Sanar el Chakra Sahasrara: del Camino Omega al Camino Alfa
Camino omega: el egoísta
Cuando Sahasrara entra en el camino omega, hay que decir que la persona que presenta un funcionamiento desarmónico en este chakra puede convertirse en un individuo peligrosísimo, porque al haber realizado su propio camino de individuación a través de la escalera de chakras, maneja conocimientos de alto voltaje que, si se emplean para dividir en lugar de para unificar y conciliar, pueden provocar un daño atroz.
El camino omega de Sahasrara es la fosilización
Se produce cuando la persona, una vez que ha llegado a este centro, en lugar de realizar una alineación vertical de su energía, poniéndose en manos de Dios, efectúa una alineación horizontal, poniéndose en manos de su ego. De esta forma, se creerá en posesión de la verdad y se considerará especial, una especie de gurú o Mesías que mueve a las masas y se rodea de servidores y alumnos a los que no les recuerda que son Dios y, si osan alcanzar su maestría, condena al ostracismo.
Tristemente célebre es el caso de muchos líderes de sectas que acaban manteniendo relaciones sexuales con todas sus alumnas, sin importarles sus sentimientos de dependencia, sus celos o los conflictos que entre ellas se puedan generar, o si tienen o no pareja. Éste es sólo un ejemplo, pero la lista sería muy larga.
Carl Gustav Jung advertía de este inmenso peligro cuando hablaba del engaño de la personalidad maná, que se produce cuando disolvemos nuestro inconsciente personal y nos internamos en el bosque del inconsciente colectivo; integramos la sombra, ánima y ánimus, y nos encontramos con nuestro Sí Mismo. Entonces aparece el arquetipo del mago o la personalidad maná: «ser lleno de alguna cualidad oculta y embrujadora, dotado de conocimientos y poderes mágicos»
Para pueblos ancestrales maná es energía o fuerza impersonal y sobrenatural que poseen personas u objetos. La personalidad maná es un arquetipo muy cercano al Sí Mismo y puede convertirse en una doble trampa. Como arquetipo tiene maná o energía, fuerza, sobre todo porque está a un nivel muy profundo del inconsciente colectivo, y por eso cuando se experimenta, la sensación es de poder. Pero sólo es un arquetipo, y por tanto es bidimensional y no total. Si nos atrapa, nos aleja de la totalidad.
Nos sentimos atrapados en él cuando nos convertimos y nos relacionamos con el otro desde el gurú, el sabio o el mago invariablemente; cuando nos olvidamos de que somos únicamente la pieza de un engranaje y no el engranaje en sí, cuando deseamos atrapar esta energía y hacerla nuestra, cuando entramos en competición con otros y nos olvidamos de que estamos únicamente de servicio. La humildad y la honestidad son la cura de este complejo. Como todo contenido de sombra, hay que verlo, reconocerlo y transformarlo.
Es necesario aclarar que este chakra nunca está cerrado para recibir energía del cosmos, pero sí puede presentar un funcionamiento inarmónico cuya patología es la fosilización, y también manifestar otros síntomas como la sensación de falta de plenitud, una angustia vital y un sentimiento de carencia de sentido general que provocarán bloqueos residuales en los otros chakras.
El arquetipo que mejor representa al gurú es el egoísta
Se trata de un tipo humano que ha conseguido desarrollar la consciencia y ha adquirido muchos triunfos a través de las tareas que ha llevado a cabo, pero que se resiste a desarrollar una conciencia espiritual. En cierta manera sufre una especie de enquistamiento en el ego que no le permite alcanzar la conciencia divina.
La arrogancia le caracteriza, encarnando el arquetipo de Narciso, que es la muerte psicológica, puesto que procede de un desconocimiento del Ser y un enamoramiento del ego, disociado de su verdadero núcleo. Si se caracteriza por algo es por la falta de humildad, pues él se atribuye todas las medallas de lo que ha adquirido en su vida.
Nunca se ve como vehículo de Dios, sino que en su tarjeta de presentación él «es como Dios».
No reconoce jamás a sus maestros o la presencia de personas protectoras o guías en su vida y nunca ve la acción de Dios en ella, pues todo atisbo de espiritualidad es rechazado por este modelo de conducta y existencia.
Piensa que todo se halla bajo su control y que lo que no puede controlar no existe.
Se apoya en la parte racional de su cerebro, porque es la que le permite tener todo bajo control continuamente, aunque esto no significa que no pueda desarrollar la intuición y que no sea una persona creativa; lo que le ocurre es que para él no existe más fuerza que la de su propio ego, por eso es despreciativo con las imperfecciones de otros y nada compasivo.
No autoriza ni reconoce el poder de nadie o nada superior a sí mismo y esto le sume en la soledad.
La vida para él está desprovista de belleza, bondad, poesía y dulzura, porque sus respuestas son mecánicas, como las de una máquina. Desconectado de las emociones por considerarlas un signo de debilidad, se muestra duro e implacable con los demás y siempre impone su voluntad en lo que hace. Nunca pide ayuda, porque se considera autosuficiente en todos los sentidos, y ése es su mayor error.
Camino alfa: el maestro
Cuando una persona se abre a Sahasrara, la diferenciación entre el Ser y la vida exterior se anula. La conciencia está en calma y distendida. Sólo existe el momento presente y la atención a éste es constante. La persona se siente agradecida y feliz de estar viva y se entrega a su labor con una actitud de alegría y optimismo. Sabe aceptar todo lo que se le presenta en la vida como aprendizaje de su Yo Soy y asume enteramente su destino. Ha conseguido que la encarnación o la personalidad creada sea un vehículo enteramente al servicio de su Divina Presencia.
