Vivir mejor que un rey: Claves

Claves para vivir mejor que un rey

Toda programación y todo condicionamiento te llevan a ser un robot. Los hábitos sirven para cosas prácticas (capacidad de andar, de hablar un idioma, de conducir un coche… ), pero para ver las cosas con profundidad, en el amor y la comunicación, los hábitos son como anestesiar la creatividad, lo nuevo, y no desear vivir el riesgo del presente.

Lo malo es que hasta la espiritualidad ha sido objeto de programación, de desfiguración, pues la espiritualidad es como la realidad; pero todo lo valioso es susceptible de distintas interpretaciones y manipulaciones.

No dejarte afectar

Cuando una persona programada te ofende sin motivo, tan programado estás tú como ella, por dejarte ofender, porque las dos reacciones son igual de absurdas e irreales. Ocurre que, cuando estás dormido, te molestan las personas que están dormidas, porque la programación del otro afecta la tuya, te la recuerda, y eso es lo que más te molesta, aunque no quieras reconocerlo. Si cuando un niño o un mono te hacen una mueca, reaccionas enfadándote, señal de que eres tan niño o tan mono como ellos. Estar despierto es no dejarte afectar por nada, ni por nadie. Y eso es ser libre.

Tú eres el que ha de elegir tu propia reacción frente a las cosas, situaciones y personas, no los hábitos ni tu cultura. Si sigues programado, tienes que saber ver que esa programación es el control del que se vale la sociedad para imponerte sus criterios. Estamos siendo controlados en la medida en que seguimos dormidos: por el consumismo, por la política, por el poder, por el trabajo y por el ocio. Las competiciones han pasado de ser un juego entretenido y saludable, a ser actos de odio. Antes se jugaba por el puro placer de jugar; ahora, en las competiciones, se contaminó el deporte con el veneno de vencer y elevarse por encima del vencido.

Amor

Lo mejor del hombre es el amor, y no lograr una marca, humillando a los vencidos. Yo soy mejor que tú y por ello consigo la admiración y la fama; pero ¿en qué eres mejor que yo?, ¿en correr?, ¿saltar?, ¿en meter una bola entre dos palos y dentro de un cesto? Y eso, ¿para qué sirve?, ¿amas con ello?, ¿te haces más persona? Lo peor de todo esto son las comparaciones que miden al hombre ajustándolo a una medida ideal, rígida, y ponen en acercarse a ese modelo del ídolo, toda energía y todo condicionamiento; ¿para qué?, para que resplandezcan los valores auténticos, genuinos.

Estamos adoctrinados y nos dejamos arrastrar por las programaciones. Vivir libremente, siendo dueño de uno mismo, es no dejarse llevar ni por persona ni situación alguna. Saber que nada ni nadie tiene poder sobre uno ni sobre sus decisiones. Eso es vivir mejor que un rey, y saber oír esa hermosa sinfonía de la vida y disfrutarla.

Anthony de Mello

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