Ser no es una práctica

Ser no es una práctica

Como estamos tan condicionados y tendemos a definir quienes somos tomando como referencia nuestras actividades personales, pasamos por la vida sin darnos cuenta del vasto terreno de quietud que es la simplicidad de ser. Cuando hablo del «corazón», estoy hablando de este mismo ser. Si hablo del núcleo de cada fenómeno, me estoy refiriendo al ser. Y cuando hablo de lo que se encuentra en la autoindagación, también me estoy refiriendo al ser, tanto si se trata de autoindagación emocional — afrontar el miedo, la ira o la desesperación—, como de autoindagación mental —inquirir en el proceso de pensamiento que gira en torno al yo—. Indagar profundamente en cualquier cosa es descubrir esta vasta y simple presencia de ser tú mismo, tal como eres.

Ser no es una práctica. Una práctica conlleva alguna técnica, una manera correcta de hacer las cosas y una manera equivocada, una creencia de que se va a llegar a alguna parte y una recompensa o logro. En la verdad de la quietud absoluta, nada de esto es aplicable.

Detente

Hasta encontrarme con mi profesor había probado muchos tipos de meditación. Había experimentado momentos de belleza, de trascendencia, de verdadero conocimiento, y, sin embargo, el anhelo subyacente que acompañaba a mis pensamientos, el «¿cómo conseguirlo?, ¿cómo conservarlo?», seguía operando. Cuando conocí a mi profesor, me dijo que parara. Me extendió una invitación que me siento feliz de transmitirte. En este momento, detente donde estés. Detén todo esfuerzo por conseguir cualquier cosa que pienses que te dará satisfacción, cualquier cosa que pienses que te dará tu verdad. Lo único que se necesita es un momento de verdadera detención.

Este instante es esquivo para la mayoría de la gente, porque, a medida que se aproximan él, suele surgir un gran miedo: «Si me detengo, si realmente me detengo, me deslizaré y perderé el terreno que he ganado con tantos esfuerzos y prácticas. Aunque aún no me siento plenamente satisfecho, estoy más satisfecho que antes. Tengo una vida mejor, mi mente está más calmada, mis circunstancias son mejores…, y podría perderlo todo».

Menos dolor, menos conflicto, más placer, más paz, más reconocimiento, más amor

Para mí, oír este «párate» fue extraordinario. Estaba segura de que me iba a dar algún conocimiento secreto, y así sucedió. Pero no es secreto, porque es muy evidente. No es algo esotérico. Estaba segura de que susurraría alguna fórmula mágica en mi oído, y así sucedió. Dijo: «Párate». Fue tan simple que me caí al suelo. Mis pensamientos se pararon, y en ese detenerse hubo más realización de la que pudiera haber imaginado nunca. Lo que imaginamos que es la realización tiene que ver con menos dolor, menos conflicto, más placer, más paz, más reconocimiento, más amor. Pero la verdadera realización no puede ser imaginada, sólo puede ser vivida.

Me dijo que me deshiciera de todas las estrategias, de todas las técnicas, de todas las herramientas, y que simplemente estuviera allí para recibir lo que me estaba ofreciendo. Pronto me di cuenta: «Realmente lo dice en sentido literal. No me está enseñando un nuevo mantra, o una nueva práctica, o un nuevo conjunto de creencias, una liturgia, un catecismo o una cosmología. No me está contando “lo que todo ello significa”, “qué pasará” y “por qué va a ocurrir“».

Me estaba pidiendo que liberase mi mente de todo eso. No es que eso estuviera equivocado. Simplemente la mezcolanza de conceptos espirituales que yo había acumulado no era rival de la realidad incondicionada.

Gangaji

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