El sistema energético humano en la sabiduría de la tradición hindú

El sistema energético humano en la sabiduría de la tradición hindú

La mayoría de las personas considera que la realidad es sólo lo que se ve y se toca, es decir, lo material y su cuerpo físico. Todo lo que no puede entenderse con la razón deja de existir para ellos. Cuando ante los ojos de una persona se presenta un cúmulo de estructuras energéticas, movimientos, formas y colores que se hacen visibles alrededor y dentro del cuerpo físico, los sentidos no dan crédito y, por tanto, esos elementos son eliminados de la conciencia por inexplicables. Sin embargo, lo que ven algunos clarividentes de muestro sistema energético por poseer un don interno, y otros a base de entrenamiento, no sólo es tan real como nuestras manos, sino que es el motor de funcionamiento y existencia del cuerpo que sí es aceptado: el físico.

Este sistema energético está formado por cuatro componentes fundamentales:

Cuerpos energéticos

Chakras mayores

Nadis o canales energéticos

Chakras menores

Cuerpos energéticos

Los cuerpos energéticos están formados por el cuerpo físico (el único cuya energía está densificada en materia) y cuatro sistemas no materiales, cada uno con una frecuencia vibratoria distinta, que va en aumento a medida que la persona se desarrolla espiritual y personalmente. Shalila Sharamon y Bodo Baginski afirman que «son portadores de conciencia en determinados planos vibracionales y cuando su índice de vibración aumenta transmiten al hombre energías vitales, sensaciones y conocimientos superiores dentro de su ámbito de funciones específico». Pero nadie debe entender que estos cuerpos están totalmente separados entre sí. Ni el mayor experto en visión aural o la persona más clarividente pueden distinguirlos del todo. Se muestran simbióticos y la única forma de diferenciarlos es enfocar la mirada al área correspondiente a cada cuerpo. Constituyen elementos esenciales de nuestro sistema energético.

Estos cuatro cuerpos no materiales serían:

a)            Cuerpo etérico

b)           Cuerpo emocional o astral

c)            Cuerpo mental

d)           Cuerpo espiritual o causal

a)            Cuerpo etérico

También se le denomina «doble etérico». Tiene la misma extensión y forma que el cuerpo físico. Es la parte invisible de éste y por ella fluyen las corrientes vitales que mantienen activo dicho cuerpo físico, sin el cual la persona no podría utilizar las células de su cerebro. Por otro lado, vehicula todas las sensaciones físicas. Se percibe como una pequeña neblina gris alrededor del cuerpo, débilmente luminosa.

Nace en cada encarnación del hombre y se disuelve en el plazo de tres a cinco días después de su muerte física. Los cuerpos que permanecen tras la muerte, según los hindúes, son el astral, mental y causal, uniéndose al etérico en cada reencarnación.

Desde el etérico atraemos la energía solar a través del tercer chakra (plexo solar) y la energía  vital de la tierra a través del primero (chakra raíz); este cuerpo las acumula y a través de los centros y canales energéticos las distribuye por el cuerpo físico.

Cuando el cuerpo físico está saciado de estas dos energías vitales del Sol y la Tierra, el cuerpo etérico se irradia a través de los poros y los chakras, y ésta es el aura que ven los clarividentes: rayos dispuestos alrededor del cuerpo físico formando una especie de envoltura que lo protege de gérmenes y contaminantes, a la vez que irradian un flujo constante de energía vital hacia el entorno, que interacciona a su vez con nuestro sistema energético.

Esta protección natural cambia el viejo concepto de la enfermedad: no enfermamos por factores externos, sino debido a causas internas. Pensamientos y emociones bloqueadas y una forma de vida que no esté en consonancia con las necesidades naturales del cuerpo son factores que acaban consumiendo la energía vital etérica, lo que merma la irradiación natural energética. Y esto es algo que advierten quienes trabajan con la visión aural.

Los malos hábitos vitales resquebrajan ese manto protector de nuestro sistema energético , doblando y desordenando sus filamentos o rayos, de tal suerte que el clarividente advierte puntos ciegos en el aura, a través de los cuales entran vibraciones pesadas y bacterias, y por estos agujeros se escapa la energía vital. Las personas que se han fotografiado alguna vez el aura a través del sistema Kirlian han podido ser diagnosticadas de ciertas enfermedades que se registraban en su campo aúrico, ya que, antes de que cualquier enfermedad sea física, primero es etérica, por lo que, si se detecta a tiempo (antes de materializarse), puede tratarse y curarse desde el aura.

b)           Cuerpo emocional o astral

El cuerpo astral o emocional es el vehículo energético de nuestros sentimientos, de nuestras emociones y de nuestra personalidad. Cuanto más definida y desarrollada emocionalmente está una persona, más definido se muestra su cuerpo astral.

