Ajna: Me dejo guiar por la sabiduría de mi alma

Ajna: Me dejo guiar por la sabiduría de mi alma

INTRODUCCIÓN

A este chakra – Ajna – se le conoce como el Tercer Ojo. Está localizado ente las cejas y ligeramente por encima de ellas, en el centro de la frente. Rige los ojos, la base del cráneo, el rostro, el cerebro y el sistema nervioso central.

Desde un punto de vista glandular, Ajna está conectado a la pituitaria, que es la hipófisis, también llamada glándula maestra, pues gobierna, a través de su actividad secretora, el funcionamiento de todas las demás. Es como el director de una orquesta. La hipófisis también ha sido llamada popularmente silla turca. Está conectada a la intuición y a las artes de la adivinación que tenían lugar en los oráculos de la Antigüedad, en concreto en el de Delfos de Grecia, templo que compartían el dios Apolo y el dios Dionisos. A las mujeres dedicadas a estas artes se las llamaba pitonisas, nombre que guarda relación con la glándula pituitaria.

Asimismo la pituitaria está relacionada con la glándula pineal, que es la que controla el reloj interior, el que marca el día y la noche. Se ha demostrado que entre la glándula pineal y la retina hay conexiones nerviosas. Es también la glándula que regenta el sistema endocrino y tiene la capacidad de regenerar y rejuvenecer todo el cuerpo.

Ajna también rige los dos hemisferios cerebrales de la capa del neocórtex (cerebro primate o tercer cerebro).

El hemisferio izquierdo es el lógico-matemático y está relacionado con el pensamiento racional, el lenguaje y la capacidad de deliberación. Rige el lado derecho del cuerpo y es el llamado cerebro masculino. Desde el ámbito de la educación y de la ciencia, es el cerebro que más se ha fomentado y se sigue fomentando. Es nuestra parte consciente. En Occidente es el más valorado y durante mucho tiempo fue el único admitido, especialmente en la época más patriarcal, en la que la cultura, apoyada en la religión, se ocupó de demonizar a la Diosa y a lo femenino.

El hemisferio derecho es el intuitivo y está relacionado con la creatividad, la capacidad artística. Dirige el lado izquierdo del cuerpo y es el cerebro femenino. Hasta ahora ha sido menospreciado y ridiculizado. Por la influencia de Oriente en Occidente y el cambio progresivo de conciencia que estamos experimentando desde hace algunos años, se está empezando a valorar poco a poco de nuevo. Es la morada del inconsciente.

También, y sobre todo, Ajna rige la mente. El cerebro controla y dirige el movimiento físico; la mente controla el cuerpo energético, porque la energía va allí donde dirigimos nuestros pensamientos.

Está conectado al segundo chakra; así, en Ajna se realiza la unión sagrada entre lo masculino y lo femenino, ánimus y ánima.

COLOR: EL COLOR DE LA NOCHE

El color de Ajna es el índigo, un color difícil de describir. No es violeta ni es azul marino, es el añil, un color a medio camino entre el azul y el violeta; el símil más cercano sería el azul de la noche en la hora azul, justo después de la caída de la tarde. En realidad, esta falta de definición está propiamente conectada con la función del sexto chakra: la intuición. Cuando intuimos algo tenemos una sensación vaga, una imagen difusa, un presentimiento que no puede ponerse en pie con datos objetivos, pero que está ahí, quizás durante un tiempo breve, como la hora azul, unos minutos antes del ocaso.

ELEMENTO

No hay elemento adscrito a este chakra.

SENTIDO: DESPERTAR

Tampoco hay sentido relacionado con el sexto chakra, excepto lo que se conoce popularmente como sexto sentido. Por su vinculación con la intuición y con ver más allá de las apariencias, Ajna se liga a la luz. Porque, en realidad, abrir el Tercer Ojo se traduce, desde un punto metafórico, en encender la lámpara de la conciencia, o lo que es lo mismo, despertar.

CONCEPTOS RELACIONADOS

Sabiduría

En Ajna reside la mente sutil. El reto del sexto chakra es el de desarrollar una mente impersonal, rescatando el propio poder de los viejos patrones que funcionan dentro de nosotros y crean nuestra realidad. Esos viejos patrones responden a lo que cada uno cree de sí mismo y a cómo concibe la realidad.

No hay que olvidar lo que venimos repitiendo a lo largo de estas páginas: cuando damos algo por verdadero, dentro de nosotros se convierte en una verdad indiscutible y comprobable. Con esas «verdades» que nos hemos contado, más los estereotipos y los patrones que viven como personajes en nuestra psique creamos nuestra vida de forma inconsciente. Y todo esto forma la mente contaminada, que muchas veces reacciona con ira, rabia, victimismo y ceguera. Ajna nos conduce a crear nuestra vida de forma consciente, con una mente impersonal y a través del desarrollo de la intuición y el discernimiento.

En realidad, en Ajna nos encontramos con la sabiduría. Ésta es un equilibrio de los dos hemisferios cerebrales: el pensamiento lineal, las dotes intelectuales con el pensamiento intuitivo, emocional, y la creatividad. La persona sabia ve con claridad, es objetiva y sabe discernir. No se ciega con ilusiones vagas. Se atreve a ver la verdad aunque no le guste. Se deja guiar por la intuición y sabe interpretar la señales. No se deja atrapar por emociones distorsionadoras, porque tiene inteligencia emocional. Sabe gestionar sus emociones y, lo más importante, sabe que está conectado al universo, que sólo es un engranaje en él.

La sabiduría es realmente lo que permite combinar los dos hemisferios cerebrales, hacer que se unan y formen un gobierno mancomunado dentro de nosotros. Con ello conseguimos dar salida a la creatividad, validar nuestras intuiciones y bajar a tierra nuestras inspiraciones.

Los guías

La sabiduría es la voz interna que nos inspira, nos guía, nos conduce. Es la voz de nuestro Yo Soy. Lo que nos ocurre normalmente es que tendemos a no confiar en sus palabras. Esto sucede porque nuestros hemisferios cerebrales no están armonizados; lo que brota de nuestra intuición no es validado por la lógica, la cual suele responder: «¡Cuánta imaginación tienes!». Para lograr dar esa coherencia, en mi consulta, recomiendo el trabajo con guías.

