El retorno a Dios
Cuando dos personas que se aman han peleado y quieren juntarse de nuevo, es de gran utilidad recordar los momentos felices que vivieron juntos en el pasado.
En momentos de crisis espiritual vuelve con tu imaginación a alguna escena en la que experimentaste la bondad de Dios y el amor que te tiene… del modo que sea… Permanece con él y acepta de nuevo el amor de Dios… Ahora vuelve al presente y habla con Dios.
O retorna a aquel acontecimiento en el que te sentiste muy cerca de Dios… o en que sentiste profundo gozo y consuelo espiritual…
Es importante que re-vivas el acontecimiento en tu imaginación y no te limites simplemente a recordarlo… Tómate todo el tiempo que sea preciso… Esta re-vivencia despertará de nuevo los sentimientos que tuviste entonces: gozo, intimidad, amor… Asegúrate entonces de que no quieres escapar de aquellos sentimientos; por el contrario, trata de mantenerlos todo el tiempo que puedas… Quédate con ellos hasta que percibas una sensación de paz y de contento. Entonces vuelve al presente…
Habla con el Señor durante algunos minutos y pon fin al ejercicio
La observación de pararse en esos sentimientos placenteros es importante porque, aunque parezca extraño, la mayoría de las personas toleran muy poco los sentimientos positivos. Tienen un sentido profundamente enraizado de inutilidad que les hace huir instintivamente de todo lo que sea, sensaciones placenteras incluso momentáneas, o les crean complejo de culpa, o piensan que no merece la pena, o lo que sea…
Vigila esta tendencia y asegúrate de mantener estos sentimientos dentro de ti, sentimientos que reviven los momentos deliciosos que pasaste en la compañía del Señor.
Algunos santos solían escribir una nota sobre las experiencias místicas que vivían. Guardaban así una especie de diario de su trato con el Señor. No te recomiendo que escribas largos relatos de tus experiencias espirituales. Pero, si la experiencia ha sido muy intensa, una nota breve puede ayudarte más tarde para volver a Galilea…
Una de las tragedias que padecen nuestras relaciones amorosas con Dios, con nuestros amigos y con otras personas queridas es nuestra enorme facilidad de olvido.
Anthony de Mello
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