Muy rico, pero muy desdichado

I.-

Soy un hombre muy rico, pero muy desdichado. . . ¿Puedes decirme por qué?».

«Porque empleas demasiado tiempo en hacer dinero, y demasiado poco en practicar el amor», le respondió el Maestro.

II.-

Preguntó un filósofo: «¿Cuál es la finalidad de la creación?».

«Hacer el amor», respondió el Maestro. Y, más tarde, les diría a sus discípulos:

«Antes de la creación, el amor era; después de la creación, el amor se hace. Cuando el amor se haya consumado, la creación dejará de ser, y el amor será para siempre».

III.-

En sus años jóvenes, el Maestro había viajado por todo el mundo. Hallándose una vez en el puerto de Shangai, oyó un griterío cerca de su barco. Al mirar hacia allá, vio cómo un hombre, inclinado sobre la borda de un junco cercano, sujetaba por la coleta a otro hombre que se debatía frenéticamente en el agua.

El del junco sumergía al otro de vez cuando en el agua y lo volvía a sacar.

Luego discutían ambos durante un minuto, o algo así, hasta la siguiente zambullida.

El Maestro llamó entonces al grumete y le preguntó de qué discutían. El muchacho sonrió y dijo: «No discuten, señor. El del junco le pide al otro sesenta yuans por no ahogarle, y éste sólo ofrece cuarenta».

Tras las lógicas risas de los discípulos, el Maestro dijo: «¿Hay uno solo de vosotros que no ande regateando con la única Vida que hay?» y todos guardaron silencio.

Anthony de Mello

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