Sanar el Chakra Manipura. Del Camino Omega al Camino Alfa

Sanar el Chakra Manipura. Del Camino Omega al Camino Alfa

Camino omega

El camino omega de Manipura traza dos vías.

Cuando Manipura está cerrado: el sirviente.

Cuando el chakra está bloqueado, es decir, no gira o lo hace muy lentamente, nos encontramos con casos de baja autoestima. Si esto sucede, vivimos preocupados por lo que opinen de nosotros los demás, tenemos miedo a estar solos y padecemos una inmensa inseguridad que nos hace adictos a la aceptación y confirmación por parte de los otros.

Consideramos que el poder está fuera, que la realidad la crean las circunstancias externas y, por tanto, somos víctimas de nuestra existencia. El miedo amenaza nuestras vidas y muchas veces da forma a nuestras decisiones. Hay una tendencia a culpabilizar o responsabilizar a los demás de nuestras desgracias.

Cuando el plexo solar está cerrado, a menudo el poder se le da a una persona ajena, a la que idealizamos, y muchas veces esa relación se acaba convirtiendo en una tiranía. Sin embargo, a pesar de que parezca paradójico, el abuso que vivimos puede ser lo que nos lleve a recuperar el poder y equilibrar el chakra.

También desde Manipura bloqueado generamos situaciones de confusión de las que nos es muy complicado salir por esa dificultad que tenemos de decir las cosas claras. La desorientación es otro rasgo del tercer chakra cerrado. Y a la hora de enfrentarnos a una situación, o bien manipularemos para conseguir lo que deseemos, o bien nos daremos a la fuga.

El bloqueo en este chakra puede haberse producido por la represión de los sentimientos en una situación traumática de nuestra vida. Si hemos hecho esto en el pasado, lo seguiremos haciendo en nuestra vida diaria; reprimiremos la ira, la rabia y la furia, lo que las convierte en tristeza. Éste es el origen de la formación de nuestra sombra en la familia y en la sociedad: la expresión de estas emociones no es correcta y, por tanto, se reprimen.

La mayoría de las depresiones encuentran su causa en la represión de la rabia. Son habituales la queja, el cansancio, la falta de vigor y energía y la sensación de que todo cuanto deseamos se frustra. Desde un punto de vista físico, el plexo solar bloqueado puede tener como consecuencia problemas digestivos (diarrea y estreñimiento, indigestiones, acidez, irritación, así como diabetes) y hepáticos (mal funcionamiento del hígado, con el consecuente cansancio).

Si la represión se prolonga demasiado en el tiempo, puede hasta generar cáncer en el aparato digestivo o en el hígado. Como el flujo en el canal central se cierra entre los chakras superiores, la mala circulación está asegurada, lo que se traduce en que pasamos frío constantemente, incluso en pleno verano.

El arquetipo que mejor representa el chakra del poder cerrado es el sirviente. Éste no respeta su valor básico y la respuesta que obtiene del mundo es el menosprecio. Frente a la víctima y al mártir, sabe que es capaz de hacer un trabajo correctamente, pero no obtiene reconocimiento ni valor por él.

Además, siente que no es merecedor de algo mejor que lo que recibe de la vida. Se siente agradecido por la más mínima atención que obtiene del otro. Padece el mal de la baja autoestima y, por tanto, busca en los demás el reconocimiento que él no puede darse. De esta manera se vende en aras de que le valoren y le amen, vende su poder personal y renuncia a sus necesidades emocionales a través de la proyección en los otros de las cualidades que a él mismo le gustaría expresar.

El sirviente se forma en familias en las cuales hay un miembro que importa más que los demás y los esfuerzos de todos los miembros se centran en complacerle y apoyarle. En la España de la postguerra este proceso psicológico puede decirse que fue generacional. Todos los miembros miraban al cabeza de familia, desde la esposa hasta el último de los hijos. Una imagen típica de aquella época era la del patriarca comiendo un huevo frito y la esposa y los hijos mojando un trocito de pan en la yema. A veces, una madre que se erige como víctima hace que todo gire en torno a ella. Un niño que nace y se cría en una familia en la que no es importante tiene todas las papeletas para desarrollar el arquetipo del sirviente.

Cuando Manipura está demasiado abierto: el dictador.

Si el chakra está demasiado abierto y gira a una velocidad excesiva, mostramos la alta autoestima de la que hablaba Rojas Marcos. Estamos entonces dominados por la cólera, el excesivo control; nos creemos especiales y superiores y expresamos críticas y juicios sobre los demás. Es lo que en psicología junguiana se llama «inflación del ego».

