No es verdad que sea consustancial tener una voz en la cabeza que habla sin parar
Cuando el ego está al mando…
Basta con que se reflexione o medite un momento para constatar que los pensamientos acuden a la mente sin previo aviso, de manera espontánea y sin autorización por nuestra parte, sin que intervenga nuestra voluntad. Parecen obedecer al dictado de algo o alguien ajeno a nosotros mismos, como si estuviéramos poseídos por una entidad extraña con sus propios deseos y prioridades.
Nos cuesta enorme trabajo cortar ese flujo permanente y descontrolado de pensamientos. También resulta difícil concentrarse en uno concreto, pues enseguida otros pugnan por entrar en escena. Y su autonomía llega al extremo que ni siquiera podemos evitar aquéllos que nos desagradan; por más que nos fastidien, vuelven a aparecer cuando les viene en gana.
Es más, los pensamientos han logrado tal poder que aceptamos su dominio como lo más normal del mundo. Cada uno de nosotros y la civilización y cultura vigentes, la visión imperante, estima lógico que no podamos poner coto a su ritmo incesante, centrarnos en uno específico o liberarse de los que nos disgustan.
Pero esto es una gran mentira:
No es un hecho consustancial al ser humano tener en el interior de la cabeza una especie de voz que habla sin parar y con autonomía y criterio propios.
Esto se produce cuando el referido piloto automático está encendido. Si el ser humano eleva su grado de consciencia, el piloto se desactiva y el Yo verdadero toma la dirección, teniendo capacidad sobrada para controlar la mente, ya sea para acallarla o para concentrarla en un tema o asunto concreto sin interferencias o injerencias de pensamientos no invitados.
Cuando aumentamos el nivel consciencial, los pensamientos están a nuestro servicio y no nosotros al servicio de ellos.
Emilio Carrillo