Todo lo que sentimos se refleja en el aura, que es un juego de colores irisados que cambian constantemente dentro de toda una gama de matices. Así, los bloqueos emocionales se perciben generalmente con nebulosas opacas y oscuras; sin embargo, cuando fluye la emoción y la persona abre su conciencia al amor y a la alegría, el campo astral se percibe con colores claros y transparentes.

El cuerpo astral vendría a ser como el inconsciente del que hablaba Jung. En él se hallan almacenadas todas las emociones que hemos vivido a lo largo de nuestra vida y que conforman los patrones de lo que nos creemos que somos. Desde esos patrones emitimos vibraciones, las cuales transmiten el mensaje inconsciente que enviamos al mundo exterior. Muchas de estas emociones se han quedado bloqueadas en algún momento de nuestra evolución. Allí se almacena la angustia, las sensaciones de soledad, el rechazo, la falta de autoestima…

Aquí es donde se realiza el principio básico de atracción mutua. Las frecuencias energéticas que emitimos desde nuestro sistema energético atraen vibraciones similares del entorno y se unen con ellas. Esto explica por qué la persona que vive, por ejemplo, en el victimismo, atrae maltratadores, etc. Lo que tememos, lo que queremos evitar, lo que no reconocemos conscientemente se acaba escenificando en personas y circunstancias que parecen salir a nuestro encuentro. Es el arquetipo de la sombra al que se refería Jung, lo que ocultamos a nuestra consciencia por no corresponder al ideal de nuestra máscara o persona y sólo vemos proyectado en otras personas y situaciones. Pero como la energía no se puede eliminar, al ocultarse sale distorsionada y nos asusta, haciendo que el entorno sea el espejo de todos los elementos que hemos escondido de la vida consciente.

Aunque conscientemente no queramos incurrir en ellas, las estructuras emocionales son eternas mientras de forma consciente no se iluminan y se transforman. No sólo son vitalicias, sino que perduran vida tras vida, debido a que el cuerpo emocional o astral no perece con el físico y etérico sino que, como explicaba antes, perdura tras la muerte, ensamblándose a los nuevos cuerpos físico y etérico de cada encarnación.

La manera de curar el cuerpo emocional es a través del cuerpo espiritual, pues es el que manifiesta la sabiduría, el amor y la bendición del Yo Soy o Sí Mismo, que es el  estado de totalidad. Desde aquí no nos juzgamos, ni dividimos las experiencias entre buenas y malas, sino que todo forma parte del aprendizaje del amor.

c)            Cuerpo mental

Los pensamientos, la capacidad de imaginar, la memoria, la posibilidad de visualizar, el razonamiento, la analítica, la reflexión abstracta, la intuición, la comunicación, el lenguaje y la deliberación son producidos por el cuerpo mental.

Tiene forma ovalada y su extensión depende del desarrollo mental de la persona. Un individuo poco desarrollado mentalmente muestra un cuerpo mental pequeño, como una franja de  energía blanca opaca. Cuanto más vivos son los pensamientos de una persona y cuanto más profundos son sus conocimientos intelectuales, más brillantes e intensos son los colores que irradia su cuerpo mental.

Por otro lado, como ocurre con el cuerpo emocional, el mental se rige por frecuencias. El pensamiento lineal y el lógico-matemático como forma de búsqueda de la verdad hacen vibrar este cuerpo a una frecuencia mínima. La mayor frecuencia es alcanzada cuando el campo mental es utilizado como vehículo de las verdades universales que proceden del cuerpo espiritual o causal y son integradas a través de la razón y transferidas a situaciones concretas, cuya solución está siempre en concordancia con las leyes universales.

Estos conocimientos, procedentes del espíritu, se manifiestan como intuiciones  y se acaban transformando en pensamientos verbales.

El cuerpo mental nos pone en contacto con la verdadera naturaleza de los acontecimientos. El acceso al espíritu desde él se consigue a través de la unión de dos centros energéticos: Tercer Ojo y coronario. Si está plenamente desarrollado, el cuerpo mental es un espejo del causal o espiritual.

d)           Cuerpo espiritual

También llamado causal, es la morada del alma, del Yo Soy. Se trata del cuerpo que más frecuencia vibratoria tiene, aunque ésta depende del grado de conciencia espiritual  de la persona. Si el individuo no está despierto a su Ser, el cuerpo espiritual será una pequeña franja de luz que, junto con su aura, sólo irradiará como mucho un metro alrededor de su cuerpo físico. Por el contrario, si la persona está despierta, su cuerpo espiritual puede irradiar hasta kilómetros de distancia, y sus colores serán suaves y brillantes, según afirman algunos expertos en el tema.

A través de este cuerpo experimentamos la Unidad interior con el Todo, nos unimos a los otros humanos; sólo necesitamos mencionar su nombre para sentirlos, aunque estén a kilómetros de distancia; pero también nos unimos a los animales, a las plantas, a los ecosistemas, a las piedras y a toda la expresión de la naturaleza.

