Sanar el chakra Anahata. Del Camino Omega al Camino Alfa
Camino omega
El camino omega del corazón nos remite a un chakra demasiado abierto o cerrado. En ambos casos, los problemas de Anahata se traducen también en patologías físicas como disfunciones cardiacas, circulatorias, enfermedades pulmonares como el asma, la bronquitis o incluso el cáncer de pulmón. Las adicciones a drogas y la depresión también son propias de Anahata desarmonizado.
Cuando está cerrado: el actor
Cuando Anahata está excesivamente cerrado, la persona tiene pavor al rechazo, lo que le convierte en una persona huraña, inclemente y fría. Es la clásica persona acorazada que dice no necesitar a nada ni a nadie. El mejor ejemplo sería el protagonista de Cuento de Navidad, de Charles Dickens. Como este personaje, la persona se suele aislar en su mundo y, aunque anhela la intimidad, no se atreve a buscarla; es más, muchas veces ni siquiera se lo reconocen. El juicio y la crítica a los demás es constante, como reflejo de la dureza con la que ella misma se trata. Le cuesta mucho recibir y dar amor y muchas veces vive estos dos procesos como transacciones económicas. El corazón cerrado puede traducirse también en vanidad, tristeza, deseos de venganza, crueldad y odio, miedo al compromiso e incapacidad de trascender y perdonar.
La mayoría de los seres humanos nos pasamos gran parte de la vida con este chakra en disfunción o cerrado. Tenemos un déficit tremendo de amor que acaba generando el arquetipo del actor. La falta de amor en la niñez es su origen. También una situación muy dolorosa en la vida puede ocasionar un cierre momentáneo que dure un tiempo.
El actor ha cerrado su corazón a cal y canto. Suele relacionarse en el aspecto afectivo mediante la actuación. No ama, juega a amar. Necesita controlar la situación y se siente pleno cuando ejerce su poder sobre el «amado». Aparenta que todo está bien, que todo es perfecto. De esta manera huye de su realidad emocional, que se resume en la incapacidad de intimar, puesto que su mayor miedo es enfrentarse cara a cara con sus temores, así como que se abran de nuevo viejas heridas. Su lema es el no compromiso. Dramático a la hora de expresar sus conflictos internos, nunca expone su vulnerabilidad y sólo se siente a salvo cuando las personas a las que supuestamente ama están lejos. Quien se aproxime demasiado será saboteado.
El actor ama con la mente, no con el corazón. Su mayor problema es que siente resentimiento y rabia hacia su pasado. No ha asumido la responsabilidad de su vida. Culpa a los demás en cualquier circunstancia y esto bloquea sus sentimientos. Se convierten así en depredadores en la sociedad. Son fríos, calculadores y tienen una ambición desmedida que les conduce a conseguir sus objetivos sin importarles los sentimientos de los demás. No tienen escrúpulos y no reparan en el daño emocional que puedan causar. Su fantasía es que venga alguien a rescatarle y le cuide y cure sus heridas, pero a cambio él no le devolverá amor, porque la clave de su corazón cerrado es pensar que el amor les hace débiles. Las personas que les aman son consideradas por ellos también débiles y acaban por maltratarlas y someterlas.
Cuando está demasiado abierto: el complaciente
Si Anahata está demasiado abierto, la persona puede estar reemplazando el amor a sí mismo por el amor de los demás; de esta manera puede convertirse en un comprador de amor. Suele darse frecuentemente en personas que ayudan a los demás: médicos, enfermeros, terapeutas de todo tipo, maestros… Si no se ocupan de ellos mismos y no aprenden a abrir y cerrar el corazón a voluntad, y por el contrario asumen responsabilidades que no les corresponden, el dolor ajeno se convertirá en una carga que les dejará exhaustos y acabará con su eficacia profesional. Otros rasgos de la misma patología son el amor condicionado, la actitud posesiva, la dependencia afectiva, el autocastigo y el dramatismo.
