Un gran rabino visita una pequeña aldea en Rusia. Era un acontecimiento de principal importancia para los judios de la aldea, de modo que cada uno pensó largo tiempo e intensamente las preguntas que plantearía al hombre sabio. Cuando finalmente éste llegó, todo el mundo se había reunido en la sala más amplia disponible, y cada cual preparaba su pregunta. El rabino entró en la sala y sintió una gran tensión. Nada dijo durante un momento, y luego comenzó a murmurar un himno. Pronto toda la sala murmuraba con él. Se puso entonces a cantar, y pronto todos cantaban con él. Después se puso a bailar, y muy pronto toda la asamblea se había entregado a la danza. De este modo, cada uno llegó a ser completamente él mismo, y curó sus desgarrones interiores, ésos que le impedían acceder a la comprensión. Cuando se hubo danzado durante un buen rato, el rabino retardó gradualmente el movimiento hasta detenerlo, miró a la asamblea, y dijo: ¨Creo que he respondido a todas vuestras preguntas».
La meditación es una reintegración del ser a sí mismo.