También es frecuente el hecho de apropiarnos de la energía y emociones negativas de los demás, concretamente de la ira y la inquietud. La agresividad domina nuestra vida y nos convertimos en dominantes, autoritarios y violentos. Podemos presentar adicción al trabajo e hiperactividad.

La necesidad de manipular, mandar y pisar al otro son también rasgos de un Manipura acelerado. La falta de autodisciplina, la carencia de sensibilidad y de respeto también nos define si tenemos el tercer chakra demasiado abierto. Por otro lado, si estamos en esta situación, lo que necesitaremos es adulación y continuo reconocimiento. En el extremo se situaría el cuadro clínico de los tiranos, dictadores y líderes de bandas delincuentes. Suelen ser artífices de desastres en las propias vidas y en las vidas de los demás.

Camino alfa: el guerrero

Cuando Manipura está equilibrado, proporciona la capacidad de respetarse a uno mismo y a los demás, porque el poder personal se siente dentro y esto nos dota de espontaneidad y desinhibición. Somos capaces de decir sí y no, de defendernos y de luchar y conseguir las metas a las que nos encaminamos. Nuestra autoestima es sana y por ello no entramos en competición con los demás, lo que nos permite estar al servicio de aquello en lo que creemos y de nuestra propia evolución. Sabemos trabajar en equipo porque nos consideramos un engranaje de un sistema, aunque estemos conectados a nuestra propia individualidad, la de nuestro Yo Soy. Esto nos permite establecer lazos con otros que perduran en el tiempo y que cuidamos y respetamos a través del compromiso y la lealtad.

El camino alfa del plexo solar nos hace comprometernos con nuestro ser y nuestro crecimiento, sabiendo que somos Dios y, por tanto, creadores de nuestra existencia. Dejamos de ser víctimas y esclavos para convertirnos en héroes de nuestra vida, capaces de manejar nuestros miedos. Sabemos que cualquier situación que nos presenta la vida es una oportunidad para afianzar nuestro poder.

Cuando conseguimos ver el poder dentro de nosotros y asumimos el reto de aceptarnos y reconocernos, empezamos a vivenciar el guerrero. Con este arquetipo nos convertimos en héroes de nuestras propias vidas. Somos investidos como caballeros y, con nuestra espada en la mano y a lomos de nuestro caballo, tomamos las riendas de nuestra existencia, empleando fuerza de voluntad, disciplina y coraje.

Ambika Wauters señala que el guerrero «focaliza nuestra fortaleza y nuestra capacidad de afianzar el derecho a ser la mejor persona que sabemos ser». Esto se traduce en que empezamos a ver con claridad que debemos luchar para ganarnos la vida, haciendo aquello para lo que hemos nacido, y que hemos de buscar nuestro bienestar y felicidad sabiendo ser asertivos y decir no cuando sea necesario. Desde el guerrero nos posicionamos en la vida y nos sostenemos a nosotros mismos. Él nos ayuda a ser firmes, a tener fe en nosotros y a ser optimistas.

El guerrero es un corredor de fondo, por tanto cualquier situación que se le plantee ayuda a su entrenamiento. Con cada circunstancia que le presenta la vida se hace más fuerte. Él se crece en la contienda y en el conflicto. Lucha contra el mal, el caos y contra cualquier cosa que le aleje de su camino, pero no se da cuenta aún de algo fundamental: la lucha es con él mismo. Ha sido creada por él para mantenerle alerta invariablemente. Su trascendencia llega cuando entiende que está al servicio del universo, que es un engranaje del sistema y, sobre todo, que la lucha es siempre consigo mismo, pues él es el creador de su vida. Entonces el guerrero se habrá transformado en mago.

Desde el guerrero nos damos cuenta de cómo con nuestro poder somos capaces de crear la realidad y de llegar a donde nos propongamos. Tenemos la capacidad de alcanzar resultados y de que las cosas funcionen. Y esto se consigue mediante el sentimiento de que valemos, confiamos en nosotros mismos y somos capaces de expresar ese valor a través de nuestras decisiones y de nuestra alegría de vivir. Pero la mayor lección que nos enseña el guerrero es que el poder está siempre dentro de nosotros y es la energía necesaria para dirigir nuestra vida hacia donde queramos y sin la necesidad de someter a los demás.

Formas de sanar el tercer chakra

Hay que advertir que este centro es un auténtico aspirador de energías, por tanto, hemos de aprender a protegerlo, evitando incorporar energías potencialmente dañinas. Cuando estemos en una situación o ante una persona que percibamos distorsionadora, podemos colocar nuestra mano en el tercer chakra o imaginar un loto amarillo que se cierra.

