Miedo al castigo
Cuando eras niño, no importa cuáles hayan sido tus circunstancias individuales, te adoctrinaron sobre la importancia de ser bueno, santo, perfecto. Cuando no lo eras, a menudo te castigaron de una u otra forma. Tal vez el peor castigo era que tus padres te retiraban el afecto; se enojaban y tú tenías la impresión de que ya no te amaban.
«Maldad» y «bondad»
No es sorprendente que la «maldad» se asociara con el castigo y con la infelicidad, mientras que la «bondad» se relacionaba con las recompensas y la felicidad. Así que ser «bueno» y «perfecto» se convirtieron para ti en un deber absoluto; se convirtieron en una cuestión de vida o muerte.
Pero de todos modos sabías perfectamente bien que no eras tan bueno ni tan perfecto como el mundo esperaba que fueras. Eso tenía que ser escondido, se convirtió en un secreto culpable y comenzaste a construirte un ser falso. Pensabas que ésa era la forma de protegerte y obtener lo que deseabas tan desesperadamente: la vida, la felicidad, la seguridad y la confianza en ti mismo.
La conciencia de esta máscara empezó a desvanecerse, pero siempre estuviste, y estás, inundado de la culpa de pretender ser algo que no eres
Tratas cada vez más de convertirte en ese ser falso, en ese ser idealizado.
Estuviste, e inconscientemente sigues estando, convencido de que, si te esfuerzas lo suficiente, algún día te convertirás en ese ser. Pero ese proceso artificial de forzarte- a-ser-lo-que no-eres, ese «miedo al castigo», nunca puede llevarte hada el mejoramiento de ti mismo, a la purificación y al crecimiento, pues construiste un ser falso sobre cimientos falsos dejando afuera a tu verdadero ser. De hecho, estás escondiéndolo desesperadamente.
La máscara moral del ser idealizado
La imagen idealizada de ti mismo puede asumir muchas formas. No siempre dicta los estándares de la perfección reconocida. Claro que mucho de la autoimagen dicta niveles de moral muy elevados, haciendo mucho más difícil que uno cuestione su validez.
«¿Acaso no es correcto querer ser siempre decente, amoroso, comprensivo, nunca enojarse y no tener defectos, sino tratar de ser perfecto? ¿No es eso lo que se supone que debemos hacer? «
Estas consideraciones – «miedo al castigo»-, te harán muy difícil descubrir la actitud compulsiva que niega tu imperfección actual, el orgullo y la falta de humildad que te impide aceptarte tal como eres ahora, y ante todo, la falsedad con su consecuente vergüenza, miedo a exponerte, inclinación a esconderte, tensión, presión, culpa y ansiedad.
Eva Pierrakos & Donovan Thesenga