Aquí está nuestra inmortalidad; a través de este vehículo conocemos la fuente y el destino de nuestra existencia y comprendemos el auténtico sentido de nuestra vida.

Chakras mayores

Chakra en sánscrito significa «rueda de conocimiento». Se trata de centros energéticos en movimiento que están distribuidos por nuestro cuerpo. Miden aproximadamente diez centímetros. Los hindúes los asemejan a flores de loto: nenúfares etéricos que se abren en nuestro cuerpo sutil conectando nuestros campos energéticos: rigen órganos, glándulas, funciones fisiológicas, emociones, sentimientos y pensamientos. Pero para que estos nenúfares florezcan hace falta que se despierte la Kundalini, una serpiente metafórica de energía que descansa enroscada en la base de la columna (primer chakra). La serpiente es el símbolo de la sabiduría y los yoguis aseguran que la semilla de la iluminación aparece en el ser humano dormida, esperando a ser despertada. Es la energía cósmica de la creación, Shakti, para la mitología india, y representa a la Diosa, madre de todas las manifestaciones de la creación.

El maestro español Ramiro Calle, toda una eminencia en yoga y orientalismo, utiliza un bello símil para explicar el funcionamiento de la Kundalini y los chakras. «Imaginemos que el hombre es una  gran casa con muchas habitaciones —nos cuenta—. Cada habitación es una potencialidad, pero muchas están cerradas y a oscuras. Necesitamos una lámpara para ir abriendo esas habitaciones y descubriendo qué encierra cada una de ellas. Las habitaciones serían los chakras y la lámpara es Kundalini, es decir, la conciencia, la sabiduría y la atención. Kundalini va despertando cada centro en función de las necesidades de la persona».

A medida que hay mayor consciencia en un individuo, va ascendiendo, despertando los diferentes chakras. Esta activación expande estos centros de nuestro sistema energético y acelera las frecuencias. La Kundalini permite que el hombre abra su conciencia y energía paulatinamente a todas las facultades que actúan en los distintos planos de la creación, integrándolas en su vida. Durante este ascenso, la Kundalini se convierte en una vibración diferente en cada chakra, correspondiente a las funciones del chakra respectivo. Esta vibración es mínima en el chakra raíz y plena en el coronario. Las vibraciones transformadas se reparten por el cuerpo energético y físico y se perciben como sentimientos, ideas y sensaciones físicas.

Los centros energéticos son un mapa interior a través del cual entramos en contacto con nuestra esencia integrando todos nuestros planos: el físico o material, el emocional, el mental y el espiritual. Hiroshi Motoyama opina que «somos un animal, un hombre y una divinidad».4 Esto está contenido en el sistema de chakras.

Se sabe que hay muchas de estas ruedas; todos los expertos apuntan a que hay doce principales, ya que es el número del universo (doce meses del año, doce casas astrológicas, doce signos  del Zodiaco, doce arquetipos psicológicos, se espera descubrir doce planetas…). Sin embargo, la filosofía hindú, en sus textos más antiguos, menciona unas 80.000, lo que supondría que casi cualquier partícula de nuestro cuerpo funciona como un receptor-transmisor de energía sutil. También consideran unos cuarenta como vórtices más importantes, concentrados sobre todo en algunas zonas del cuerpo: el cuello, el bazo, las palmas de las manos y las plantas de los pies, entre otras.

La tradición hindú reconoce siete centros mayores, los cuales están conectados a una vibración de sonido y de color, a un elemento, a un planeta, a una potencialidad psíquica, y hallan una correspondencia en el cuerpo físico

Se trata de una cuestión de resonancia y armonía. Por resonancia, mirar un color o escuchar un sonido produce en quien lo observa una vibración vinculada a un determinado  chakra. Esto se corresponde con una de las leyes fundamentales del universo, que enuncia que lo similar atrae lo similar. Hay tradiciones que también encuentran una correspondencia de los centros energéticos con la geografía del planeta Tierra. Muchos autores van más lejos incluso, al considerar los chakras como la astrología de los cuerpos sutiles.

Como el arco iris, son una gradación de colores y características que nunca llegan a estar completamente definidas, sino que cada centro contiene algo del anterior, perfeccionándose a medida que va ascendiendo la cadena. Cada chakra contiene toda la gama de colores. De hecho, no todos los maestros coinciden en el color y en las áreas que rige cada vórtice.

Algunos clarividentes y personas capaces de captar las energías sutiles describen, asociados a los embudos de energía de los chakras, un número determinado de pétalos para cada uno. El número de pétalos estaría determinado por los nadis (explicados en los epígrafes siguientes) que se adhieren a ellos. Lo que para unos son flores abiertas, para otros son radios de una rueda; otros, sin embargo, consideran que estos pétalos son tan sólo ilusiones ópticas debidas a la velocidad vibratoria de estos embudos de energía. A las velocidades más bajas de los primeros chakras les corresponderían pocos pétalos; sin embargo, a las frecuencias altísimas de Sahasrara podrían atribuírsele miles de ellos, como su propia traducción, del sánscrito, indica.

