Mirar desde la cabeza

Mirar desde la cabeza

Mientras crecías, todos te enseñaban y condicionaban a seguir la experiencia de tu cuerpo y mente, y tu identidad se movió hacia el cuerpo y la cabeza. Ya que tus ojos, oídos, nariz, órganos gustativos y cerebro están todos en la cabeza, tu consciencia e identidad se centraron allí, por ende, desde ahí es que ahora miras, sientes y percibes.

Y ya que tu consciencia fluye por tu cabeza, es moldeada por tus pensamientos. Esto no importaría si sólo tuvieses un pensamiento ocasionalmente, pero la mayoría de nosotros tenemos mentes muy activas. En consecuencia, la consciencia es profundamente moldeada y limitada por tu tendencia a fluir a través de la cabeza. Cada pensamiento que surge, lleva a nuestra consciencia en un viaje a través de paisajes interiores de dudas, preocupaciones, esperanza y suposiciones.

La mayoría de las veces estos paisajes interiores tienen sólo una pequeña relación con lo que en realidad está sucediendo; muchas veces no tienen absolutamente nada que ver con la realidad. ¿Alguna vez has pensado que alguien estaba enfadado contigo, y luego te enteraste que solamente se encontraba con un fuerte dolor de espalda?

Poner la atención en los pensamientos

Entonces, ¿por qué ponemos tanta atención a nuestros pensamientos? Porque, de vez en cuando, son correctos. Cada cierto tiempo, un pensamiento corresponde a algo allá afuera. Y, como cualquier estudiante de psicología sabe, una recompensa o triunfo intermitente ofrece un refuerzo más fuerte que uno constante. Y tu consciencia termina fluyendo a través de tu cabeza y tus pensamientos.

¿Cómo es la consciencia cuando fluye a través de nuestros pensamientos? ¿Qué efecto tienen los pensamientos sobre la consciencia en sí? Cuando la consciencia fluye a través de los pensamientos se reduce. Cuando la consciencia se encadena a un pensamiento, toma el tamaño y la forma de esa experiencia. Esto no es malo; a veces hasta tiene algún valor para la supervivencia, pero también nos limita. Cuando nuestra consciencia es reducida, nos perdemos aquello que está sucediendo.

Ejercicio

Por un momento, pon tus manos alrededor de tus ojos, como si fuesen unos prismáticos. ¿Tu nivel de consciencia de la habitación en la cual te encuentrsa, crece o disminuye? La habitación no se hace más pequeña; lo que sucede es que tu consciencia de la habitación disminuye — ahora ves menos de ella. Ahora fíjate: ¿La parte de la habitación que no puedes ver, se agranda o reduce? Por supuesto, la sensación es que lo que no ve, crece.

Vivimos en nuestra cabeza

El efecto neto de la impronta con nuestro cuerpo y, en especial, con nuestra cabeza y pensamientos, es que uno tiende a ver hacia afuera desde la cabeza: Vivimos en nuestra cabeza, y miramos hacia afuera desde allí. Vemos, olemos, oímos, sentimos y nos hacemos preguntas acerca de la vida desde nuestra cabeza. Eso significa que aquello que ves, hueles, escuchas, sientes y te preguntas está limitado y filtrado por tus pensamientos. Los pensamientos median entre tú y la realidad, interfieren con la capacidad de ver la realidad de manera más completa y pura. Los pensamientos le dan color, lo cambian y te muestran sólo parte de la realidad. De algún modo estás viviendo en un sueño, todo por estar mirando desde tu cabeza y tus pensamientos.

¿Cómo sería mirar desde el Corazón?

Pero ¿qué tal si hay otra manera de mirar las cosas y que moldea al mundo de una forma totalmente diferente—tan distinta que el mundo ni parece ser el mismo? ¿Cómo sería mirar desde el corazón?

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