Vishuddha: Expreso lo que hay en mi corazón

Vishuddha: Expreso lo que hay en mi corazón

INTRODUCCIÓN

El quinto chakra está localizado en la garganta. Irradia su luz desde el hueco entre las clavículas hasta la nuez, entre la tercera y la quinta vértebras cervicales. Rige la garganta, el cuello, la nuca, las cuerdas vocales, la voz, los bronquios, la tráquea, el esófago, la mandíbula, los dientes, las glándulas tiroideas y el oído.

Cuando duele la garganta hay que pensar qué nos estamos callando. Ante un hipotiroidismo o la dificultad de tragar, habría que plantearse qué acontecimiento vital no hemos tragado y por tanto no hemos digerido. Todos los problemas relacionados con esta región nos hablan de disfunciones en Vishuddha: hiper e hipotiroidismo, quistes y tumores en la garganta, resfriados, dolor de garganta, afonía y sordera. Esta última se produce generalmente por el miedo, ya que, según la medicina china, el oído y el riñón comparten el mismo meridiano, que a su vez está relacionado con la emoción del miedo. Las personas sometidas a un gran estrés o que estén pasando por un momento de grandes temores acusarán una falta de audición que a su vez afectará a su quinto chakra.

El quinto chakra está, como vimos, conectado con el tercero, el poder. Pero también existe una conexión con el segundo. De hecho, cuando una persona presenta un bloqueo en el quinto chakra es necesario trabajar el segundo y el tercero. No puede expresarse porque tal vez esté viviendo la vida sin creatividad y sin disfrutarla, y además se siente profundamente inseguro. Esto nos hace entender por qué cuando alguien se atraganta, la forma de desatascar su garganta es apretando su bajo vientre.

El propósito de Vishuddha es la comunicación y la creatividad. Es ésta una creatividad distinta del segundo chakra, puesto que desde Svadisthana aprendíamos a disfrutar de la vida y desde Vishuddha aprendemos a expresar de forma creativa el Ser que somos. La creatividad de Vishuddha es, por tanto, transpersonal, frente a la de Svadisthana, que era personal.

COLOR: CANTANDO AL CIELO

El color de la garganta es el azul en sus gamas más claras: celeste, añil, cian, turquesa, azul plateado. Son colores asociados con planetas y signos de aire: Mercurio, Urano, Acuario, Géminis, Libra… Esto nos da idea de la comunicación. Los expertos en inteligencia emocional y comunicación aconsejan la utilización de este color para temas publicitarios como campañas de marketing o logos, pues el azul es un color que inspira, transmite, llega, comunica.

Pero también es el color de la fe, de la confianza. Para escuchar nuestra voz interior y hacer su voluntad debemos desarrollar la fe, la confianza. El color azul nos ayuda a ello.

ELEMENTO: EL ÉTER

El elemento de Vishuddha es el éter, también llamado akasha, el espacio sin límites, el firmamento infinito que envuelve la Tierra y acoge dentro de él a todos los elementos. Quizás por eso los poetas y los pintores se inspiren en el campo o en el mar, contemplando un cielo infinito que después volcarán en sus obras.

El éter es el portador del sonido, es el transmisor de la información de todos los planos.

Desde un punto de vista metafórico, el éter sería lo que Jung llamó inconsciente colectivo, la herencia que tiene en común la humanidad. La manifestación del Sí Mismo, que es lo que representa Visuddha, es la consecuencia de un viaje heroico por él. Jung decía que el inconsciente colectivo estaba en la base de la estructura cerebral de todos los seres humanos y que era la capa más grande de la psique. Algunas tradiciones esotéricas hablan de un lugar físico en el centro de la Tierra en el que están archivados todos y cada uno de los pensamientos, sentimientos y biografías de los habitantes del planeta; son los célebres registros akáshicos, una metáfora inequívoca del inconsciente colectivo. También es lo que la metafísica y física cuántica llaman el ADN, hélices de información que viven dentro de nuestro organismo y que recogen las experiencias de todo lo creado.