Aunque físicamente no pueden tocarse o detectarse, son de vital importancia, ya que interconectan los aspectos vitales del individuo: la salud física, las emociones, el espíritu y la mente.

Desde un punto de vista físico, los chakras están vinculados al sistema endocrino. Éste está formado por aquellos órganos que se encargan de producir y secretar sustancias denominadas hormonas hacia el torrente sanguíneo, con la finalidad de actuar como mensajeros, de forma que se regulen las actividades de diferentes partes del organismo. Este sistema, junto con el nervioso, ayuda a mantener los parámetros necesarios para una salud óptima, ajustando los niveles de secreción hormonal.

Pero además de estar vinculados al sistema endocrino, están conectados a las emociones. Cuando los centros energéticos están bloqueados por causas físicas o emocionales, encontramos disfunciones orgánicas o psíquicas en las áreas que dominan estas ruedas del conocimiento.

Así, cada uno de los siete chakras rige las glándulas de este sistema endocrino, pero al mismo tiempo también abarcan las distintas funciones psíquicas y áreas emocionales de la persona.

1. Muladdhara

Es el chakra raíz. Se localiza en la base de la columna, en el coxis. Es donde vive enroscada la serpiente Kundalini. Rige las glándulas suprarrenales, de forma triangular, que están encima de los riñones. Secretan una variedad de hormonas  entre las que se incluyen las que regulan  el metabolismo corporal de las grasas, proteínas y carbohidratos, además de controlar el equilibrio de la sal en los líquidos corporales. Producen asimismo la adrenalina, hormona primitiva de la supervivencia, concepto con el que está relacionado por excelencia el chakra basal. Su color generalmente es el rojo.

Está relacionado con la tierra: la seguridad material, los instintos sexuales y el dinero. Cuando este chakra está en armonía, la persona muestra una gran seguridad, se respeta a sí misma y a los demás, tiene sentido práctico y alegría de vivir. Sin embargo, con este chakra en desarmonía, padece inseguridad, baja autoestima y tiende a la agresividad.

2. Svadisthana

Reside en la región sacra. Son las gónadas,  es  decir,  los  órganos reproductores masculinos y femeninos.  Producen  las  hormonas  responsables  de  las características sexuales secundarias, como la gravedad  de  la  voz  y  la  cantidad  de  vello corporal. Testículos y  ovarios controlan el  desarrollo  sexual  individual  y su madurez,  así  como la producción de esperma en los hombres y de óvulos en las  mujeres. Su color es el  naranja. Es la creatividad, la sexualidad entendida como disfrute, el placer, la alegría.

Si Svadisthana está armonizado, la persona confía en la vida, desea ayudar a otros, vive en armonía todas sus relaciones y es tierna  y dulce. En desarmonía sufre  de  un  impulso sexual desequilibrado ,acusa problemas sociales e inestabilidad en sus relaciones personales. Los celos, la  necesidad de posesión y la rabia son frecuentes síntomas de bloqueos en el segundo chakra.

3. Manipura

Llamado también plexo solar, está ubicado por  encima  del  ombligo.  Es  el regente del páncreas, el estómago, el hígado y el bazo. El páncreas es el encargado de secretar sustancias esenciales  para  una   digestión  eficaz  de  los  alimentos.  Además produce insulina, que  ayuda a controlar el nivel de azúcar en la sangre. Su color: amarillo o dorado. Dicen que en  este centro está el poder de la persona, la fe y la autoridad. Es también el núcleo de la expansión; desde Manipura nos unimos con las personas, lanzamos cordones, que se  rompen cuando  nos separan circunstancias trágicas como la muerte, los enfados o el divorcio. En armonía se traduce en fuerza y coraje, y en desarmonía en baja consideración de uno mismo. Enfermedades físicas de este chakra serían la diabetes y las úlceras estomacales.

4. Anahata

Está en el centro del pecho; es el chakra corazón. Los yoguis dicen que aquí reside la morada del Ser. Rige el corazón, los pulmones, el timo y el sistema circulatorio. El timo produce hormonas que estimulan el crecimiento general, especialmente en las primeras fases de la  vida. Causa también un efecto purificador del cuerpo al estimular la producción de los linfocitos, los cuales forman parte del sistema defensivo de glóbulos blancos de la sangre, ya que atacan a los organismos invasores e inmunizan el cuerpo. La nueva medicina está demostrando que muchas enfermedades autoinmunológicas tienen un origen emocional y no se deben únicamente a causas físicas o ambientales. Su color es el verde.

