Los 10 errores más comunes en el camino espiritual. Décimo: Creer que uno no puede enojarse, temer, o sentir cualquier otra emoción negativa por estar en el camino espiritual
Esta creencia nos lleva a una gran represión de la ira y de los enojos, que hacen su reaparición más tarde bajo la forma de rencor, crítica o rechazo.
Mientras estamos en el plano terrenal, vivimos la sensaciones y las emociones de este plano. Algunas de ellas son muy placenteras, otras no.
El tener un conocimiento intelectual acerca de la acción destructiva de ciertas emociones no las hace desaparecer.
Uno puede saber lo malo que es el enojo y, sin embargo, no puede evitar enojarse.
En realidad, uno sí puede evitar enojarse, o asustarse o angustiarse, pero eso exige un entrenamiento.
Durante dicho entrenamiento, hay momentos en que podemos dominar la rabia y la ansiedad, y otros en los que nada puede calmarnos.
Una vez que aparece el enojo, lo mejor es descargarlo de la manera más positiva posible.
Es mucho peor reprimirse e intentar decir: «Todo está bien en mi mundo», cuando uno internamente está sintiendo el deseo primitivo de querer atacar a alguien.
La mayoría de las personas que transitan el terreno espiritual son muy exigentes consigo mismas y pretenden erradicar completamente de sus vidas este tipo de reacciones.
Esto no resulta desacertado pero se logra a través de un proceso.
Date permiso
Sé amable contigo mismo y, de vez en cuando, date el permiso necesario para errar, golpear un almohadón, gritar, llorar y expresar, como mejor te resulte, todas las emociones negativas que te toca vivir.
La mayoría de los errores aquí enunciados están generados por la actitud crítica de nuestro propio ego.
El ego no puede desaparecer por que necesitamos de él para actuar en este plano.
La «solución» es ponerlo alineado con nuestro Espíritu.
Amablemente, le podemos decir al ego que:
«A partir de ahora, deberá seguir las indicaciones de un nuevo Maestro amoroso, amable, paciente y permanente, que nunca juzga y que sabe que siempre estamos haciendo lo mejor que podemos».
Si seguimos las indicaciones de nuestro Maestro Interior, nunca podemos fallar.
Horacio Valsecia