Los guías son lo que el doctor Brian Weiss denomina «maestros», y como él ha comprobado a través de sus más de siete mil viajes en el tiempo mediante de la terapia regresiva, todos somos asesorados, acompañados y conducidos por un equipo de guías que muchas veces no conocemos, pero que se ocupan de reajustar nuestra energía y nos ayudan cuando se lo pedimos.

Cuando a estos sabios les damos un rostro, un nombre y una historia, nos es más fácil escucharlos y dejar que nos guíen. Lo que en realidad estamos haciendo es ponerles una cara distinta a nuestro Ser, ya que los guías nos ayudan a acercarnos a quienes realmente somos. Dado que desde tiempos remotos estamos acostumbrados a situar el poder fuera de nosotros, nos resulta mucho más fácil que nos guíen otras entidades que escuchar nuestra propia voz.

El guía cumple la función de conducirnos, acompañarnos y aconsejarnos

Yo realizo el encuentro con el guía a través de una visualización a la que le precede una relajación mediante hipnosis. Llevo a la persona a un templo y en ese lugar sacro (que puede imaginar como desee) se produce el encuentro. A veces puede haber más de un guía, y según en qué momento pueden cambiar. Los guías a veces representan nuevos caminos que se abren ante nosotros en potencia.

Así, por ejemplo, cuando empecé a investigar sobre terapia regresiva, el guía que me apareció en aquellos momentos fue Brian Weiss, pero no porque yo me comunicara con este ser, a quien entonces ni siquiera conocía personalmente, sino porque representaba simbólicamente mi interés por el mundo de las regresiones. Él duró el tiempo que yo tardé en tomarme este interés como una misión vital; entonces fue sustituido por otros maestros.

Así pues, estos maestros pueden ser toda suerte de entidades: maestros ascendidos, arcángeles, elohims, ángeles o cuerpos celestes o personajes reales o ficticios que actúan como metáfora de aquello a lo que tenemos que prestar atención en un momento dado de nuestra vida. Un ejemplo de estos personajes ficticios como guías espirituales, que yo me he encontrado frecuentemente en consulta, es el señor Miyagi, un maestro chino de la película Katate Kid, en la que el sabio en artes marciales interpretado por Pat Morita convertía a un adolescente en un luchador, con perseverancia, respeto, amor y disciplina. El señor Miyagi estaría revelando en la psique donde apareciera como maestro espiritual la necesidad de constancia y disciplina para alcanzar metas.

En cualquier caso, la ayuda de los guías es indispensable en nuestro crecimiento personal y en el desarrollo del sexto chakra, ya que pueden ser ellos los que consigan que escuchemos y respetemos nuestra voz interna.

La objetividad

Por muy intuitiva que sea una persona, nunca logrará abrir su sexto chakra si prescinde de la objetividad. Ésta se conquista cuando uno consigue desprenderse de la visión subjetiva producida por los miedos, los prejuicios y los estereotipos; por patrones internos que nos llevan a ver la realidad de una determinada manera y que esconden una herida profunda que ha de curarse.

Un ejemplo claro de cómo la visión subjetiva nos impide ver la realidad es el de las personas que sólo son capaces de ver las respuestas fuera de tono de los demás o las ofensas de otros hacia ellas, pero no el modo en que su actitud ha generado estas respuestas. En realidad, todas las situaciones que les trae la vida reproducen aquella escena primera que les causó la herida.

Un caso ilustrativo de esto es el de un alumno que continuamente se enfrentaba a la misma circunstancia: la exclusión por parte de sus compañeros en el trabajo, en los grupos de amigos, en todas las situaciones. Él no era consciente de la causa que originaba su situación, de la actitud que la provocaba; sólo las padecía con un enorme sufrimiento, porque estaban reproduciendo la soledad en su infancia, sin un solo amigo. En consulta trabajamos la objetividad; le alenté a mirar cada situación desde fuera, saliéndose de su cuerpo y observándose. Poco a poco se fue dando cuenta de sus malas contestaciones, de sus faltas de consideración y de la invasión del espacio de los otros. Al cabo del tiempo se percató de que él también sometía a los demás.

Los cuentos de hadas: Caperucita Roja y Blancanieves

En el trabajo con los cuentos de hadas que practico en consulta y en los cursos, las personas poco objetivas suelen identificarse con Blancanieves y Caperucita Roja. Estos cuentos tienen en común la confusión y la inocencia de sus protagonistas. Tanto Blancanieves como Caperucita son engañadas, la primera por la madrastra y la segunda por el lobo. A pesar de ver la realidad, caen en el engaño.

A Blancanieves su madrastra la intenta matar contratando para ello a un cazador que la lleva al bosque; pero el cazador se apiada de ella y la deja libre, para lo cual engaña a la madrastra y le entrega como prueba del crimen el corazón de un cervatillo. El cazador le cuenta todo a la dulce niña y ella pasa su noche oscura en el bosque vivenciando sus miedos; luego encuentra una familia en los enanitos. Sin embargo, la madrastra acaba encontrando a Blancanieves y le tiende una trampa en la que ella cae por inocencia, es decir, por falta de objetividad, que se traduce en imprudencia.

En el caso de Caperucita, el lobo la aborda en el bosque y ella le cuenta que va a ver a su abuelita. Su madre le ha advertido del peligro de encontrarse al lobo, y a pesar de ello se para a hablar con él. Cuando llega a casa de su abuelita, el lobo ha encerrado a ésta en el armario y se ha puesto su ropa para engañarla. Caperucita, que está viendo la evidencia, pregunta al lobo: «Abuelita, abuelita, ¿por qué tienes esas orejas tan grandes?». Otra vez la inocencia, la confusión y la falta de objetividad.

El lobo, en el caso de Caperucita, advierte del peligro del autoengaño, y la madrastra, en el caso de Blancanieves, habla de la integración de la sombra para encaminarse al crecimiento. En realidad, los dos cuentos están expresando lo mismo, porque dejar de engañarse significa aceptar la vida tal y como viene, aceptar la verdad, nos guste o no, y actuar en consecuencia.

El final de los dos cuentos también lleva al mismo punto, aunque aparentemente sea distinto

A Caperucita y a su abuelita las salva un leñador de las fauces del lobo feroz. El leñador trabaja talando árboles, es decir, trabaja con la tierra; representa la cordura, tocar tierra, ser objetivo. Para salir del autoengaño basta con tocar tierra y observarse a uno mismo, mirando también al otro.

