Órdenes del Amor (3); lealtades invisibles

Órdenes del Amor (3); lealtades invisibles

Lealtad significa ley y conlleva actitudes de acatamiento a la ley. En cualquier grupo la lealtad se considera como la obligatoriedad del cumplimiento de un compromiso que implica interiorizar sus expectativas para poder defender lo que se cree.

Es así que para ser miembro leal de un grupo familiar se tienen que asumir actitudes que cumplan con los mandatos que ya se encuentra institucionalizados en la familia. El incumplimiento de estos mandatos u obligaciones genera sentimientos de culpa en quien no los cumple y ésta a su vez se constituye en reguladora del mecanismo: lealtadobligación.

Quien está de acuerdo con las normas, leyes y mandatos de la familia es leal, no tiene dificultad para cumplirlos y no se genera conflictos.

Quien no está de acuerdo con ellos entra en conflicto porque no sabe si actuar por lealtad al sistema, por evitar problemas, o si debe dejarse guiar por lo que realmente desea hacer o decir.

Se le llama “Lealtad Invisible” porque está dada por la conciencia familiar que es inconsciente y por lo tanto; no evidente. Desde el origen del hombre su supervivencia ha dependido de ella, pues ser desleal al grupo o al clan era y sigue siendo tanto como morir, por eso las lealtades invisibles tienen tanta fuerza.

Un ejemplo de lealtad puede ser la interiorización del mensaje recibido en la familia referente a que “no es bueno tener dinero“, que llega a convertirse en quien lo oye en una creencia-verdadera. Así, que cuando lo consigue porque realiza un buen negocio, no lo puede disfrutar, de manera inconsciente también hace algo para perderlo, aunque después le parezca que tuvo mala suerte o que lo robaron.

En otro ejemplo, alguien interiorizó que “tener pareja trae dolor y sufrimiento“. Esta persona se casa, conforma un hogar y desea una relación estable, pero se verá permanentemente en situaciones dolorosas y su impulso será el de dejar dicha relación, aunque no sepa ni entienda por qué.

Se puede ser leal por los siguientes factores:

  • Por coerción externa: se pertenece a un grupo no por elección, sino por presión de alguien. Este no es un acto voluntario y la persona se puede sentir obligada. Es el caso de la mayoría de las adopciones.
  • Por reconocimiento consciente: se hace movido por el interés de pertenecer al grupo. Por ejemplo, la afiliación voluntaria a una organización en particular: un grupo religioso, un partido político, etc.
  • Por obligación de pertenencia: aquí la persona está ligada de modo inconsciente. Es el caso de nuestro sistema familiar.

Los individuos de una familia tienen una deuda de lealtad compartida con los principios y creencias del grupo, y ese compromiso de lealtad se da para que el grupo se mantenga y prevalezca; el individuo leal lucha por alinear su propio interés con el del clan.

Cuanto más digno de confianza ha sido el grupo con nosotros, tanto más le debemos lealtad

Cuanto más digno de confianza ha sido el grupo con nosotros, tanto más le debemos lealtad. Cuanto mejor se portan mis padres, mis abuelos, mis hermanos o mis tíos conmigo, mejor me tengo que portar yo con ellos.

Los orígenes de los compromisos de lealtad se inician a partir de lo que se le debe a un progenitor, o a una imagen interna de representación paterna. Los niños son leales a sus padres, por eso frecuentemente tienen dificultad para llevar una vida mejor que la de ellos y repiten los mismos patrones y mandatos sin poderlos superar.

La lealtad nos lleva a repetir toda clase de patrones como por ejemplo abortar, criar sola a los hijos, ser abandonada o abusada por la pareja, quebrar, ser infiel, abandonar a la esposa cuando llegan los hijos o en cualquier otro momento, morir de lo mismo que alguno de los padres o abuelos y muchas cosas más.

En algunos casos nos encontraremos actuando lealmente al sistema de nuestro padre y al mismo tiempo siendo desleales al de nuestra madre, o viceversa.

Este tipo de contradicciones son constantes en nuestra vida y las experimentamos como conflictos internos difíciles de explicar y resolver fuera de un contexto sistémico. Es como si tuviéramos que escoger entre papá y mamá, elección imposible de hacer ya que sin uno de ellos no es posible la existencia.