A través del éter, y en silencio, nos llega la sabiduría del espacio infinito al que pertenecemos.

SENTIDO: ESCUCHAR LA VOZ INTERIOR

El sentido relacionado con Vishuddha es el oído. Para comunicarnos es necesario escuchar, pero sobre todo, Vishuddha nos remite a la escucha de nuestra voz interna, de la voz de nuestro Ser. En el primer chakra aprendimos a sobrevivir, en el segundo a sentir y a disfrutar, en el tercero a autogobernarnos y en el cuatro nos abrimos a nuestro Ser. El quinto nos desafía a expresar el Ser que somos. Desde Vishuddha somos capaces de escuchar nuestra propia voz interior y recibir consejo del cosmos.

El quinto vórtice nos enseña a ser vehículos de la dirección divina. La gran lección de este chakra es la fe: confiamos en lo que nuestra Divina Presencia elija para nosotros y desde el quinto chakra le decimos: «Confío en tu criterio, hágase tu voluntad». Por tanto, Vishuddha rige la voluntad divina, que es distinta de la personal.

Tener fe nos permite ser fieles a nosotros mismos sin traicionar a los demás. Porque cuando escuchamos la voz de nuestro Ser, la decisión es siempre la correcta. Como dice Mary Horsley,

«Vishuddha nos ofrece la posibilidad de prever las consecuencias de todas nuestras decisiones para que resulte imposible mentirnos a nosotros mismos o a otras personas».

CONCEPTOS RELACIONADOS

La manifestación del Ser

Emitir nuestra verdad y encontrar nuestra voz es la necesidad vital de Vishuddha. Por eso Vishuddha nos permite volar, salir al mundo y experimentarlo, porque para encontrar nuestra voz y nuestra verdad necesitamos conocer todo el abanico de posibilidades. El quinto chakra está regido por las facultades mentales superiores y por eso brinda la capacidad de observación, de síntesis y de objetividad. Experimentar con distintas creencias, disciplinas, personas y sensaciones va formando nuestro criterio y nuestra propia verdad. De la misma manera que, para poder formarse un criterio en política, una persona debe leer y contrastar distintos periódicos de diferentes tendencias; para encontrar nuestra verdad interna deberemos experimentar muchas vivencias que nos pondrán en el camino hacia nosotros mismos.

El pluralismo vivencial, religioso, cultural, etc. da herramientas para afrontar la vida de forma creativa, permitiendo modificar y expandir nuestras creencias de forma consciente.

De hecho, algunos psicólogos evolutivos recomiendan a los padres acostumbrar a sus hijos durante la adolescencia a toda suerte de comidas internacionales para que desarrollen la capacidad de adaptación y una mentalidad cosmopolita y pluralista. La apertura mental conduce al conocimiento y a la expresión de la propia y única verdad, (única, por supuesto, para uno mismo).

Pero ésta, lejos de ser un conocimiento enlatado, es un ente vivo que se renueva cada día al ritmo de la vida y de la experiencia personal. La visión que otorga Vishuddha es independiente, es interna y no se presta a discusiones ni a polémicas; no es partidista, sino universalista.

El quinto chakra, que no hay que olvidar que va unido al tercero, nos da el suficiente coraje para defender nuestro punto de vista, nuestra verdad; pero la forma de hacerlo no es a través del enfrentamiento, sino por medio de nuestra voz, de la manifestación de nosotros mismos, de la creatividad.

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La conquista del corazón y la conexión con nuestra Divina Presencia exige una adecuada canalización, porque de lo contrario podemos vernos tentados a reclamarla como propia o a convertirnos en su peón, poseídos por ella.

Una vez que hemos iniciado este viaje hacia nosotros mismos (el Ser), no hay manera de interrumpir la energía hacia lo inconsciente colectivo generada por él.