En el caso de Blancanieves, cuando muerde la manzana envenenada y perece, los enanitos la colocan en un ataúd de cristal, hasta que llega un príncipe (quien ya la había visto antes en su palacio y cuyo corazón se había prendado de ella) que la besa en los labios y, para su sorpresa, la despierta de su eterno letargo. El príncipe, símil del ánimus o parte masculina, es de nuevo la objetividad, asentada en el hemisferio izquierdo, que la rescata de la confusión, la subjetividad y la inocencia.

La persona que ha conseguido una postura interior de distanciamiento y objetividad tiene un sentido del yo tan completo que las influencias externas no ejercen ninguna autoridad en su conciencia. Porque la objetividad nos confiere poder personal, en el sentido de que no lo situamos fuera. Volviendo a los cuentos, tanto Caperucita como Blancanieves sitúan el poder en sus enemigos, por ello éstos logran hacerles daño. Cuando recuperamos el poder en nosotros, nada externo puede dañarnos. En este proceso interviene la conciencia y la claridad mental, que es la esencia de la sabiduría.

Pero ¿cómo se logra esta objetividad? Tomando conciencia del momento presente y fluyendo con él. Esto es muy importante, porque normalmente vivimos enganchados al pasado y proyectándonos en el futuro. La conciencia es la capacidad de vivir el presente deshaciéndonos de lo viejo y de buscar lo nuevo aceptando el devenir de las cosas. Aportar lo mejor de nuestras energías a cada situación, comprendiendo que escribimos nuestro futuro en este eterno presente es una clave para conquistar la objetividad. Debemos asimismo lograr una visión holística de lo que nos sucede. Esto se logra mediante el desapego y viendo las situaciones desde la distancia emocional, subiéndonos a lo alto y viendo el bosque, en lugar de obcecarnos en la visión del árbol. La visión holística nos permite movernos con destreza en esta realidad sabiendo que no es real. Esto se traduce en concebir la vida como un aprendizaje continuo.

Todo es maya

La filosofía hindú considera que, salvo el espíritu, todo lo demás es maya, es decir, no es real, es pura ilusión. Esta última es la palabra que emplea el budismo para decir lo mismo que el hinduismo.

Ajna nos ayuda a deshacernos de la ilusión. Ésta está formada por todos esos viejos patrones y creencias que nos hacen presos. Son las voces que nos dicen «tú no puedes» o que siguen haciendo que pongamos el poder fuera de nosotros. Y deshacernos de la ilusión implica tomar conciencia, cambiando las reglas de nuestro juego vital. Esas reglas están formadas por nuestras creencias y nuestras memorias (de esta vida y de vidas pasadas), por eso es fundamental limpiarlas y revisarlas. Cuando cambiamos las reglas suele producirse una criba en las personas que nos acompañan en nuestro camino, y es necesario avanzar algunos tramos en soledad; pero sólo durante un tiempo, porque cuando nos hemos afianzado en las nuevas reglas que brotan desde nuestro interior sintonizamos con las personas que son afines a esa nueva forma de percibir la vida.

El sexto chakra hace que entendamos que todo lo que vivimos es, como decía Shakespeare, un teatro en el que somos protagonistas y directores de nuestra propia obra. Desde Ajna sabemos que nada es real, porque hemos desarrollado una conciencia capaz de interpretar la vida desde un punto de vista simbólico. Pero aun asumiendo que todo es falso, sabemos actuar de la manera correcta en función de lo que necesitamos para nuestro crecimiento, desvinculándonos de los resultados.

El implante neutral

La conquista de una mente impersonal y objetiva que distingue entre realidad y maya o ilusión está relacionada con la propuesta del célebre Kryon. Muchos expertos en cosmología y metafísica aseguran que en los últimos tiempos distintas entidades canalizadas por seres humanos están dando pistas para agilizar la ascensión del planeta. Entre ellas, Kryon, maestro magnético jamás encarnado, y canalizado por el estadounidense Lee Carrol, propone la experiencia de una vida completamente diferente al hacernos conscientes de quiénes somos.

La comitiva de Kryon ha provocado, supuestamente, el desplazamiento de una de las rejillas magnéticas de la Tierra, y en consecuencia, según afirma Lee Carrol, el corrimiento del velo que nos separa de nuestra verdadera realidad.

En esta tierra nos toca caminar como seres duales, con Dios en nuestro interior pero recubiertos de nuestras experiencias diarias, que nos hacen olvidar quiénes somos realmente.

Kryon dice que somos ángeles intentando ser humanos. El nos propone la toma de un «implante neutral,» que implica limpiarnos de nuestro karma de vidas pasadas, para poner nuestro mapa de ruta en el punto cero.

Para entender el significado del implante neutral es importante distinguirlo de lo que Kryon llama «impronta». Ésta es todo atributo o característica que está en nosotros desde nuestro nacimiento. Estos atributos pueden ser nuestro signo astrológico, las lecciones kármicas que nos toca vivir, el color de nuestra aura, el tipo de cuerpo que poseemos, las defensas contra las enfermedades, la línea de vida que tengamos, el tipo de personalidad, así como las diferentes lecciones de vida que vivamos. La impronta en realidad es maya, es la ilusión de la que hablábamos antes, pues, supuestamente, elegimos una carta astral determinada, nacer de unos padres concretos, un punto del mundo seleccionado…, porque hemos de aprender una lección de vida; por tanto, no es real.

El implante neutral sería como la mente impersonal. Consiste en tomar distancia de nuestras circunstancias kármicas para alcanzar un grado mayor de iluminación y sabiduría, en la medida en que este implante nos conecta a nuestra Divinidad. El adjetivo neutral lo explica todo: es un implante que se ocupa de neutralizar el karma. Kryon afirma, a través de Lee Carrol, que el implante se obtiene con la intención.

Solicitar el implante neutral significa la manifestación ante el Espíritu de su completa disposición a reconocer que vino a esta Tierra para cumplir con su plan divino

Kryon insiste en que no existe una receta (ejercicio, meditación o ritual) para solicitar el implante. Lo importante es la existencia de una intención personal y sincera, realizada de corazón desde el interior del individuo hacia sus guías espirituales. Tampoco es cuestión de sentarse a esperar a que pasen cosas, sino de tomar la iniciativa de activar lo que se desea a través del autoconocimiento y adquiriendo la propia responsabilidad vital.

