Sanar el Chakra Muladdhara: Del Camino Omega al Camino Alfa

Sanar el Chakra Muladdhara: Del Camino Omega al Camino Alfa

Camino Omega

Con el chakra raíz en desarmonía, se padece una gran inseguridad, baja autoestima y tendencia a la agresividad.

Cuando está cerrado: la víctima

Formaría parte del camino omega cuando está cerrado o bloqueado. Es la llamada «hipofunción del chakra raíz,» la cual energéticamente se traduce en que no gira o lo hace con una lentitud excesiva, provocando que la persona sufra una enorme falta de autoestima y muestre una gran demanda emocional, temor y conducta autodestructiva. Su miedo se resume en el temor a sobrevivir, tanto material como afectivamente.

Se trataría de personas que suelen poseer una constitución física débil, así como poca resistencia física y anímica; en general, falta de conexión con su poder. La preocupación en estas personas es una constante y se sienten profundamente inseguras. El mundo para ellos es un espacio horrible y peligroso, y tienen la sensación de vivir ausentes, flotando en lugar de pisando el suelo. Sienten que no pertenecen al planeta y casi siempre anhelan poder desaparecer algún día, pues consideran la vida sobre la Tierra una carga, un valle de lágrimas. Se les presentan vivencias para poder resolver su conflicto. Son desafíos constantes de los que no salen bien parados, porque la ausencia de confianza anula la capacidad para conectar con su poder interno y defenderse.

Individuos inmersos en la depresión, personas que han llevado a cabo intentos de suicidio, aquellas que están en pleno proceso de duelo, psicóticos o anoréxicos son algunas muestras de la hipofunción del chakra basal.

La mejor manera de ejemplificar a Muladdhara cerrado es a través del arquetipo de la víctima.

Una persona que se siente identificada con este patrón vive la vida como un cúmulo de circunstancias externas que trabajan en contra de ella, por lo que jamás es responsable de nada, ya que halla las causas de lo que sucede fuera de ella misma. Se siente desamparada  y su rasgo principal es la dependencia para subsistir, desde un plano físico, emocional o espiritual.

La víctima cree que le ha sido arrebatada la capacidad de elegir y vive permanentemente aterrorizada. El poder es algo externo que, desde luego, no le pertenece. Este arquetipo da la sensación de carecer de los derechos básicos y su rasgo principal es la paralización. La ausencia de un eje y un poder bien colocado hace que consiga lo que necesita mediante la manipulación. Las  víctimas son una  especie de niños y niñas eternos, enfermos, vulnerables, susceptibles y profundamente dependientes que viven en la fantasía.

Toda persona puede ser en un momento de su vida víctima de sus circunstancias: una pérdida repentina, un fracaso laboral, la muerte de un ser querido, una enfermedad, una crisis emocional, un divorcio… Sin embargo, si el duelo se eterniza y hay una incapacidad para reestablecer la vida después de un tiempo, entonces nos hallamos ante la patología de este arquetipo.

Cuando está demasiado abierto: el materialista.

Cuando el chakra gira a una velocidad excesiva, la persona resulta desafiante, materialista, absorta en ella misma. También es frecuente que se comprometa con hazañas físicas absurdas. Este tipo de persona está absolutamente apegada a lo material y concibe el planeta como un lugar de dominación y explotación de sus recursos en beneficio propio. Está obsesionada con la posesión y la seguridad materiales, así como con los estímulos y placeres sensoriales: la buena comida, el sexo, las posesiones físicas… Shalila Shamaron y Bodo J. Baginski sugieren que la ansiedad por asimilar todo lo que desean muchas veces se traduce, desde un punto de vista físico, en estreñimiento y sobrepeso.

También puede apreciarse esta desarmonía en personas aferradas a ideas y deseos que pretenden imponer a toda costa, y que entran en cólera cuando esas ideas y deseos propios se ven contradichos o frustrados. Estos individuos suelen vivir inmersos en sus propias necesidades, olvidándose de las de los demás; para ellos el proverbio indio «ponerse en los mocasines del otro» es algo absolutamente desconocido.