Así, cuando uno vive la experiencia de Anahata, es frecuente que sufra grandes oscilaciones emocionales, como balanceos entre inflación y depresión, estallidos de rabia, llanto, reacciones físicas extremas (gripes, dolores musculares intensos, alergias, náuseas) y fenómenos parapsicológicos: intuiciones que aciertan, sueños premonitorios, sincronicidades, regresiones espontáneas, visión aural…

Utilizar la energía emocional de forma creativa

Lo importante es encontrar una forma de utilizar esa energía de forma creativa. Los aspectos o vías que puede tomar esa creatividad son tan variados como las personas, pero la creatividad es el camino, porque en esencia es la transformación de la oscuridad en luz.

Debemos encontrarnos con nuestra creatividad. Y es importante saber que todos somos creativos; no de igual manera, pero todos tenemos ese don, porque cada uno de nosotros es único. Lo que hace que enterremos muchas veces la creatividad es que nos hallamos condicionados por las proyecciones de los que nos rodean y de la sociedad sobre nosotros.

Si dejamos de lado las proyecciones que nos alienan y buscamos en nuestro inconsciente, daremos con nuestra creatividad. Una pista: aquello que nos hace felices, aquello que disfrutamos haciendo nos habla de nuestras destrezas creativas, aunque no siempre lo hagamos bien o perfecto; la perfección se adquiere con técnica.

Todo lo nuevo se origina en el inconsciente colectivo, pero no es suficiente hacer de canal, hay que transformarlo con nuestra conciencia en algo creativo y dárselo al mundo. La relación entre consciente e inconsciente da lugar a algo nuevo y creativo.

Comunicación

A través de Vishuddha manifestamos todo lo que vive en nosotros: nuestra risa, nuestro llanto, nuestro amor, nuestra alegría, nuestra tristeza, nuestra angustia, nuestras intenciones y deseos, nuestras ideas, intuiciones…

Lo hacemos a través del habla y de nuestros silencios, a través de nuestra manera de vestir, de movernos, de nuestras posturas: a través de nuestro cuerpo.

En culturas más primitivas, la palabra tiene menos importancia y son los gestos o la ropa lo que realmente se considera comunicación. Por ejemplo, en países africanos como Sudáfrica o Kenia, la gente de las tribus utiliza códigos de comunicación basados en la ropa y los abalorios, que indican el estatus civil y social de quien los porta. Pueden llevar hasta mensajes de amor codificados en piedras y colores.

En occidente nos hemos desconectado de esto; sin embargo, aunque no seamos conscientes, estamos transmitiendo mensajes a través de lo que no decimos. La comunicación verbal y no verbal están estrechamente relacionadas con el quinto chakra. Lo que ocurre es que no siempre van paralelas. Muchas veces lo que decimos no está apoyado por nuestros gestos, movimientos o posturas.

Habitar el cuerpo…

La ya mencionada Ana María Vidal, asesora personal y experta en comunicación integral, entrevistada para este libro, afirma que «el 80 por 100 de los conflictos son generados por malentendidos en la comunicación». Y ello, en su opinión, se produce porque «no habitamos en el cuerpo. El cuerpo es el espacio en el que el aprendizaje se materializa, se encarna. Pasa de ser un mero concepto mental a ser parte de la vida. Se vive con y desde el cuerpo. Lo que nos da el tiempo del presente es el cuerpo. Con la cabeza nos desplazamos hacia el pasado o el futuro constantemente… y así nos perdemos el goce del presente».

Para crear una coherencia entre lo que emitimos con el habla y lo que emitimos con el cuerpo es fundamental desarrollar la escucha, la cual se produce en Vishuddha. En este chakra tenemos la posibilidad de escuchar a nuestro Ser, porque el vórtice de la garganta nos da la capacidad de comunicarnos de una forma consciente a través de todos los medios que elegimos, es decir, de manifestar el ser que somos y enriquecer al mundo con nuestra aportación.