Conecta con los sentimientos, la vida afectiva, la compasión, el afecto y el amor incondicional. En armonía, la persona confía y conecta con su propio ser y ama todo. Es un amor sin posesión, porque el miedo a no ser amado se desvanece. En desarmonía, se teme la soledad, el compromiso, la traición. Hay dependencia y melancolía.

5. Vishuddha

Ubicado en la garganta, rige las cuerdas vocales y la tiroides. La glándula tiroidal fabrica la tiroxina, que controla la tasa metabólica corporal, es decir, la eficacia con la que el cuerpo convierte el alimento en energía. Detrás de ellas están las glándulas paratiroides, que controlan el nivel de calcio en el torrente sanguíneo. El azul claro o turquesa es su color. Se relaciona con la comunicación, el verbo y la creación, puesto que a través del sonido se da forma a la vida. Es también el área de la responsabilidad y la voluntad. Con la comunicación somos conscientes, consecuentes y responsables de nuestra existencia.

En armonía, la persona se responsabiliza de ella misma, sabe las leyes de causa y efecto y no culpa a nadie de cuanto le acontece en su existencia. Aprende a no juzgar. En desarmonía, hay un miedo a expresar, se bloquea la creatividad y suelen tener lugar problemas de garganta, tiroides, audición y asma.

6. Ajna

También conocido como el Tercer Ojo.  Está  situado  en  el  entrecejo.  Rige  la glándula pituitaria. Esta glándula está controlada por las sustancias hormonales liberadas por el hipotálamo. Influye en el crecimiento, el  metabolismo  y  la  química  corporal.  Esta  glándula,  en las mujeres, también está asociada a la hormona que produce las contracciones durante el parto y libera la leche de las mamas durante la lactancia del bebé. Abarca los dos hemisferios del cerebro. Es el punto de equilibrio entre la razón y la intuición. Su color es el índigo.

Desde el Tercer Ojo conectamos con nuestra sabiduría ancestral. Cuando Ajna está equilibrado, la persona tiene armonizados sus dos hemisferios cerebrales,  tiene  la capacidad de discernir, es intuitiva  y sabia. Cuando está en desarmonía, se produce la dificultad de aprendizaje, problemas mentales, alucinaciones, dolores de cabeza y pesadillas.

7. Sahasrara

Está en la cima de la cabeza. Es conocido como el loto de los mil pétalos. Regenta el área superior del cerebro, la glándula pineal y la piel. La glándula pineal es un corpúsculo del tamaño de un guisante que está en el interior del cerebro y que produce la melatonina y regula el reloj corporal interno. Es donde estaría la sala de control del cuerpo físico, emocional y mental.  Es la sede del Ser, el centro de la iluminación. Ramiro Calle señala que Sahasrara es transpersonal, puesto que conecta con el Todo. Rige la glándula pineal. Hay quienes identifican este chakra con el violeta y otros con el dorado.

En armonía, la persona disfruta de una gran claridad mental, una sabiduría que le lleva a comprender y trascender todos los procesos y a estar en comunión íntima con su Ser. En desarmonía, implica agotamiento mental, irritación, egoísmo, pensamientos obsesivos y depresión

Evolución de los chakras en la persona

De la misma manera que hay diferentes teorías de la psicología evolutiva que hablan de que existen ciclos en la evolución y aprendizaje del ser humano, en los que se repiten los bloqueos psicológicos como una forma de solucionarlos, algunos expertos en chakras hablan de ciclos evolutivos en el sistema de los centros energéticos. Rudolf Steiner, fundador de la antroposofía, hablaba de ciclos de siete años en los que el ser humano está abierto a determinadas influencias y experiencias. Así, cada siete años, dicen los expertos adscritos a las teorías de Steiner, vivimos experiencias relacionadas con un chakra, partiendo siempre del basal o raíz.

Ciñéndonos a la tradición hindú, el periodo de mayor activación de cada chakra (lo que no quiere decir que ésta no se dé en cualquier otro momento de la vida) dura unos siete años. Este  periodo varía para algunos chakras. Así, el primero se gestaría de los 0 a los 7 años, el segundo  de los  7 a los 14, el tercero de los 14 a los 21, el cuarto de los 21 a los 28 y el quinto de los 28 a los 35.

Esto no quiere decir que los siete tipos de energía no funcionen todos al mismo tiempo según la etapa de la vida. Cuando cumplimos siete años, no se para el primero para que entre en juego el segundo y así sucesivamente. Significa que en cada etapa evolutiva prima más uno sobre otro. Si un chakra no ha logrado desarrollarse correctamente a la edad que le corresponde, en las etapas posteriores de la vida esta laguna evolutiva se convierte en una asignatura pendiente, mostrando desequilibrios en el chakra que corresponda. Pero la vida ofrece la posibilidad de una repesca para recuperar el aprendizaje no realizado, de ahí que lo interesante sea mantener abiertos y funcionando perfectamente todos los chakras a la vez para conquistar un estado de paz y armonía.