Camino alfa: la madre

Cuando este chakra está equilibrado, la persona muestra una gran seguridad en ella misma, se respeta a sí misma y a los demás, tiene sentido práctico y alegría de vivir.

«Se experimenta una profunda y personal unión con la Tierra y todas sus criaturas, una fuerza vital no enturbiada, un estar basado en uno mismo y en la vida, la satisfacción, la estabilidad y la fortaleza interior». La persona siente su integración en la naturaleza como un engranaje más, sabiéndose unida a sus ciclos de nacimiento, muerte, renacimiento… La Tierra, como la propia familia a la que pertenece, es percibida como un lugar seguro capaz de ofrecerle cuanto necesita. El chakra raíz en armonía es sinónimo de confianza. Y se representa a través del arquetipo de la madre.

La madre representa nuestra capacidad de nutrirnos y de cuidarnos con sensibilidad, dedicación y perseverancia. Cuando estamos asentados, hemos formado nuestro ego bajo una sólida base, estamos conectados a nuestra alegría interna y nos sentimos merecedores de vivir, activamos dentro de nosotros la capacidad de ser madres de nosotros mismos. Esto se traduce en respetarnos, cuidarnos y amarnos, como punto de partida para respetar, cuidar y amar a otros.

Cuidarnos y respetar nuestras necesidades

Ambika Wauters afirma que «la madre nos muestra cómo cuidarnos y cómo respetar nuestras necesidades. Ella nos enseña a integrar los aspectos femeninos de nuestra personalidad con el fin de que podamos desarrollar la capacidad de amarnos, amar a otras personas y amar la vida. Cuando desarrollamos la madre dentro  de nosotros, dejamos de proyectar nuestras necesidades sobre el mundo que nos  rodea y la integramos en nuestras vidas con el fin de ser capaces de cuidarnos a nosotros mismos».

De la misma manera que la función de una madre real es ocuparse día y noche de asegurar la supervivencia de sus pequeños, es decir, comprobar en todo momento que éstos están alimentados, cuidados, sanos y felices, la madre interna es la consciencia permanente de lo que nosotros necesitamos para estar en equilibrio.

Sanar el chakra Muladdhara

En la práctica existen numerosas fórmulas para armonizar este chakra: mediante la cromoterapia, vistiendo o rodeándose la persona conscientemente de objetos de los colores asociados a Muladdhara; con gemoterapia, tocando o llevando puestas piedras propias de este centro energético, o a través de la aromaterapia, por medio de masajes o baños con esencias que equilibran el chakra raíz.

Pero hay otras muchas opciones. Todo lo que implique movimiento activa y armoniza el primer chakra: bailar, pasear en la naturaleza, hacer cualquier tipo de deporte…

Asimismo, todo contacto con la naturaleza es de gran ayuda. Trabajar la tierra, la jardinería, abrazar árboles e interactuar con los animales reequilibra el chakra raíz.

Ordenar el hogar…

Por otro lado, para recolocar el primer chakra también son de gran utilidad trabajos tan sencillos y cotidianos como reordenar el hogar y limpiar armarios para tener una casa más acogedora; reorganizar la cuenta bancaria o iniciar una dieta alimenticia para asegurarnos una buena alimentación.

En el ámbito de la psicoterapia, todo lo que suponga entrar en el inconsciente a rastrear nuestras raíces, desde la infancia hasta las vidas pasadas, sana el chakra raíz. Y sobre todo los trabajos con la familia, la terapia sistémica, las constelaciones familiares y la psicogenealogía. Todas estas psicoterapias que se relacionan con la psicología transpersonal y humanista ponen al individuo en contacto con la responsabilidad de su vida, le convierten en dueño de su destino y fortalecen sus bases.

María José Álvarez Garrido

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