Trabajar en lo que amamos

El chakra garganta nos ayuda a ponernos en contacto con nuestra creatividad y a dársela al mundo. Para ello es recomendable convertirla en vocación y en trabajo. La mejor manera de transmitir nuestra verdad es a través del desarrollo profesional, porque cuando trabajamos en lo que amamos nos sentimos plenos y generamos amor, creatividad, luz, sanación; cuando somos felices nos sanamos a nosotros mismos y al mundo. La felicidad consiste en realizar nuestro plan divino, hacer aquello para lo que hemos nacido.

Este trabajo no tiene que ser pomposo, prestigioso o necesariamente vinculado a la sanación. No tenemos que ser todos terapeutas, médicos, chamanes o escritores. Lo único que sí es necesario es ser felices con lo que realizamos. De esta manera estaremos cumpliendo lo pactado, estaremos siendo vehículos de Dios.

La causa por la que no siempre trabajamos en nuestras vocaciones es que muchas veces ni sabemos cuáles son o quizás pensemos que ya es tarde. La educación y la sociedad nos impulsa a trabajar en lo que sale rentable, en lo que da dinero. Se nos dice: «elige una carrera que tenga salidas». Si eso ocurre, puede acarrear el sacrificio de la vocación o de aquello que, aun sin definir, vive dentro de nuestra alma. Aunque parezca mentira, esto nos mata, nos aliena, nos limita, nos hace impotentes, porque dejamos de estar conectados con lo divino dentro de nosotros.

Si en el cuarto chakra rescatamos al niño que fuimos, en el quinto debemos escucharle, porque, una vez que hayamos sanado sus heridas, él nos descubrirá aquello para lo que hemos nacido. Sólo tenemos que seguirle, llenos de fe, y descodificar sus mensajes, siempre simbólicos. Cuando encontramos nuestro camino y nos volcamos en él, el universo conspira para que podamos alcanzar nuestra meta, es decir, nos da los recursos que necesitamos para hacerlo posible. Esto da como resultado un proceso que tiene lugar en Vishuddha: la unión de cabeza y corazón, que implica aceptar los designios de nuestro plan divino, o como dijo Kant, «actuar por deber,» entendiendo que el deber es aquella ley que brota del corazón.

Encauzar lo que emana del espíritu

El chakra de la garganta nos reta a encauzar lo que emana del espíritu. De esta manera nos convertimos en seres íntegros, porque estamos expresando nuestra verdad (aquí entendemos el significado real de Vishuddha: pureza), defendiéndola con todo nuestro coraje. Si prostituimos nuestra verdad en función de nuestras conveniencias o si mantenemos un comportamiento incoherente con nuestra verdad, atascaremos el quinto chakra.

En este punto volvemos a enfrentarnos con los miedos que ya viviéramos en el plexo solar. Porque manifestar nuestra verdad implica tomar decisiones que asustan: dejar una pareja, un trabajo, cambiar de país…

También se atasca este chakra si callamos nuestra verdad, si no queremos compartirla con nadie, si rehusamos dársela al mundo.

Libertad de expresión

En las familias, en los colegios y en general en la sociedad, aprendemos desde niños a callar ciertos asuntos, porque tratarlos no se considera correcto. Esto sucede especialmente con la expresión de las emociones. Cuando decimos lo que sentimos nos incomodamos, nos asustamos. El niño, en concreto, se siente enormemente ridículo al expresar emociones, ya que nace en ámbitos en los que no se fomenta la comunicación y en los que no se sabe gestionar las emociones.