En el sistema de chakras están contenidos todos los aspectos de la vida humana; por tanto, activándolos y armonizándolos nos encontramos con el Yo Soy del que hablaba el mítico conde de Saint Germain, que se resume en: Yo Soy Vida, Yo Soy Creación, Yo Soy Fuerza, Yo Soy Amor Incondicional, Yo Soy Comunicación, Yo Soy Sabiduría y Yo Soy Luz. En realidad, los centros energéticos son una escalera de siete colores hacia Dios en nosotros mismos.

Nadis o canales energéticos

Los centros energéticos están contenidos en el interior de la columna vertebral, conectados al gran canal Sushumna, que asciende desde el perineo (punto comprendido entre el ano  y los genitales) hasta la coronilla. Cada chakra tiene una especie de tallo con pétalos.

Los chakras se encuentran en permanente movimiento circular. El movimiento giratorio tiene como consecuencia que la energía sea atraída al interior de los chakras. Si el sentido del giro cambia, la energía es radiada desde ellos.

Por otro lado, el sentido del giro cambia de un chakra a otro en el hombre y en la mujer. Así, hay un remolino de energía formando una especie de embudo en cada chakra. La rotación puede ser en el sentido de las agujas del reloj o en el contrario, según la polaridad de los chakras. Todo giro a la derecha se caracteriza por el predominio del principio masculino, el yang de la medicina china. En armonía, representa la voluntad y actividad; en desarmonía, la agresividad y la violencia. Todo giro a la izquierda estaría relacionado con el principio femenino, el yin para los chinos; sensibilidad, receptividad y acuerdo en armonía, y debilidad en desarmonía.

Así pues, el primero, el tercero, el quinto y el séptimo serían masculinos, y el segundo, el cuarto y sexto, femeninos. La rotación cambia según el sexo. En la mujer, los chakras masculinos se mueven hacia la izquierda y los femeninos hacia la derecha. En el hombre, por el contrario, los masculinos giran hacia la derecha y los femeninos hacia la izquierda. Esto explica muchos de los estereotipos masculinos y femeninos arraigados en nuestras creencias. Según Shalila Sharamon y Bodo J. Baginsky: «Así, por ejemplo, el chakra basal del hombre gira a la derecha, expresando más activamente las cualidades de este centro: sentido de conquista y dominio en el ámbito material y sexual».

«Por el contrario, el primer chakra de la mujer, que gira hacia la izquierda, la hace más sensible a la fuerza vivificadora y engendradora de la tierra, que fluye a través del centro radical. En el segundo chakra se invierten los signos: el sentido de giro hacia la derecha en la mujer indica una mayor energía activa en la expresión de los sentimientos; el sentido de giro hacia la izquierda en el hombre puede interpretarse aquí preferentemente como lo receptivo, y a menudo incluso como actitud pasiva».

El tamaño y número de vibraciones de los centros energéticos determina la cantidad y calidad de las energías que éstos perciben de distintas fuentes

Los chakras absorben energías del cosmos, de las estrellas, de la naturaleza, de las personas y cosas de nuestro entorno, de los diferentes cuerpos energéticos, etc. Estas energías llegan a los chakras a través de los nadis y también directamente.

Los tallos del séptimo y del primer chakra se hallan abiertos y contenidos en el interior de la columna central energética, el canal Sushumna. Los demás centros tienen pétalos que se abren dentro del campo áurico, en la parte anterior, y los tallos se proyectan también en él, en el lado posterior. Los pétalos se abren y se cierran, vibran y giran en función de las experiencias del individuo.

Ruth White afirma que «un chakra sano es siempre flexible. Allá donde haya una dolencia, las energías del chakra se vuelven rígidas o sufren un auténtico bloqueo». Por otro lado, aunque los tallos no son como los pétalos, es decir, normalmente están cerrados, sí es cierto que funcionan desde un punto de vista energético como excretores de energías no deseadas. Ruth White apunta que «cuando estos  tallos son dañados por un trauma, un choque, el abuso de drogas (medicinales o alucinógenas), la aplicación prolongada o muy frecuente de anestesia o el abuso de alcohol o tabaco, podrían quedar abiertos y hacer vulnerable a la persona a todo tipo de influencias externas».

Sin embargo, tanto la rigidez de los pétalos como la apertura de los tallos son absolutamente reparables. Puede hacerse mediante cromoterapia, Reiki, aplicación de aceites esenciales, cristales, pensamientos positivos para cada centro, limpiezas energéticas, etc., puesto que el trabajo con los chakras es de naturaleza autocurativa.

Las subdivisiones de las flores en pétalos independientes representan los nadis o canales a través de los cuales las energías fluyen y penetran en los chakras. También a través de los nadis la energía pasa de los centros energéticos a los cuerpos no materiales. No se sabe con exactitud cuántos  de estos nadis tenemos. Hay cuatro canales principales en el centro radical, y en el centro de la coronilla se calculan unos mil.

