Buscamos la felicidad fuera
Buscamos la felicidad fuera de nosotros; miramos tan lejos que no podemos divisar el horizonte; cerramos todas las puertas de acceso hacia nosotros mismos. Somos mendigos de todo lo ajeno; pordioseros de lo que habita fuera de nosotros mismos.
Reclamamos que los otros nos hagan sentimos bien, nos procuren dicha y diversión, nos afirmen y aprueben, nos produzcan gusto y sosiego. Pero la fuente de dicha y sosiego está dentro de nosotros, porque es ahí donde sentimos, experimentamos, vivenciamos y en última instancia vivimos.
En el mundo exterior podemos hallar confort, diversión, encuentro y desencuentro, placer y sufrimiento, pero el tesoro de la inconmovible paz interior está en nosotros mismos.
Nadie te puede procurar ese sosiego. No podemos desplazar nuestra responsabilidad y poner el sosiego y la dicha en la falsa idea de que los demás nos los tienen que proporcionar. Esa actitud es nociva e infantil; se basa en expectativas que antes o después se sentirán defraudadas.
Es como la persona ganada por el tedio que culpa a los demás de su propio aburrimiento. Pero uno mismo debe convertirse en su maestro y viajar hacia el tesoro interior, pues reclamamos de fuera lo que habita dentro. Hemos de emprender sin demora la senda hacia nuestra quietud interior (…).
Los trece pasos de la senda hacia la paz interior:
1 – Trabajar sobre la mente para liberada de ofuscación, avidez y odio, a fin de que pueda florecer el lado más luminoso, claro y constructivo de la misma.
2 – Desarrollar un saludable autocontrol, que nos permita refrenar la apatía, la pereza, la negligencia y la confusión mental.
3 – Desplegar el entendimiento correcto para poner la energía en esencial y no en lo inesencial.
4 – Vigilar los pensamientos, las palabras y los actos, haciéndolos más lúcidos e inegoístas.
5 – Desarrollar una conducta más virtuosa y menos egoísta y egocéntrica, pudiendo así evitar culpas y arrepentimientos.
6 – Evitar relacionamos sistemáticamente con personas innobles, confusas y malintencionadas; en lo posible asociamos con individuos sensibles, nobles, sabios y bienintencionados.
7 – Ser indiferentes al halago o al insulto, a la aprobación o a la desaprobación.
8 – Ejercitarse en el desasimiento y el desapego, mediante la atención vigilante, la ecuanimidad, el desenvolvimiento de la compasión, el sometimiento del ego y el saludable autodominio.
9 – Comprender las necesidades ajenas y evitar herir a las otras criaturas.
10 – Renunciar al aferrante sentido de posesividad, saber soltar y fluir.
11 – Valorar la amistad y tender vínculos de genuino amor y sana afectividad.
12 – Tratar de ser uno mismo y mantener la firmeza y equilibrio demente a pesar de las inevitables vicisitudes vitales.
13 – No cejar en el empeño de mejorar, porque «gradualmente, poco a poco, de uno a otro instante, el sabio elimina sus propias impurezas como el fundidor elimina la escoria de la plata».
Nuestra energía de ser
Ese místico y poeta excepcional llamado Kabir escribía, a propósito de ese gran tesoro interior que es nuestra energía de ser, lo siguiente: «He encontrado algo realmente excepcional; nadie puede calcular su valor… Yo moro en él y él mora en mí, formamos una unidad, como agua con agua mezclada. Aquel que lo conoce nunca morirá».
Ramiro Calle