias de los cambios; y eso no es siempre muy agradable. Pero el cambio tiene que llegar antes o después, y si uno adquiere la fuerza interior a través de la meditación, los cambios que ocurren en la vida se llevan fácilmente. Cada uno tiene que llevar su propia cruz, pero eso tiene sus propias recompensas. He aquí es una gran verdad.
Cuando se da una mayor integración en el interior de una persona, esta se hace menos dependiente de las fuerzas externas. Se independiza porque la fuerza, el poder y la energía que se está utilizando no vienen del exterior, sino del interior.
La luz está brillando siempre. Lo que estamos aprendiendo es a descorrer la cortina para que la luz brille en nuestra vida diaria.
Reemplazar un hábito malo por uno bueno no tiene nada que ver con lo que realmente eres, el ser Divino que eres.
Meditación: Llegar al núcleo interior
A través de la meditación uno llega al núcleo de uno mismo: el corazón (podemos darle cualquier nombre). Esta esencia es el núcleo de la personalidad humana, de la forma corpórea en que habita el espíritu. El Reino de los Cielos está en el interior rodeado por nuestra forma corpórea.
A medida que escalamos el pináculo a través de nuestras prácticas espirituales y meditaciones, alcanzamos el punto donde encontramos que todo es uno, porque entonces nuestra mente individual se pierde en la mente universal. A pesar de ello, retiene su individualidad por su corporeidad.
Un giro de 180 grados
A través de la meditación comenzamos a dar un giro de 180 grados en nuestra interpretación de la vida, las mismas cosas suceden cada día pero se hacen más agradables. Mirad las pequeñas cosas de las que nos quejamos a diario. Si brilla el sol: “¡qué calor hace hoy!”; si hace frío: “¡qué frío! “; si llueve: “¡Oh, se me va a estropear el peinado!”.
Pero cuando nos establezcamos en el silencio, disfrutaremos del frío, de la lluvia y del brillar del sol. Lo disfrutaremos todo porque nos daremos cuenta de que todo es necesario.
“Ver es enfocar”
Ver es enfocar un objeto determinado. Cuando enfocas un objeto determinado, la mente empieza analizarlo, y estás perdido; cuando miras en la totalidad -solo mirando, sin permitir que la mente interfiera en la mirada entonces ves la verdad.
Al solamente mirar, evitas la mente consciente e inconsciente, y miras con inocencia. Cuando no ves con inocencia, lo haces con un determinado enfoque de una mente modelada.
La comunicación está en el reino de la mente, la comunión está en el reino del corazón, en el Yo interno.
Vive la vida de la Divinidad que es sinceridad total… no la que te conjura la mente para hacerte pensar que tú eres tú. Porque tú no eres tú, tú eres Dios encarnado en carne humana y sangre.
Gururaj Ananda Yogi