Ese mecanismo activará los karmas y propiciará las enseñanzas que cada persona necesite vivir para pasar a otros estadios evolutivos. Con la solicitud del implante neutral, el karma se acelera y se presenta para que vayamos enfrentándolo conscientemente. La forma de enfrentarlo determinará el tipo de experiencias que vivamos o el tipo de aprendizaje. No hay reglas sobre qué hacer o qué acontecerá; depende de nuestro grado evolutivo y de lo que queramos para que nuestro ser evolucione.

Objetividad no significa frialdad

Cuando se habla de objetividad es frecuente oír el comentario siguiente: «¿Pero volverse objetivo no es en cierta manera hacerse frío?». Efectivamente, parece que en el inconsciente colectivo se suele dar esta confusión: se iguala objetividad a frialdad. Sin embargo, es lo contrario. Cuando el sexto chakra percibe el sufrimiento de las personas o el del propio individuo, es empático, sabe cuidar, amar y curar desde el punto de vista personal. No olvidemos que la objetividad de Ajna se ha conseguido después de un largo camino en el que hemos aprendido a sobrevivir, a sentir y relacionarnos, a colocar nuestro poder, a amar, a expresarnos y a escuchar, y ahora nos abrimos al conocimiento. Por tanto, un sexto chakra abierto y equilibrado es incapaz de desapegarse del dolor ajeno o propio y de no consolar ni asistir al otro o a él mismo cuando lo necesita.

Pero sí hay que puntualizar que Ajna se plantea asuntos que no se planteaban los otros chakras. Mientras está acunando a una persona que sufre (o a sí mismo), sabe ver no únicamente el palpable dolor, sino lo que hay detrás de él, con qué conecta este dolor. Lo deja salir y ofrece su hombro al que llora, sabiendo que es fundamental hacer el duelo de toda tragedia, separación o sufrimiento, pero sin permitir que se produzca el enganche al dolor. Calcula y percibe la ganancia que ese dolor conlleva, fomenta la salida del túnel y alienta a dejar el papel de víctima para convertirse en héroe y heroína de su propia historia.

Por tanto, la conquista de la objetividad y la conciencia no tiene nada que ver con la frialdad, sino más bien todo lo contrario. Y una vez que se ha llegado a la sabiduría que brinda Ajna, uno adquiere un compromiso: estar al servicio del Yo Soy y de la comunidad.

Atrevernos a ver la verdad

Ajna nos impulsa a ver la verdad siempre en todas las cosas y situaciones, nos guste o no, y a tomar decisiones basándonos en esa verdad, no en nuestras esperanzas o en nuestros miedos.

El sexto chakra es esa voz interior que invita a una persona que sufre a hacer frente a la verdad y a actuar en consecuencia. ¿Cuántas veces hemos sentido que no éramos capaces de afrontar la verdad? Racionalizamos, nos engañamos, negamos la evidencia, nos aferramos a cualquier adicción con tal de no ver. Es algo que nos ocurre habitualmente en las relaciones que conllevan una implicación emocional: padres-hijos, parejas, amigos…

En el ámbito familiar, por ejemplo, muchos padres no quieren ver lo que les pasa a sus hijos: la pérdida de la virginidad en la adolescencia, la homosexualidad y, en general, todo lo relacionado con las relaciones sexuales, especialmente cuando implica atravesar la línea de lo social y culturalmente aceptado, suele ser obviado por los padres.

Esto se observa con claridad en ciertas familias en las que uno de los padres u otro miembro del clan abusa de un menor. Los adultos suelen cerrar su sexto chakra y no ven nada. No interesa ver, porque si ven y saben, ¿qué podrán hacer? ¿Qué decisión tomar? Mejor no ver, piensan. Y mientras el niño del que abusan se retuerce en el dolor y en la confusión, se plantea: «¿Será que no es real? Si fuera real, lo verían». Y allí sigue, agazapado e indefenso, sumido en el terror y la culpa.

También cerramos nuestro sexto chakra cuando no queremos ver nuestra sombra o cuando nos negamos a ver la sombra del mundo.

En un estudio realizado por mí durante la carrera sobre el modo en que la prensa de la última década de los cuarenta recogió el fenómeno del holocausto judío, descubrí que apenas ningún periódico de la época hablaba de los campos de concentración, y no por desconocimiento; simplemente preferían cerrar los ojos a una realidad obscenamente inmoral y cruel.

Es algo que todavía sigue ocurriendo, no sólo desde un punto de vista político o social, sino también familiar y personal.

Sólo cuando aprendemos que somos capaces de afrontar la verdad, nos convertimos en sabios, como Hécate, y asumimos la sabiduría de Ajna

Desde Ajna somos impulsados a entrar en las profundidades de lo salvaje, de lo instintivo, de la fuerza primigenia de lo femenino en nosotros mismos. Damos luz a la oscuridad. Es el contacto con la sombra, con lo reprimido en nuestro ser. Es un paso necesario para ser dueños de nosotros mismos. Si no conectamos con nuestra propia oscuridad y le damos luz, sanando las viejas heridas que la provocaron, no podremos apoyarnos en la parte más fuerte y sólo seremos luz en el viento, volando al son de la música tocada por el deseo de lo que otros proyecten en nosotros.

El lenguaje de los símbolos

Ajna nos ayuda a entender la vida desde el lado simbólico. Al crear una conciencia que penetra las apariencias del mundo ilusorio, desarrollamos la capacidad de entender todo lo que nos ocurre como una metáfora, y de esta manera somos capaces de comunicarnos cada día con nuestro Ser a través de su lenguaje, el de los símbolos. Nuestro Sí Mismo, como diría Jung, ubicado en el inconsciente, nos habla a través de códigos que se hacen patentes en los sueños, en las experiencias transpersonales como las regresiones, las meditaciones o las visualizaciones, pero también en nuestra vida diaria.

El fenómeno de la sincronicidad es una de las maneras que tiene nuestro Ser de hablarnos. En ocasiones puede parecer que los acontecimientos que nos suceden se deben a la pura casualidad o se derivan de una cadena de causas y efectos. Sin embargo, a veces tienen lugar eventos que no están asociados ni causalmente ni teleológicamente, pero tienen una relación significativa. Una vez, un paciente de Jung le describía a éste un sueño con un escarabajo y justo en ese momento, por la ventana del despacho, pasó volando un escarabajo muy similar al del sueño.