Esta incapacidad para la gestión emocional se traduce en bloqueos que se manifiestan en los más pequeños. Muestra de ello son los bebés que no paran de llorar o no pueden dormir; criaturas que de pronto tienen pánico a ir al colegio porque temen ser agredidos por sus compañeros; hipercinéticos o con desórdenes de atención; niños con cuadros de eneuresis; niños tan sumamente callados y tímidos que apenas pueden sobrevivir en la vida real, o los que viven encerrados en su mundo interior…

Las causas son diversas, pero principalmente han de buscarse en la familia y se relacionan con la comunicación. Como afirma María Ángeles López las Heras, educadora, grafóloga y psicoterapeuta especializada en niños con dificultades, entrevistada para este libro: «Muchos de estos niños han tenido como compañera a la soledad, poco diálogo, poco contacto físico y afectivo y sobre todo mensajes de competitividad de los adultos. Éstos han podido ser explícitos (“tienes que ser el mejor”) o implícitos (padres que trabajan todo el día, que están absolutamente centrados en ganar dinero para alcanzar un elevado estatus social)».

La consecuencia son adultos que, como sus padres, no saben gestionar sus emociones y tienen, por tanto, problemas de comunicación. De esta manera se perpetúa el mal generación tras generación.

Libertad secuestrada

En el ámbito social, históricamente la libertad de expresión ha estado casi siempre secuestrada, y aunque en occidente disfrutamos más de ella, en muchas partes del mundo todavía es una utopía. En China, por ejemplo, se sigue aniquilando a periodistas y escritores por hablar en contra del régimen.

Siglos de torturas, inquisiciones, caza de brujas, exilios, holocaustos… nos hablan del triste secuestro de Vishuddha. La represión por causas políticas, religiosas, raciales y sociales han pretendido castrar la libertad individual de ser quienes realmente somos y de expresarnos. Esta castración no sólo se ha producido a través de la censura en la imprenta (la historia del periodismo y de la literatura es una crónica perpetua de la inexistencia de libertad de prensa y expresión, de una forma globalizada), sino también en la comunicación, en todas sus manifestaciones. Por ejemplo, la condena social de la homosexualidad es un testimonio claro de ello. La historia está manchada de torturas, vejaciones, asesinatos y marginaciones hacia los homosexuales. Incluso hoy día, aunque afortunadamente en casi todos los países occidentales se contempla el tema con más naturalidad, sigue produciéndose en muchos ámbitos el menosprecio y la falta de respeto hacia este colectivo.

La caza de brujas de los siglos XVI y XVII también ejemplifica esta castración de la que hablamos, pues supuso un genocidio en toda regla: la Iglesia arremetió contra el sexo femenino, porque, como indicaba El martillo de las brujas, de finales del siglo XV, la brujería era un pecado de mujer, ella era la causa de todos los males del mundo; la propia palabra que la designaba, fémina, significaba «falta de fe».

A esta lista habría que añadir otra inmensa y sobrecogedora. La de los genocidios que ha vivido nuestro planeta: el de los indios americanos, el de los aborígenes australianos, el holocausto judío, el de Ruanda, Armenia, Camboya, Ucrania; la limpieza étnica de la antigua Yugoslavia, la de la Tierra de Fuego en Argentina, la de Guatemala… La lista es larga y pone los pelos de punta.

Pero lentamente, aunque no en todo el planeta, Visshuddha va saliendo de su secuestro.

Quizás esta lista de horrores mundiales, unida al miedo a comunicarnos desde un punto de vista personal, sean las causas de que en todos nosotros todavía existan resquicios de un miedo escénico a expresar la verdad de lo que somos.

Todos podemos aprender a respetar y sacralizar esa libertad de expresión. El camino: potenciar el quinto chakra. Hemos de realizar el proceso primero con cada uno de nosotros: conocernos, decirnos la verdad en todos nuestros procesos, no juzgarnos y atrevernos a expresarnos.

