La leña ardiendo se hace ceniza y no vuelve a ser leña.
Pero no creamos que la leña ardiendo y la ceniza están en relación de antes y después.
La leña ardiendo existe como leña ardiendo, y después existe la ceniza.
En ese sentido, hay un antes y un después, pero ni la leña ardiendo es el antes de la ceniza, ni la ceniza el después de la leña ardiendo.
El antes es antes, y el después es después.
Así como la leña ardiendo, una vez que se ha convertido en ceniza, no vuelve al estado de leña, tampoco nosotros, después de morir, volvemos a esta vida presente.
Por eso no se habla en el budismo de que la vida se haga muerte.
La vida, en cierto sentido, no es vida, es un “des- nacer”.
Tampoco se dice en el budismo que la muerte se haga vida. El morir es un “des-perecer”.
Tanto la vida como la muerte son un modo temporal de ser del todo.
Es como el invierno y la primavera. No decimos que el invierno se convierte en primavera, o ésta en verano.
El arte de mirar. Dogen. Texto escrito en 1233
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