La sincronicidad puede interpretarse también en su aspecto simbólico; pueden ser señales que confirman algo determinado. Este fenómeno se da especialmente cuando una persona abre una puerta de su inconsciente, ya sea a través de un proceso terapéutico, unos cursos, un libro o en un momento que la persona siente como trascendental en su vida.

Pero además de las sincronicidades, nuestro ser nos habla en nuestro día a día. La conciencia simbólica nos permite interpretar cada día de nuestra vida de la misma forma que interpretaríamos un sueño o una sincronicidad. Por qué nos hemos vestido de una manera y no de otra, por qué nos hemos encontrado en nuestro camino a unas personas determinadas… Los números de las matrículas, los nombres de las calles, los carteles publicitarios…, nada está ahí por casualidad y nada sucede si no es con un fin.

La conciencia simbólica nos permite mirar las cosas con otros ojos y seguir las pistas de nuestro espíritu

Para desarrollar esta habilidad debemos conectar con nuestros propios símbolos, de ahí que sea indispensable el autoconocimiento al que nos hemos venido refiriendo.

Pero además debemos adoptar la práctica de la introspección, esforzándonos en tomar conciencia de lo que creemos y por qué. Debemos mantener una mente abierta siempre y tener claro que TODO lo que nos sucede, desde la hora en la que nos despertamos hasta el último vecino que coge el ascensor con nosotros, tiene un significado simbólico, a pesar de que no entendamos aún cuál es.

Trabajar con sueños y con toda manifestación del inconsciente nos ayuda a desarrollar esta conciencia. Los cuentos de hadas, la astrología, la mitología, la literatura o el arte también contribuyen a ello. Practicar el no juicio con uno mismo y con los demás, así como la objetividad, y aprender a gestionar las emociones, sin darle continente a la rabia, a la ira, a la autocompasión y al miedo ayudan del mismo modo a la conquista de la conciencia simbólica.

Crear la realidad

Cuando desarrollamos una conciencia simbólica, unida al autoconocimiento y a la intuición, estamos preparados para crear nuestra vida de una forma consciente.

Hasta este momento la hemos creado desde la inconsciencia, desde la idea que teníamos de nosotros mismos y de la realidad, y actuaba de forma mecánica. Como cuando ponemos el despertador a las siete de la madrugada y, aunque sea sábado, nos sigue despertando.

Sin embargo, cuando abrimos el sexto chakra, después de un largo proceso de autoconocimiento, estamos listos para cambiar la programación del despertador.

En el tercer chakra nos dábamos cuenta de que el poder reside en nosotros y aprendíamos a decretar lo que queríamos en nuestra vida; ahora, en el sexto, aprendemos a visualizarlo, a proyectarlo con imágenes.

Visualizar es imaginar con todo lujo de detalles una situación concreta

Yo, personalmente, he comprobado que funciona; de hecho, cuando quiero algo, lo visualizo, además de poner todos los medios para conseguirlo. A través de la visualización, por ejemplo, conseguí años atrás hacer radio, algo que un profesor de mi universidad me había desaconsejado que practicara: «Mejor dedícate sólo a escribir, no vales para el micrófono,» me había dicho.

Sin embargo, años después, la vida me ofreció la oportunidad de llevar una sección de mi especialidad en un programa radiofónico de una de las emisoras más importantes de este país. No quise desaprovechar la ocasión, aunque me moría de miedo.

Así, lo que hice fue visualizar que la parte de mí misma que tenía pánico al micrófono y que padecía una enorme timidez se quedaba en casa, y me llevaba a la radio mi capacidad de comunicación, mi creatividad, mi sentido práctico y la habilidad para lograr los objetivos que me proponía. Esas distintas partes de mí las veía como personajes arquetípicos extraídos de la mitología griega, pero con mi rostro.

De esta forma, visualizando cada día que iba a la radio, conseguía llevar mi sección con el beneplácito y la enhorabuena de la directora del programa. Conseguí hacer radio, algo que no he abandonado nunca, y de esto hace ya diez años.

Pero quisiera señalar que la acción de decretar y visualizar ha de estar acompañada de tesón, constancia y limpieza psíquica. Debemos revisar de una manera consciente si en nuestra psique existen patrones que no quieren que lleguemos a donde queremos, ya sea porque nos protegen de algo que ignoramos o porque hay una grabación inconsciente que dificulta la realización de nuestro decreto. Esto es muy importante, porque para crear la realidad de forma consciente hacen falta todos los pasos, no basta con uno.

Yo no habría conseguido hacer radio si no hubiera sanado a la niña tímida y si, al mismo tiempo, no hubiera trabajado seriamente en mejorar mi dicción, mi oratoria y mis guiones a diario. Si sólo me hubiera dedicado a decretar y visualizar no habría llegado muy lejos. Y lo mismo me sucede en otros muchos aspectos de mi vida.

Efecto mariposa

Desde el Tercer Ojo nos damos cuenta de que estamos conectados a todo cuanto existe.

Jung decía que todos los seres estábamos interconectados a través del inconsciente colectivo. En el Tercer Ojo, esto se convierte en una verdad universal. Cuando desarrollamos la objetividad y la conciencia simbólica, adquiriendo la maestría para escribir el guión de nuestra vida, nos damos cuenta de que nada sucede por casualidad. Asimismo, asistimos al entendimiento de que las decisiones que tomamos en nuestra vida afectan a todo el universo, porque somos un engranaje en un sistema enorme.

Es el efecto mariposa del que tanto se habla últimamente, tan importante en los tiempos que corren. En Ajna adquirimos la conciencia de nuestra unión con todas las cosas. Si nos abrimos además a la visión, podremos palparlo viendo cómo las energías y los campos astrales de todas las cosas están enlazados a los nuestros.

Esta conciencia de pertenencia a todo lo creado y de respeto nos confiere plenitud, que es otro de los poderes divinos del sexto chakra

En el sexto chakra nos sentimos completos porque desarrollamos la inteligencia emocional, que en realidad es la unión de la cabeza y del corazón. En el quinto empezamos a conocerla a través de la escucha de nosotros mismos y de los demás, pero hasta el sexto no la desarrollamos plenamente.

