Sentir agradecimiento
Imagina que te encuentras en un hospital. Estás paralítico…
Quizá te ayude tumbarte en el pavimento si estás en grupo o en tu cama si estás solo mientras realizas este ejercicio. Imagina que eres incapaz de mover un solo miembro de tu cuerpo… Con la imaginación recorre tu vida a lo largo de un día entero como paralítico. ¿Qué haces durante todo el día?… ¿Qué piensas?… ¿Qué sientes?.. ¿En qué te entretienes?…
En esta situación, hazte consciente de que aún puedes ver… Siente agradecimiento por esta circunstancia… Percibe, después, que puedes oír… Agradece también esta posibilidad… Después, que puedes pensar con lucidez… que puedes hablar y expresarte… que posees el sentido del gusto, fuente de placer para ti… Agradece cada uno de estos dones que Dios te concede… Comprende lo rico que eres a pesar de tu parálisis…
Imagina ahora que, pasado algún tiempo, comienzas a responder al tratamiento y que puedes mover el cuello.
Con dolor al principio, con mayor facilidad después puedes girar tu cabeza de un lado para otro… se te ofrece un área de visión más amplia. Puedes ahora mirar de una punta a la otra de tu habitación sin necesidad de que otra persona tenga que moverte…
Advierte el agradecimiento que sientes también por esta circunstancia… Ahora vuelve a tu existencia presente y advierte que no te encuentras paralítico. Mueve tus dedos despacio, y hazte cargo de que tienes vida y movimiento. Menea los dedos de tus pies… mueve tus brazos y piernas… Pronuncia una oración de acción de gracias a Dios por cada uno de estos miembros…
Sentir agradecimiento
El día en que seas capaz de sentir agradecimiento por cada una de las nimiedades de tu vida, por el tren que se mueve, por el agua que corre del grifo cuando lo abres, por la luz que aparece cuando pulsas un botón, por las sábanas limpias de tu cama… tu corazón se llenará de contento y de gozo continuo. Si quieres estar siempre contento, mantén una postura continua de agradecimiento.
Intenta este ejercicio dentro del área de las relaciones humanas
Cuando te sientas ofendido por un amigo por alguien de tu familia, dedica algún tiempo a imaginar que esa persona es peor de lo que pensabas, que tiene muchos más defectos de los que habías visto en ella… A continuación, advierte todas las cosas buenas que tiene… Probablemente le apreciarás más, le estarás más agradecido y te resultará muchísimo más fácil perdonarle.
Anthony de Mello
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