Camino alfa: el amante
Cuando Anahata está equilibrado, la persona se ama, lo que significa que sabe cuidarse, disfrutar de la vida y respetarse (funciones de los tres primeros chakras), pero además está en sintonía con su Ser, lo que significa que su ego está al servicio de su Sí Mismo, es su vehículo. Desde su Ser es capaz de amar incondicionalmente a los demás. Una persona con su corazón equilibrado puede, como decía el dulce Principito de Antoine Saint Exupery, mirar con el corazón, obviando las apariencias, sin juzgar y siendo tan profundamente compasivo y amoroso como lo es con él mismo: «Lo esencial se hace invisible a los ojos, sólo el corazón ve lo esencial». Porque viendo lo esencial, como sugería esa maravillosa historia, nos relacionamos desde el Ser que somos, de Yo Soy a Yo Soy, trascendiendo el ego y las circunstancias de la encarnación.
Así, cuando Anahata está en su camino alfa, el flujo entre los siete chakras está también en armonía, porque el corazón se encarga de traducir con amor y empatía los mensajes de los chakras superiores e inferiores. Por otro lado, el corazón sano da la capacidad de vivir el aquí y ahora, porque sólo en el presente existe el amor.
Pero una de las funciones más importantes del cuarto chakra equilibrado es el sentido del humor. El corazón armónico le da a la persona la capacidad de reírse de sí misma, de reírse de lo que le sucede en la vida; de esta manera le quita dramatismo y esto le ayuda a trascenderlo todo más rápido. La risa de Anahata no es sarcástica, mordaz o irónica. La risa de Anahata es sana porque procede del Ser. De ahí se entiende que los canales o médiums que conectan con otros planos de conciencia hablen del sentido del humor de maestros ascendidos o ángeles. Esto es porque vivir en el corazón significa vivir en el Ser, y esto a su vez significa vivir en la plenitud, el gozo y la risa.
Otro ejemplo de cómo risa y corazón van unidos estaría en nuestra propia Tierra: en los países en los que hay menos riqueza material y menos recursos tecnológicos, generalmente se encuentra más corazón. El viajero y periodista Lorenzo Pérez-Verdú escribía en un artículo sobre viajes y educación: «cuando me he desplazado a países pobres y he observado su alegría y sonrisa me he dado cuenta de que a menor riqueza material, se halla mayor alegría y corazón en la gente. […] Estos pueblos conservan la inocencia y la sabiduría porque viven en el Ser, mientras que el desarrollo tecnológico y material hace que las personas vivamos en el Tener. Nosotros vivimos divorciados de la Naturaleza, mientras ellos viven inmersos en Ella, siguiendo sus ciclos. Son pobres en dinero, pero ricos en tiempo libre para amar, dedicar tiempo a la amistad y reír, porque visitando estos países y mezclándonos con estos pueblos, lo que hace más transformador el viaje es la risa, siempre presente».
Al hilo de esto, una alumna brasileña me decía hace poco que cuando vivía en su país era más feliz porque allí no existía la depresión. Había venido a España porque se había casado con un español, y a los cinco años él la había dejado. Desde entonces se sumió en una depresión que además desencadenó una prematura menopausia. Mi alumna contaba que en Brasil la vida es muy dura, que los problemas que tenía allí nada tenían que ver con la vida acomodada y moderna de Europa, que la supervivencia era un reto. Sin embargo, decía que añoraba enormemente su país, sobre todo porque cuando sufría algún problema sólo tenía que llamar a la puerta de sus vecinos, y mientras su vecina hacía la colada, la cena para los niños o les vigilaba para que hicieran los deberes, hablaban del tema «y a los quince minutos nos estábamos riendo del problema, con lo cual al final de la tarde éste ya no existía. En Europa, sin embargo, los problemas se hablan en el psicólogo y para quedar con un amigo a tomar un café hace falta pedir audiencia con una agenda».
