Prejuicios

Yo no soy nada de lo que creo ser: mis cosas, mi cuerpo, mis sentimientos. Mi yo es indefinible porque no hay nada que lo defina. Soy tantas cosas… hombre, mujer, profesional, madre, amante, hija, hermano, amiga, jardinero, lectora… el dueño de esto o aquello, éste y ese recuerdo, aquella experiencia, ese viajero… aquél que hizo esto, o no lo hizo…

Y tú tampoco eres nada de lo que crees ser.

Cuando me encuentro con otra persona, ¿con quién me relaciono? Tengo el recuerdo de unas experiencias, de unos sentimientos, y con ellos construyo su imagen. De modo que no me relaciono con esta persona, sino con la memoria que tengo de ella. Si yo identifico a la persona con la memoria que tengo de ella, la estoy fijando a un prejuicio.

Y así funcionamos, juzgando por prejuicios.

Purifiquemos nuestra memoria. Librémosla de emociones pasadas, de prejuicios. Liberemos la memoria para recibir todo lo nuevo, para recibir a la Persona en cada momento, limpios de todo recuerdo y emoción.

Cuando te encuentro, he de dejar atrás todo pasado – tanto lo bueno como lo malo – para estar abierto a tu presente sin relacionarte con ninguna imagen, sino con la realidad de tu presente.

Cuando tu presente y mi presente se encuentran, libres de prejuicios, aparece la eternidad.

Si deseas enfrentarte y vencer los prejuicios que te están impidiendo colocar el presente en el centro de tu Vida, y poner todo tu Ser a trabajar a favor de tí y de tus sueños, podemos ayudarte. Hoy es un día perfecto para empezar. Te acompañamos en ese camino apasionante.

 

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