Esta inteligencia emocional se ocupa de unir nuestros hemisferios cerebrales y nuestras polaridades. Y sobre todo, nos conduce a la trascendencia y al entendimiento espiritual de lo que nos sucede y somos. De esta forma, salimos para siempre del victimismo y la autocompasión, bendiciendo y agradeciendo cuanto nos ha ocurrido como aquello que nos ha puesto en el camino hacia nosotros mismos. Esto es algo que ya se perfiló, como vimos, en el segundo chakra, pero ahora adquiere un sentido y una fuerza mayores. En Ajna nos sentimos plenos, completos, en paz, y entendemos que todo es por algo y todo es correcto, porque forma parte de nuestro plan divino.

Almas gemelas y espíritus afines

Ajna está relacionado con la integración de las polaridades. En este chakra dejamos de ser masculinos y femeninos para convertirnos en andróginos.

Todo el mundo ha soñado alguna vez con su media naranja. ¿Significa eso que estamos partidos por la mitad? ¿Dónde andará esa otra parte que supuestamente nos complementa?

Desde que abandonamos la pureza de la infancia y entramos en la adolescencia, con la revolución hormonal que ésta supone, nos sentimos emocionalmente cojos. A partir de ese momento emprendemos una carrera desesperada en la búsqueda de la pareja ideal. Hemos crecido en una sociedad que nos enseña directa o indirectamente que el éxito y la felicidad dependen de ello: encontrar el príncipe o la princesa de nuestra vida.

Quizás cuando somos niños y aún no hemos despertado a la sexualidad (como Adán y Eva antes de comer del árbol de la sabiduría) vivimos un amor sin etiquetas. El amor, llegue de quien llegue, es el mismo: padres, tíos, hermanos, amigos, profesores, incluso mascotas. Sin embargo, cuando hemos formado el ego, condicionados por él, sobreviene la distinción. Empezamos a compartimentarlo: amor paternofilial, fraternal, de amistad, a una afición, al trabajo, a los animales o a la naturaleza… Pero en la cúspide dorada de la pirámide, frecuentemente (no en todos los casos), está el amor de pareja.

En esa búsqueda idealizada del amor perfecto, nos olvidamos de amarnos a nosotros mismos

Pero el amor a uno mismo es imposible si nos consideramos una mitad de algo que espera a su otra mitad para ser feliz. La cultura derivada de un mundo consumista y materialista, atado a los logros, nos pone en fuga de nosotros mismos, llevándonos a pensar que el amor hay que encontrarlo fuera, cuando en realidad está dentro de nosotros.

La búsqueda de la mítica alma gemela pretende rellenar nuestro angustioso vacío interior. En nuestro inconsciente vive, lo queramos o no, la vieja idea idea platónica de los andróginos partidos por la mitad que todavía se buscan. ¿Por qué esa alma gemela tendría que ser del sexo contrario al nuestro? ¿Qué pasa con los homosexuales, no tienen ellos alma gemela?

Azena Ramanda y Claire Heartsong, supuestos canales del maestro ascendido Saint Germain, dan respuesta de forma coherente y brillante a estas preguntas en su libro Almas gemelas y espíritus afines. En él se explica que esta ardua y milenaria búsqueda de la pareja ideal se basa en que el otro es un reflejo de nosotros mismos. De esta manera, nos conocemos y entendemos en lo físico. Nos reflejamos en el otro. «Ciertamente —afirma— buscais con tanto ardor aquello que sois. Verdaderamente, aquello que sois queda ejemplificado, entendido y sentido como las emociones del amor. Eso es Dios. Dios es amor en su miríada de formas.»

Saint Germain distingue entre los espíritus afines y las almas gemelas

A lo largo de todo el libro se cuenta, de una forma metafórica, cómo la Fuente Divina emitió la contemplación de sí mismo, es decir, generó este universo dual, al principio, formado por una energía amorfa compuesta por trece esencias del alma. Éstas tenían distintas frecuencias, pero en realidad eran iguales. No conocían la polaridad, y Dios, en su deseo de experimentarla, se expansionó, y fragmentó estas trece esencias para recoger el conocimiento de la experiencia de lo denso y lo sutil, lo masculino y lo femenino.

Dentro de las subdivisiones de lo fragmentado, existen lo que él llama «cuerpo de almas». Cada uno de nosotros, hipotéticamente, pertenecemos a uno de ellos. Éstos se subdividen en grupos de frecuencias femeninas (negativas) y masculinas (positivas). Así, usted podría ser una de esas partes negativas o positivas. El conjunto de todos ellos, incluyéndole a usted, serían los espíritus afines. Si nosotros somos, por ejemplo, una de esas frecuencias femeninas, en el grupo complementario de frecuencias masculinas habrá una que resuena exactamente igual, que tiene una frecuencia y longitud de onda idéntica a la nuestra. Ésa sería nuestra alma gemela.

Los espíritus afines podrían existir en este o en otros planos, encarnados o no; podrían estar en otros planetas o en cualquier otro punto de experiencia de este universo. Quién sabe. Podrían ser nuestro padre, hermana, el portero de nuestra casa o incluso ese compañero de trabajo que no tragamos, o alguien encarnado en cualquier país de cuya existencia ni siquiera sospechamos.

Saint Germain sugiere que más tarde o más temprano nos fusionaremos con nuestros espíritus afines en el camino hacia la ascensión. Eso incluiría la fusión con nuestra alma gemela. Asimismo nos fundiríamos con el resto de los espíritus afines que pueblan todos los planos dimensionales, reuniéndonos de nuevo en esas trece esencias primigenias y reintegrándonos en la Unidad.

Hay que entender que esto que parece tan complejo en realidad es como el simple mecanismo de un yo-yo. Metafóricamente hablando, podríamos decir que Dios puso parte de su energía en el yo-yo. Lo lanzó, desenrollando este mundo dual, y cuando haya comprendido todo lo que le interesa de él lo volverá a recoger.

Cuanta más ansiedad tengamos por buscar al alma gemela menos posibilidades tendremos de hallarla

Sin embargo, si nos ocupamos de amarnos a nosotros mismos, de llenar ese vacío del ego amando a los demás y absolutamente a todo lo que nos rodea por igual, sintiendo que todos formamos parte del Uno, de alguna manera estamos adelantando el encuentro con nuestra alma gemela. De hecho, esta cita está planificada desde nuestro plan divino y llegará en el momento adecuado, según lo que considere nuestro Ser y no nuestro ego.