La risa del corazón reduce el estrés del cuerpo, produciendo un descanso curativo del dolor que se padece (de ahí que las empresas tengan programas antiestrés que incluyen la risoterapia), haciendo que los chakras superiores tengan en cuenta a los inferiores, es decir, al cuerpo. Karla McLaren afirma: «A veces, cuando se produce una crisis en el mundo físico, el mundo espiritual no la vive como tal. A este puede parecerle una excelente experiencia que le conducirá a la ascensión. Sin el humor del corazón, que lo devuelve a la Tierra y le dice “¡Hola! Vivo en el planeta en un tiempo real y tengo que comer, dormir y pagar el alquiler,” el espíritu andaría sorteando obstáculos en busca de aclaraciones».
En el ámbito de las relaciones de pareja, el camino alfa de Anahata vive el enamoramiento, pero también, y sobre todo, vive el amor consciente. Con él la persona es capaz de despedirse del otro cuando siente que todo se ha acabado. No espera a que el dolor y la sombra se lleven la relación por delante; es sincero y, como se ama a sí mismo y ama al otro, sabe despedirse en armonía. Anahata sano no admite apegos ni dependencias y asume la responsabilidad de su vida.
Un corazón equilibrado y sano no juzga; ofrece sentido del humor, optimismo, autoestima, aceptación de los demás y una buena conexión entre el cuerpo y el espíritu. Esta conexión le permite sentirse unido a todo lo creado: seres humanos, animales y plantas. Le permite amarse a sí mismo y amarlo todo.
Formas de sanar el cuarto chakra
El primer postulado para despertar el chakra corazón y equilibrarlo es amarse a uno mismo: cuidarse, respetarse, comprenderse, ser compasivo con uno mismo y perdonarse. Una manera enormemente eficaz de conseguir esto es rescatar a nuestro niño interior, tal y como explicaba anteriormente, imaginando que va con nosotros a todas partes, lo que se traduce en que debemos cuidarle, protegerle, respetarle.
Una vez que hemos entendido que debemos respetar nuestras necesidades básicas, debemos abrirnos a nuestra creatividad. La arteterapia es un buen camino para sentir y vivir en Anahata. Pintar, esculpir, escribir y cantar abre el chakra corazón, porque desbloquea los sentimientos y nos pone en contacto con nuestro Ser a través de la creatividad, y esto es enormemente sanador.
Concretamente, dentro de la arteterapia, es altamente recomendable pintar o colorear mandalas, porque el mandala nos conecta a nuestro centro y nos habla de las virtudes y cualidades de nuestro Ser. Pintarlo es lo ideal, pero en su defecto se pueden comprar cuadernillos en los que haya una gran variedad de dibujos con estas figuras geométricas y colorearlos. El dibujo que se elige nos da información sobre cómo somos realmente, y lo mismo ocurre con los colores. Es importante utilizar los colores que de verdad sintamos. Esta práctica debe hacerse en estado de meditación, con música, en un momento relajado y en silencio.
Abrazar árboles, jugar con animales domésticos y acariciarlos, así como estar en contacto y jugar con niños, también abre el corazón.
Los trabajos de voluntariado activan y sanan Anahata, pero éstos deben hacerse cuando la persona haya logrado amarse y respetarse, consciente de que el voluntariado no es una huida o una forma de dar para recibir algo a cambio.
Asimismo, una potentísima herramienta para conectarse con el corazón es la respiración consciente. Basta con respirar cinco minutos al día centrando toda la atención en cómo se inspira y se espira el aire.
Dar paseos en la naturaleza empapándonos del verde de los árboles, si es posible descalzos sobre la hierba, es otra forma de equilibrar este chakra. Cuando paseamos por la naturaleza, conquistamos la calma interna, ya que el medio es cosmos. Ese orden se reproduce en nosotros, armonizando nuestra energía.
La risoterapia y la sonrisa interior taoísta (mencionadas en el segundo chakra) también sanan nuestro corazón. Vestirse de verde o de rosa, llenar la casa de jarrones con rosas rosáceas y utilizar las piedras y una aromaterapia adecuada, así como las posturas de yoga, mantras y mudras son más formas de curar Anahata. Y sobre todo mandarle mucho, mucho amor al corazón.
María José Álvarez Garrido. Chakras. El viaje del héroe