Dios en mi respiración
Cierra los ojos y practica los ejercicios de hacerte consciente de las sensaciones de tu cuerpo durante algunos minutos…
Pasa después a caer en la cuenta de tu respiración tal como lo hemos descrito en el ejercicio precedente y mantente ahí durante algunos minutos…
Piensa ahora que el aire que respiras está cargado del poder y de la presencia de Dios…
Concibe el aire como un océano inmenso que te rodea… un océano divinamente coloreado por la presencia y por el ser de Dios… Cuando introduces el aire en tus pulmones estás metiendo a Dios en ellos. Ten en cuenta que cada vez que respiras estás sostenido por el poder y por la presencia de Dios…
Permanece ahí el tiempo que puedas…
Toma nota de lo que sientes cuando te das cuenta que introduces a Dios dentro de ti cada vez que aspiras…
Existe una variante de este ejercicio.
Arranca de la mentalidad de los hebreos tal como la encontramos reflejada en la Biblia. Para ellos, la respiración de la persona es su vida. Cuando una persona ha muerto, Dios le ha retirado su aliento. Esto ha sido la causa de su muerte. Si una persona vive es porque Dios mantiene su aliento, su «espíritu”, en ella. La presencia de este Espíritu de Dios mantiene viva a la persona.
Cuando aspiras, hazte consciente de que te invade el Espíritu de Dios… Llena tus pulmones de la energía divina que trae consigo…
Cuando expiras, piensa que expulsas todas las impurezas que anidan dentro de ti… tus temores… tus sentimientos negativos…
Imagina que ves cómo tu cuerpo entero se torna, radiante y lleno de vida por medio de este proceso de respirar al Espíritu de Dios, dador de vida; que expiras todas las impurezas que se esconden dentro de ti…
Mantente en este ejercicio todo el tiempo que puedas permanecer libre de distracciones…
Anthony de Mello
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