Siempre que se produce este encuentro hay un gran avance espiritual. Pero, como dice Saint Germain, que nadie se lleve a engaño, porque quizás no sea esa mujer u hombre ideal que esperamos como pareja. Puede que nos encontremos como madre e hija, hermanos, amigos o incluso enemigos. Puede que al encontrarnos no nos reconozcamos conscientemente, pero la experiencia, a pesar de las apariencias y las implicaciones culturales, conllevará una gran evolución espiritual.

Desde luego, también puede darse el encuentro de las almas gemelas como pareja, aunque ello no suponga obligatoriamente el paraíso. Que el encuentro sea armonioso o no dependerá del grado de evolución de ambos.

Si están en armonía, como afirma Saint Germain, de su fusión se desprenderá una luz inmensa que nutrirá a toda la humanidad, ayudando a la ascensión planetaria y conmoviendo hasta el último cimiento del universo. En realidad, todos somos Uno con el Todo.

El sexto chakra tiene que ver con la preparación para reintegrarnos en la Unidad. Esto supone que aquí se realizan todas las fusiones con espíritus afines y almas gemelas

El mencionado Lee Carrol, supuesto canal de Kryon, así como Bob Fissel, entre otros autores, coinciden en señalar que en este momento tan especial que está viviendo el planeta, muchas de las personas que están despertando a su Ser están integrando gran parte de sus espíritus afines como ayuda a la ascensión planetaria. Es importante aclarar que esto se está dando de forma independiente de si el sexto chakra está abierto o no.

Sin embargo, el trabajo con los chakras, y en concreto con Ajna, es el camino hacia la integración de estas energías, porque la práctica con nuestros propios vórtices traza un mapa hacia la ascensión.

Es importante entender que lo que nos pasa a nosotros le está pasando también a nuestras otras partes. El impacto de las experiencias nos llega a nosotros. Todo lo que nos amemos y avancemos les beneficia a ellas. Los expertos en el tema que nos ocupa hablan de la inexplicable tristeza que a veces sentimos y que no nos pertenece, que viene de muy lejos. Otra es alegría sin causas aparentes. Estas extrañas emociones pueden proceder de esos espíritus afines.

He de decir que puede trabajarse de forma cosnciente con los espíritus afines y también con el alma gemela. Además, muchas de las herramientas para ello son formas de sanar y equilibrar el Tercer Ojo. Una manera sencilla de conectarnos a nuestros espíritus afines es mandarles amor y alegría en nuestras meditaciones diarias. Podemos hablarles o escribirles cartas en las que les animemos y les digamos que todo está bien, que nada es real, que todo esto es un juego.

Otra forma es visualizarnos encabezando una larga fila con nuestros espíritus afines detrás. Les pedimos que se alineen para aunar fuerzas y que nos apoyen para juntos cumplir nuestro Plan Divino

Asimismo podemos programar nuestros sueños para visitarles y recibir mensajes de ellos. Esos sueños, si se recuerdan, podrán después interpretarse de forma simbólica. Si no, el mensaje habrá sido asimilado de igual manera. La terapia regresiva también puede ser una herramienta para acercarnos a estas almas. Son las famosas experiencias de vidas paralelas. Si se sana lo acontecido en la regresión a través no sólo de la liberación de la emoción, sino de la reprogramación basada en el aprendizaje extraído de esa vida, se establece un puente directo en la unión con ese espíritu afín.

Por último, un ejercicio que es de gran ayuda para establecer la unión interna con el alma gemela es la boda alquímica entre nuestra ánima y nuestro ánimus. Es decir, entre nuestra parte femenina y  masculina. Esto nos conduce a la totalidad interna, condición necesaria para posibilitar el anhelado encuentro. Es importante señalar que el alma gemela sólo puede materializarse en nuestra vida cuando hemos alcanzado un alto grado de madurez emocional, espiritual y mental. Pero, sobre todo, el aprendizaje que entraña este anhelado hallazgo es el reto de amarse uno mismo y amar a todos los seres, estando al servicio.

Como dice el escritor argentino Enrique Barrios, al que entrevisté en el año 2002 sobre este asunto: «hemos de hacernos más doctos en la materia del Amor, que todos estudiamos en la escuela de la Vida. Hemos de ser mejores, menos agresivos, más veraces, menos despreciativos, menos indiferentes ante el dolor ajeno, más solidarios, más comprensivos, menos superficiales, más coherentes y consecuentes. Es decir, amemos por encima de todo».

Laura Hesperid también aporta algo interesante al tema: «Existe un mito sobre la unión de las almas gemelas, pues las vemos como el broche final de los cuentos de hadas: se casaron y fueron felices para siempre. Pero no es así. El alma gemela viene a arrancarnos la máscara, y tanto si se queda a nuestro lado como si desaparece, hará que nos quedemos con nuestra verdad desnuda para recorrer un camino que se nos deja abierto: el camino hacia nosotros mismos».

Por último, yo les aconsejo, si quieren encontrar su alma gemela: no la busquen, primero encuéntrense a sí mismos. Y entonces aparecerá.

Hieros gamos

Esta plenitud conquistada en Ajna está relacionada con la boda interna, la unión de nuestra ánima y ánimus, nuestra parte femenina y nuestra parte masculina. Nadie podrá experimentar jamás a Dios dentro de sí mismo, o lo que es igual, la plenitud de la que hablábamos antes, si no ha conquistado la coherencia entre lo que siente (ánima) y lo que hace (ánimus).

Hieros gamos es el matrimonio sagrado que cada uno deberíamos llevar a cabo con nosotros mismos, y que además es la base para que las relaciones de pareja funcionen, ya que, como vimos en el segundo chakra, la mayoría de los problemas conyugales hallan un origen en la desconexión de nuestra parte femenina y nuestra parte masculina, puesto que a menudo no nos sentimos de acuerdo con lo que hacemos y al revés. Si a esto le añadimos la demanda inconsciente de que el otro (la pareja) nos colme en aquello no realizado en nuestra infancia, la incoherencia entre lo femenino y masculino se hace patente dentro de nosotros.