La función de los nadis es la de absorber prana, eliminar toxinas y activar la Kundalini. Cada uno de estos canales es espejo de la salud física y emocional de nuestros órganos. Éstos, a su vez, influyen en los chakras y, en última instancia, en el aura.

Nadis principales

Los nadis principales son el canal Sushumna (del que ya hemos hablado), e Ida y Pingala, que se enroscan alrededor de los chakras y entre ellas para dividirse en el sexto chakra. Estas tres  corrientes de energía se han asociado al caduceo del dios griego Hermes, una vara de heraldo con  dos serpientes enroscadas a cada lado. La energía del prana se desplaza por estas polaridades laterales en sentido descendente por el Ida  y ascendente por el Pingala, de manera circular, conectándose a los orificios nasales, donde reciben el alimento del prana a través de la respiración. La vara sería el Sushumna, e Ida y Pingala las serpientes. El gran experto en chakras C. W. Leadbeater consideraba a estos tres nadis la Luna (Ida) y el Sol (Pingala) unidas por el conducto del espíritu (Sushumna).

Ida. Es la corriente de energía del lado izquierdo. Comienza su ascensión en el perineo y termina en la fosa nasal izquierda. Está asociada al hemisferio derecho del cerebro, que rige el lado izquierdo del cuerpo físico y es la parte femenina. Está, por tanto, conectada a la energía yin, a la humedad, al frío, a la Luna, a la noche y a Shakti. Tiene que ver asimismo con la alimentación, la tranquilidad y la purificación mediante el agua. Así, la respiración por la fosa nasal izquierda relaja y facilita la concentración en tareas creativas (propias del hemisferio derecho) como escribir, pintar, esculpir, meditar…

Pingala. Es la corriente de energía del lado derecho, la cual comienza a la derecha del perineo y termina en la fosa nasal derecha. Su naturaleza es masculina, diurna, seca, solar, caliente, activa y yang. Frente a Ida, que tranquiliza y reposa el cuerpo, Pingala lo convierte en eficiente y dinámico. Respirar por la fosa nasal derecha nos ayuda a realizar tareas dinámicas y activas, como el deporte, actividades mentales y manuales. Asociada al hemisferio izquierdo del cerebro, es la energía masculina y solar. Estaría asociada al dios Shiva y a la purificación mediante el fuego.

Chakras menores

La tradición hindú recoge siete centros energéticos principales, pero también habla de chakras menores distribuidos por todo el cuerpo. En éstos suelen converger también la medicina china y la tradición japonesa. Algunos de los chakras menores de nuestro sistema energético que contempla la tradición hindú son:

Estrella de la Tierra

Situado a unos veintitrés centímetros por debajo de las plantas de los pies, en línea recta con Muladdhara (primero de los chakras mayores) y Sahasrara (el séptimo de los chakras mayores), este chakra aporta enraizamiento, conectándonos con el entramado magnético de la Tierra.

Chakras de los empeines

El empeine es un punto sumamente estratégico, puesto que aquí hay varios chakras atravesados por meridianos fundamentales, como el del estómago y el riñón. Las personas con la energía bloqueada en esta zona acusarán inseguridad y la sensación de estar solos frente a un universo que no les apoya. Para trabajarlos se recomienda tocar esos puntos (el empeine y el arco de los pies) e imaginar que de esos centros salen raíces que nos anclan en la Tierra.

Chakras de las rodillas

Aquí también hay puntos importantes atravesados por meridianos fundamentales, como la vejiga y el riñón. Las personas que presentan síntomas como dolores, crujidos, debilidad o rigidez suelen tener resistencias a la hora de dar pasos en su evolución. Para sanar estos chakras habrá que destensar las rodillas con ejercicios circulares reiterativos, poniendo las manos sobre esta parte del cuerpo.

Chakras de las caderas

Las caderas son atravesadas por el meridiano de la vesícula biliar, y ésta está asociada al enfado y a la toma de decisiones. Los problemas de ciática están relacionados con la inflexibilidad física y mental. El atasco energético de esta zona se escenifica a través de un atasco en la toma de decisiones. Colocando las manos sobre las caderas y realizando círculos repetidas veces se activan estos vórtices.

Chakras de las manos

Están relacionados con el chakra corazón y la acción de dar. Situados en la palma de la mano, los utilizamos de forma inconsciente cuando ponemos nuestras manos en el lugar del cuerpo que nos duele o cuando acariciamos a alguien o colocamos la mano en la espalda de un amigo. Es la forma que tiene nuestro chakra corazón de manifestarse. Se activa frotando las palmas  de las manos y separándolas muy lentamente la una de la otra en paralelo, de esta forma se activa una energía cósmica que podrá ser reutilizada para sanar cualquier dolor propio o ajeno.