En su camino hacia Sahasrara se ha vaciado de todas aquellas creencias y proyecciones que le alejaban de su esencia y ahora se llena de su Yo Soy, alcanzando la plenitud y sabiendo que es lo único real.
La persona con Sahasrara abierto irradia luz y equilibrio, pero sobre todo amor, compasión y humildad. Su código ético está regido por el corazón y la nobleza. Es por excelencia un conciliador y vela por la unidad. Comparte sus conocimientos y sus hallazgos personales con otros y sabe reconocer a Dios en todas las cosas. Asume la labor de enseñar a los que están aún dormidos a reconocerse como Dios y a conectar con su maestría para regresar a la Unidad.
Frente al egoísta, estaría el maestro, que aparece cuando la persona deja de verse como el sistema en sí y empieza a darse cuenta de que es simplemente un engranaje de él. De esta manera, toma la responsabilidad de su vida desde el Ser. El maestro encarna la maestría espiritual y la esencia del amor.
Es el arquetipo de la trascendencia, de la integración de los opuestos. Es también el arquetipo de la humildad, en tanto en cuanto es un vehículo de Dios. Él reconoce la divinidad en toda la creación y ve la Unidad en todas partes
Se guía por el amor, la intuición y el discernimiento y tiende siempre a unir, a conciliar. Es plenamente responsable de sí mismo y de sus elecciones, que sabe que están realizadas desde la profundidad de su Ser y son acordes con el Plan Divino.
El maestro, como su propio nombre indica, comparte con humildad y amor su maestría con el fin de que otros seres la conquisten dentro de ellos mismos para regresar a la Unidad. El maestro reconoce en su alumno a otro maestro; su objetivo es enseñarle a percibirse como Dios encarnado.
Para él no existen las limitaciones ni la negatividad ni el mal, todo eso es mera ilusión; para él sólo existe el Espíritu, la Unidad, a la que tarde o temprano todos regresaremos, por eso respeta los procesos de desarrollo de las entidades con las que se encuentra, sin juzgarlas ni criticarlas, y se mantiene al margen hasta que el otro le pide ayuda.
Para armonizar Sahasrara, una práctica sencilla es pasear por la naturaleza, abriéndonos a la experimentación de ésta: andar con los pies descalzos en la tierra, meditar junto a un árbol intentando sentir la energía de cada ser vivo e intentando escucharles. Esta práctica debe hacerse con tiempo…
Conviene dedicar un tiempo diario a estar en silencio total, hacer retiros regularmente y meditar en la cima de una montaña.
También son formas de equilibrar el séptimo chakra: comer con moderación, respetando el reino animal, acercándose de una manera progresiva a la dieta vegetariana y haciendo ayunos con cierta periodicidad; dormir moderadamente y meditar antes y después.
La práctica de yoga, taichí o chi-kung son formas de estar conectado al espíritu, logrando flexibilidad. Practicar diariamente la unificación de los chakras nos ayuda asimismo a estar centrados en nuestra divina presencia. Aconsejamos además el trabajo con las piedras, esencias e inciensos, así como la cromoterapia: vestirse de violeta, blanco o dorado o envolverse en esos colores a través de la visualización.
Un ejercicio que puede ayudarnos a realizar de una manera consciente la alineación vertical, de la que hablábamos, es realizar un pacto con nosotros mismos para estar al servicio de nuestra Divina Presencia
Este pacto en realidad lo hacemos de una manera tácita al iniciar nuestro viaje del héroe personal. Realizar un ritual puede ayudarnos a reforzar esa intención dentro de nosotros, porque hablaremos con el lenguaje del inconsciente, que es simbólico.
En momentos de duda o de crisis nos lo recordará. Cada persona puede llevar a cabo el ritual como sienta o quiera. Una meditación en un lugar sagrado es suficiente, pero yo recomiendo que se haga con un padrino o madrina que lo oficien, si es posible, ya que de esta manera se tienen testigos de la ceremonia. Es muy importante que se convoque a nuestros guías personales, les conozcamos o no, y se invoque protección. La parte fundamental es la de los votos. Éste sería un ejemplo:
Juro que entrego mi vida a mi Espíritu. Mi pacto con mi Yo Soy trasciende la voluntad de mi ego, sus miedos y sus deseos. Me pongo completamente al servicio de mi Ser para cumplir mi Plan Divino. A partir de hoy me convierto en un guerrero de la luz. Si en algún momento olvidara este pacto, pido ayuda a mis guías y al Universo para que intervengan y me lo recuerden de alguna manera
Yo Soy el que Soy, Yo Soy el que Soy, Yo Soy el que Soy.
Durante ese día se recomienda comer ligeramente, alimentos frescos o cocidos con poca grasa: vegetales, fruta, yogures, hidratos de carbono de harina integral. Se recomienda no ingerir proteínas, azúcares, grasas o alcohol. Después del ritual se puede hacer una celebración.
Pero todo esto será vano si no mantenemos una actitud constante de no juicio, amor incondicional, compasión y humildad con nosotros mismos y con los demás. Y un afán continuo de búsqueda y limpieza interna
La apertura y equilibrio de Sahasrara se consigue manteniendo equilibrados el resto de los chakras, lo que significa que nuestro Yo Soy es el director de la orquesta de todas las partes de nosotros mismos, que en armonía componen la sinfonía de Dios.
María José Álvarez Garrido. Chakras. El viaje del héroe