La coherencia se logra descubriendo cuáles son nuestras fantasías de realización y llevando a cabo lo que Jung llamó la coniuctio, término usado en alquimia para referirse a combinaciones químicas. Psicológicamente, indica la unión de los opuestos y el nacimiento de nuevas posibilidades.

«El origen cristiano de la coniuctio es la doctrina de Cristo y la Iglesia, sponsus y sponsa, donde Cristo adopta el rol del Sol y la Iglesia el de la Luna. El origen pagano es, por una parte, el hieros gamos, y por otra, la unión marital del místico con Dios.» Esta boda mística es el matrimonio sagrado del que hablábamos antes: una unión a través de la cual hombre y mujer crecen y son capaces de realizar algo importante, abrir una puerta, transmutar y cambiar algo en su mundo. Por medio de este enlace sacro, un hombre y una mujer pueden unirse para construir algo distinto, algo revolucionario, algo con entidad y vida propia, basado en el amor consciente, el respeto hacia el otro y la necesidad de evolución y crecimiento.

Pero antes de que ambos miembros de la pareja se unan, deben hacer cada uno su propia boda alquímica, cada uno con él mismo. Esto es, la unión de los opuestos en uno mismo: el logos (principio masculino) y el eros (principio femenino); la boda mística del ánima y ánimus.

Una de las prácticas simbólicas más recomendables es el ritual del hieros gamos: la boda interna de nuestro lado femenino y masculino, que puede llevarse a cabo como una meditación guiada o visualización.

En ella es fundamental representar dos bodas.

Una sería la unión de los dos hemisferios cerebrales a través de un caballero y una dama. Ambos recogerán un báculo de poder y serán coronados por nosotros, y en los votos se jurarán que su gobierno será mancomunado y que nunca abdicarán el uno en favor del otro.

Cuando se haya hecho esto uno puede encaminarse ya a su boda alquímica con el alma gemela. En este caso, los heterosexuales encontrarán una persona del sexo contrario y los homosexuales una de su mismo sexo.

No deberán ser sus parejas actuales o pasadas, sino personas desconocidas, inventadas o reales, pero no accesibles (por ejemplo, un actor o actriz) y con los atributos que le pedimos a nuestras parejas o aquello que queramos incorporar dentro de nosotros (por ejemplo, cuando yo hice mi boda interna proyecté un cartógrafo y un mago, para darle dirección a mis acciones y aprender a crear mi vida).

Deberemos elegir un lugar para nosotros sagrado e imaginarnos especialmente arreglados para la ocasión (podemos hacerlo arreglándonos de verdad y llevando las chicas un ramo de flores). Por último, el momento más importante es el de los votos. Se jurarán amor eterno y apoyo mutuo. Nosotros le prometeremos a nuestra pareja que incorporaremos todos sus atributos y no los proyectaremos.

El hombre le jurará a la mujer protección y acción: «Siempre te protegeré y nunca dejaré de seducirte» y el ánima le prometerá al ánimus: «Apoyaré todas tus decisiones y seré tu descanso». Esto último no debe ser entendido como un discurso machista. Es estrictamente simbólico. Representa la parte emocional apoyando a la parte de acción dentro de uno mismo. Él le entregará a ella una espada que colocará en el plexo solar y ella a él un grial, que colocará en su corazón. El diálogo se repite asimismo en el caso de parejas homosexuales.

Este ritual resulta increíblemente efectivo, especialmente si se hace apoyado con todos los recursos externos posibles, es decir, con flores, trajes (aunque no sean de novia y frac, sí de noche o algo más especiales) y una celebración con cena y vino después. Conectando con nuestra inteligencia simbólica entendemos que si hablamos a nuestro inconsciente en su mismo lenguaje (el ritual y la visualización es el lenguaje de los símbolos), el mensaje entra de una manera más directa que con las palabras.

Capacidad de sanar

La apertura del sexto chakra en combinación con la del cuarto y el séptimo conducen a la sanación consciente. Cuando el corazón está abierto y hay una intención de amor, todos sanamos, hagamos lo que hagamos, desde andar por la calle hasta meditar. Pero cuando una persona se autoconoce y ha desarrollado una conciencia simbólica y un equilibrio entre su mente racional e intuitiva, tiene la capacidad de curarse a sí misma y de curar a otros. La vía de la curación de Ajna es a través de la visualización. La sanación a distancia del Reiki tiene que ver con el sexto chakra y toda forma de visualización.

Un ejemplo es la meditación curativa que practica el doctor Brian Weiss. En ella, a través de una relajación, la persona se pone a hablar con su síntoma, ya sea físico o psicológico. Yo trabajo así

 casi todos los temas de consulta con unos resultados óptimos. El síntoma le cuenta a la persona cuál es su origen (aquí interviene generalmente la regresión a esta u otras vidas), de qué le está protegiendo (todos nuestros síntomas los hemos creado nosotros de forma inconsciente para que nos salven de una circunstancia real o algún temor), y una vez que se sabe esta información, se le da las gracias y se le pide que se transforme en algo que ayude a la persona en su proceso de recuperación.

Las personas que han curado ciertas enfermedades a través de la visualización de células sanadoras o luces de colores que regeneraban las células enfermas son un ejemplo de la sanación de Ajna

Yo me curé una alergia de piel crónica de esta manera. Sobresaturada de tomar antihistamínicos durante un año entero, decidí un buen día que ya estaba bien, que ya había entendido su mensaje, pero era hora de que se acabara. Durante un mes visualizaba que una ducha de energía blanca purificaba mis células, otra de energía verde las sanaba y otra de energía violeta transmutaba todo lo que me estaba haciendo daño. Así conseguí acabar con unos picores de piel que hacían que me provocase rasguños y costras.

También están relacionadas con Ajna las reuniones de personas que meditan para elevar la vibración del planeta. Esto contribuye a la sanación de la Tierra. Una forma de practicar la sanación de Ajna es que cada uno de nosotros en nuestras meditaciones diarias dediquemos un tiempo a enviar luz desde nuestros corazones a la Tierra con intención sanadora. Esto, contrariamente a lo que puedan pensar algunas personas, no nos empobrece, al revés, nos enriquece, porque al dar energía, la recibimos por otro lado.

María José Álvarez Garrido. Chakras: el viaje del héroe

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