Poco a poco iremos consiguiendo sanar la comunicación con nuestro entorno en todos los ámbitos: pareja, familia, amigos, trabajo…

Inteligencia emocional

A nadie le es ajena la imagen de una persona inmersa en el tráfico de la ciudad que responde ante cualquier incidencia al volante con una agresividad desmedida. Tampoco, por desgracia, nos resultan extrañas las noticias de terribles sucesos que llenan los medios de comunicación, relacionadas con maltrato doméstico hacia mujeres y niños, o con violencia en las aulas. Quizás estas reacciones violentas nos parezcan exageradas, pero seguramente nos resulten más cercanas escenas como regresar a casa relajados después de un masaje o una clase de yoga y de pronto vernos enzarzados en una disputa abierta con nuestra pareja, que elimina de golpe y porrazo toda nuestra armonía interior.

¿Y esas celebraciones familiares en las que de pronto el comentario de un pariente nos saca literalmente de nuestras casillas y nos empuja al insulto? ¿O las discusiones de política, que han alejado incluso a los amigos más íntimos? Todas estas situaciones tienen un punto de convergencia: la falta de control emocional.

El célebre experto en inteligencia emocional Daniel Goleman explica que la vida moderna es la crónica de la rabia y la desesperación como producto de la profunda soledad, incertidumbre y vacío moral en los que vive inmerso el hombre de este siglo. De ahí que a finales de la década de los noventa del siglo pasado conociéramos el auge de la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional es la capacidad del ser humano de manejar sus propias emociones como un camino hacia la felicidad. Abarca todos los ámbitos de la vida y, afortunadamente, se aprende. El primer paso de este aprendizaje es el autoconocimiento como antesala a la sana relación con los demás. Sólo cuando conocemos nuestros miedos, nuestras capacidades, nuestros deseos, nuestros recursos y nuestras limitaciones somos capaces de gestionar correctamente lo que sentimos para, posteriormente, comprender las emociones de los demás y establecer una relación adecuada con ellos. El autoconocimiento se fundamenta en la confianza, la capacidad de autorregulación y la automotivación.

La inteligencia emocional está enormemente vinculada al quinto chakra, porque se traduce en la escucha: la de uno mismo y la de los demás

Sin embargo, esto es algo que nos cuesta mucho. ¿Cuántas veces, sintiéndonos agotados por la vida estresante que llevamos, en lugar de descansar unos minutos, nos hemos tomado un café para aguantar el tirón?, ¿o hemos aceptado las escenas más violentas de la gran y la pequeña pantalla diciéndonos a nosotros mismos que se trataba sólo de ficción, sin darnos cuenta de que nuestro ritmo cardiaco y presión arterial se disparaban?, ¿o hemos reaccionado ante la tristeza y la desazón vital con antidepresivos o ansiolíticos como tapaderas de nuestros estados de ánimo? En realidad, todos, en mayor o menor grado, al menos en occidente, tendemos a vivir desconectados de nuestras emociones hasta que, de tanto obviarlas, acaban invadiéndonos. Entonces puede decirse que hemos caído en la intoxicación emocional, que empaña nuestra visión de la realidad y nos impide estar en paz con nuestro interior.

Si somos incapaces de escucharnos a nosotros mismos, más complicado aún nos resultará escuchar, sentir y ver al otro. La capacidad para manejar nuestras emociones facilita las relaciones con los demás. Para que cualquier tipo de relación funcione ha de basarse en el respeto mutuo, la comunicación y la libertad. Y si se trata de relaciones afectivas como la pareja o la amistad, el amor, la honestidad y la igualdad entre sus miembros son factores fundamentales. Para que esto ocurra, el autoconocimiento y el conocimiento del otro, así como la empatía, vuelven a ser imprescindibles.

Vishuddha en equilibrio

Vishuddha en equilibrio nos permite escucharnos a nosotros y escuchar al otro, no sólo a través de lo que nos dice, sino también de cómo lo hace, qué gestos apoyan lo que cuenta, y de lo que no nos dice. Escuchar al otro significa entender cómo se siente incluso si no nos habla, o aun en la distancia. Escuchar al otro significa sentirle, y para ello hay que trascender el Yo, el ego, y conectar con el Ser. Por eso, desde el quinto chakra tenemos la posibilidad de abrirnos a la clariaudiencia, a la telepatía y a la mediumnidad, porque conectados a nuestro corazón, y por tanto a nuestro Ser, somos capaces de sintonizar con toda la creación. Aunque hay que decir que estas tres capacidades se inician en Vishuddha pero se desarrollan en los siguientes chakras (Ajna y Sahasrara).