Una de las prácticas más sanadoras del plexo solar es la liberación de la ira, la rabia y la furia; eso sí, sin atentar contra el bienestar de otras personas. Acudir a una montaña, o a cualquier lugar donde podamos estar solos, a gritar y llorar, y darle puñetazos a un cojín o un saco (kick boxing) son algunas de las alternativas para liberar las emociones más dañinas que viven dentro de nosotros. Cuando sintamos que hemos liberado la mayor parte de nuestro sufrimiento por situaciones del pasado, lo siguiente es aceptar las emociones cuando vengan y, una vez que las hayamos visto y sentido, conseguir no engancharnos a ellas, utilizar una raqueta imaginaria para alejarlas de golpe con un revés.

Si hemos puesto el poder en una persona o nos vemos incapacitados para cortar una relación que nos hace daño, puede ser de gran ayuda visualizarnos cortando los lazos energéticos que nos unen desde nuestro plexo solar al de ella. Podemos utilizar unas tijeras imaginarias. Antes de esto, no obstante, es importante saber qué hay detrás de nuestro servilismo, y para ello nos pueden ayudar los sueños, los cuentos, los mitos, la hipnosis o cualquier trabajo con el inconsciente que tenga como fin destapar ese patrón de siervo o esclavo.

La helioterapia o los baños de sol, sintiendo cómo inciden sus rayos en nuestro plexo solar, también ayudan a fortalecerlo. Si no se pueden tomar baños de sol, se puede meditar imaginando un sol en este lugar. Es recomendable que mientras lo hacemos nos digamos mentalmente: «El poder reside en mí».

Otra forma de colocar nuestro poder personal es curándonos de la necesidad de aceptación y reconocimiento. Los necesitados de aceptación deben aprender a sonreír menos, a agradar menos y a decir no. Los necesitados de reconocimiento podrán aprender a ceder su protagonismo a otra persona, permitiendo y promoviendo que ella se lleve las medallas y aplausos que tanto anhela. También tienen que aprender a escuchar y practicar el silencio, y a ser tiernos y agradables.

Manejar los propios miedos y aceptar cualquier situación que traiga la vida como un aprendizaje en el que se nos está revelando más aún la propia sombra es algo que también coloca el tercer chakra en su sitio. Para gestionar lo miedos puede ser útil ritualizarlos, pero también enfrentarse a ellos con el fin de desmontarlos. Así, para una persona con vértigo, una montaña rusa sanaría su miedo a las alturas.

Debemos asimismo aprender a trascender la belleza y superar la atracción que nos provoca, para que pase de ser una forma de seducción y sometimiento a la irradiación de quienes realmente somos. Una forma de lograrlo es mediante prácticas tan cotidianas como renunciar a mirarse al espejo excepto dos veces al día.

Para las mujeres que viven atadas a su belleza, es aconsejable pasar una temporada (de una a dos semanas) sin maquillarse y con la peor ropa, lo cual desmonta la belleza mal entendida.

Para los que, con su plexo solar cerrado o bloqueado, se sienten feos y necesitan pasar siempre desapercibidos, el ejercicio recomendable sería el contrario: mostrarle al mundo eso que tan espantoso les resulta.

Es muy importante también aprender a posicionarse. Cuando se toma una decisión y se expresa, debemos aprender a decirla una sola vez y actuar en consecuencia. El posicionamiento coloca muchísimo el tercer chakra.

«El poder reside en mí» y «yo me amo» son afirmaciones que, si se repiten todos los días, dando, por ejemplo, un paseo en la naturaleza, acaban transformándonos. Algo que también nos ayuda a valorarnos y a sentirnos merecedores es sentarnos a escribir qué deseamos en la vida, marcárnoslo como objetivo, pidiéndoselo al universo. Ponerse metas cada vez más altas también armoniza el tercer chakra. Después es fundamental hacernos responsables de cuanto nos ocurre, porque todo lo hemos elegido nosotros.

Crear unos límites y respetarlos férreamente hacen a Manipura fuerte, porque el tercer chakra disfuncional lleva a saltarse a la torera las propias limitaciones y a no respetarse uno mismo. Se han de tomar decisiones centradas en el propio bienestar y en la necesidad de respeto por parte de los demás. Cortar con relaciones vejatorias en las que él/ella interpreta el papel de esclavo a las órdenes de un tirano devuelve el poder perdido.

Pero, sobre todo, nuestro poder se colocará cuando nos demos cuenta de que no necesitamos hacer o ser nada con el fin de ser amados, porque nosotros somos los primeros que debemos amarnos y valorarnos.

María José Álvarez Garrido

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