Chakras del abdomen inferior

Están conectados con Svadisthana y vinculados con el riñón. Poner las manos sobre esta zona (justo encima de los ovarios en las mujeres) es un ejercicio beneficioso para los ovarios y también para los testículos. Estimula la fertilidad.

Hara

Los chinos lo conocen como el Tan Tien y los japoneses como el Hara, y es un chakra situado en la zona del ombligo. Se trata de un depósito de energía, una especie de grial, un crisol de energía vital que estimula el sentido de propósito a nuestras acciones y está conectado con Manipura. Las personas que necesiten sentirse fuertes en un momento muy concreto de sus vidas deberán tener  el Tan Tien muy armónico. Para activarlo y armonizarlo se necesita enraizarse bien en la tierra y respirar profundo hacia el Tan Tien. Se puede visualizar como un cáliz que recoge la más sutil energía que se pueda imaginar; se puede llenar de pensamiento positivo, de fuerza de los rayos solares y de energía del cosmos.

Chakra del centro del ombligo

Está conectado también con Manipura y en medicina china se trabaja con la moxa (especie de cigarro de hierbas que se coloca encendido a distancia de los puntos de acupuntura para estimularlos). Los chinos no colocan aquí agujas porque es muy delicado. Está conectado con la fatiga crónica y la depresión. Si se activa, la persona tiene la sensación de haber salido del abismo. Se puede activar visualizando rayos de luz que calientan la zona del ombligo.

Árbol celestial

Justo encima de Anahata. En textos antiguos se le describe como una luminosa isla de piedras preciosas con un árbol y un enjoyado altar cubierto de banderas. Se dice que es el lugar  en el que se cumplen nuestros deseos, aunque cuando se despierta, dicen los expertos, lo que se  desea es la felicidad y el bien común. Para activarlo basta con masajear la zona del pecho repetidas veces de forma circular. Su apertura va unida a la del chakra corazón.

Cueva milagrosa

Son dos puntos bilaterales situados por encima de los dos pechos. Es  el llamado cementerio del espíritu, porque cuando hemos sufrido un daño emocional tenemos la sensación de morir espiritualmente y puede hasta dolernos físicamente esta zona. Cuando se reactiva es como volver a nacer. Una forma de activar estos chakras es, con las manos colocadas en la zona, visualizar luz que gira a través de ellas, restaurando el espíritu.

Chakra del timo

Está situado algo por encima de la glándula del timo y se halla conectado con la glándula pituitaria. Los expertos aseguran que está activo únicamente durante la infancia, que es cuando la personas tienen verdaderamente un corazón puro. En la edad adulta, a no ser que  la persona esté muy evolucionada espiritualmente, suele atrofiarse. La forma de activarlo es amando incondicionalmente. Se puede visualizar un lugar o una persona que estén sufriendo y mandarle luz azul o verde desde ese lugar, una luz que sale cada vez más fuerte, al ritmo de la respiración.

Chakras de los hombros

Hay dos, uno por cada hombro, y están conectados a Ajna. Los problemas en esta parte del cuerpo se relacionan con las cargas energéticas que nos anclan en el pasado: la nostalgia y el arrepentimiento. El hombro izquierdo conecta con el pasado y el derecho con el presente. Normalmente los bloqueos se dan en uno solo. Activarlos ayuda a dejar el pasado atrás y conectarse al presente con optimismo. Los ejercicios que consisten en rotar los hombros y mover los brazos al tiempo que se inspira y espira lentamente abren y equilibran estos chakras.

El triángulo de Vishuddha

Es el formado por el chakra garganta, un punto situado en la base de la nariz (Lalana) y otro en la zona superior del cerebro, en la parte posterior de la cabeza (Bindu Visharga). Los hindúes dicen que el chakra corona, Sahasrara, segrega unas gotas de néctar a través del punto que está en la parte posterior de la cabeza y éste se los hace llegar a Vishuddha a través de ese triángulo que transforma el néctar en una poderosa energía que se reparte por todo el cuerpo rejuveneciéndolo y llenándolo de vitalidad. Éstos son los chakras que activan los célebres  yoguis que son enterrados vivos durante cuarenta días y consiguen sobrevivir a semejante encierro. Visualizar el triángulo a través de una energía luminosa que una estos tres puntos confiere energía, despeja la cabeza y aporta vitalidad al organismo eliminando el cansancio.

Chakras de los ojos

Conectados a Ajna, hay uno en cada ojo; el derecho está enfocado al presente y el izquierdo al pasado. Tienen que ver con la visión, el discernimiento y la intuición. Ayuda a activar estos chakras frotar las manos en los ojos, sin presionarlos, y visualizar la energía añil que  los baña, limpia y sana.

Extracto del libro de María José Álvarez Garrido “Chacras, el viaje del héroe”.

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