Saber cuándo hablar y cuándo callar

En el quinto chakra aprendemos a hacernos responsables de lo que expresamos. Lo que decimos puede ayudar o lastimar.

Son célebres los estudios que llevó a cabo el médico alternativo japonés Masaru Emoto, quien demostró de manera irrefutable y contundente, por medio de extraordinarias fotografías, el efecto del sonido en el agua. Si ésta se exponía a las vibraciones producidas por música clásica y armoniosa, o por la oración, se producían formas geométricas de gran belleza en las moléculas de agua. Sin embargo, los ruidos, las palabras violentas o la música heavy podían romper el equilibrio molecular del agua y entonces esas geometrías perfectas se transformaban en figuras irregulares y deformes.

Emoto pretendía demostrar cómo los sonidos, palabras y pensamientos armónicos que resuenan en nuestro interior nos sanan y los inarmónicos (ruidos) nos destruyen, desde un punto de vista molecular, celular y energético. Estamos expuestos permanentemente a ruidos y a vibraciones sonoras inarmónicas, no sólo del exterior, ya que también nuestros pensamientos, cuando son negativos, se comportan como verdaderos ruidos que alteran el equilibrio de nuestro medio interno.

El «habla correcta»

Tanto Budha como Cristo aludieron a la importancia del «habla correcta,» que se traduce en observar atentamente lo que decimos y ver cómo le afecta a los otros. El habla correcta implica convertirnos en la boca de Dios, es decir, transmitir compasión, amor, respeto y enseñanza; utilizar el habla en su vertiente sanadora y no en su vertiente hiriente. Esto no significa que todo lo que digamos tenga que ser halagador o hermoso, porque en ocasiones la vida nos lleva a expresar informaciones y sentimientos que no son agradables ni bonitos. Lo que importa es la intención con la que se expresan: si es constructiva o destructiva, si pretenden ayudar o herir, o si es puramente ociosa.

El habla agota nuestra energía

Aunque nos sorprenda, el habla agota nuestra energía. Vishuddha, el quinto chakra, está conectado al tercero, el centro del poder. Si hablamos sólo cuando lo necesitemos, preservamos nuestra vitalidad; sin embargo, cuando esta regla no se respeta, agotamos nuestra energía. Se agota con el chismorreo, con las discusiones, con los juicios y con las críticas, con la burla, la sátira y la ironía que implica reírse y ridiculizar a los demás. Por eso el silencio es tan importante: porque permite escuchar al otro y también a nuestro Ser. No en vano todas las religiones lo han convocado desde tiempos remotos en sus conventos y en sus ritos, y las nuevas formas de conectar con el espíritu en la sociedad moderna también implican el silencio: meditación, yoga, etc.

Pero hay que puntualizar que este silencio tiene que ser auténtico para que resulte sanador. Muchas veces lo que se hace es callar como mero trámite para que el otro se exprese, sin prestarle atención, mientras que uno piensa en asuntos propios, o detrás de ese silencio hay unos ojos omnipotentes que juzgan a su interlocutor.

El habla correcta también está relacionada con decir la verdad, es decir, hablar de los hechos sin distorsionarlos, sin exagerarlos o reducirlos y sin sacar conclusiones precipitadas. Pero esta verdad ha de sernos primero revelada a nosotros mismos.

El habla correcta nos impulsa, por otro lado, a vencer la pasividad para defender lo que nos consta que es correcto, independientemente de lo que piensen los demás.

María José Álvarez Garrido. Chakras. El viaje del héroe

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