Lealtad: Obligatoriedad de cumplimiento de un compromiso. Cuanto más confiable es el grupo para mí, más lealtad le debo.

Lealtades verticales y horizontales

Existen lealtades verticales que van de generaciones posteriores a una anterior, por ejemplo cuando los hijos sienten la obligación de compensar a sus padres y erradamente creen que la mejor forma de lograrlo es repitiendo sus historias, lo que los priva del derecho a todo goce, a la felicidad, a vivir su propia vida y a tener éxito y prosperidad.

Y existen los compromisos de lealtad horizontal que se dan entre la pareja o entre los hermanos, o sea entre los del mismo nivel. Cuando la pareja se casa no solo se unen la novia y el novio, sino también dos sistemas familiares con méritos de lealtades diferentes.

A veces sucede que el compromiso emocional con el propio cónyuge puede resultar secundario en relación con la deuda de lealtad hacia los progenitores o el propio clan, lo cual explica por qué el hombre que se casa enamorado y con la mejor intención de ser feliz se verá permanentemente en situaciones dolorosas para uno de los dos o para ambos y su impulso será el de irse de dicha relación aunque no sepa ni entienda por qué.

La lealtad que inconscientemente guardamos a través de las identificaciones con otros miembros de la familia y sus destinos, puede afectar nuestra posibilidad de obtener éxito y prosperidad en contra de nuestra voluntad e intención consciente.

Hay elementos que hacen que se mantengan estas lealtades invisibles inamovibles:

  • Los “códigos implícitos”. Son reglamentos que se adquieren en el proceso de desarrollo y crecimiento psicológico dentro del sistema familiar, y del que la persona no es consciente. Ellos se adhieren a los esquemas mentales con las vivencias y los vínculos que se dan entre los miembros de la familia. Ejemplo: “Hay que llegar virgen al matrimonio”. El código es la información, el mensaje, que aunque no se exprese verbalmente; si está impreso al interior del reglamento tácito de conducta con el grupo.
  • Los “sensores automáticos”. Detectan cualquier movimiento destinado a resquebrajar las lealtades, tienen como aliado el sentimiento de culpa, que se incrusta por medio de frases para hacer sentir a la persona que está rompiendo el compromiso adquirido con el objeto de lealtad. Es el caso de un hijo que está decidido a casarse y la madre enferma o dice frases como: “y ahora qué será de mi”; “qué voy a hacer sola”, etc. Así promueve un sinnúmero de emociones negativas que trabajan sobre la decisión de casarse que tiene el hijo, quien aunque no termine la relación, buscará argumentos que refuten el valor que tiene.

Los códigos pasan de generación en generación, y van creando leyes de interacción familiar que se asumen como ciertas sin que nadie las cuestione, pues hacerlo significaría una falta de compromiso con las estructuras que se heredan dentro del sistema familiar.

En muchas familias las mujeres se divorcian y se quedan solas criando sus hijos, y se ve cómo el fenómeno se repite en varias generaciones. Lo más probable es que pasada la primera generación donde comenzó el evento todas las otras generaciones ya adquirieron el código: “las madres crían a sus hijos solas”, y harán todo lo posible, de manera inconsciente, por boicotear sus relaciones de pareja para ser leal al código imperante en su familia de origen. Sin embargo, se dirán: “Yo no tengo suerte con los hombres”, sin entender que están siendo leales a un proceso familiar en el que no tener éxito en su matrimonio les hace ganar méritos dentro de su familia.

Todos estamos atados a lealtades invisibles, y mientras no conozcamos su trasfondo, las neguemos o las reafirmemos, no podremos trabajar desde nuestro interior en ellas para cambiar el patrón de comportamiento y deshacer la cadena de: bloqueos, limitaciones, fracasos, adicciones, quiebras, enfermedades, etc.

Ejercicio

Escribe en tu libreta 5 cosas que hiciste en tu infancia o juventud y por las que recuerdes haberte sentido muy culpable.

Una vez escritas revisa cada una buscando reconocer cuál fue ese mandato familiar al que no fuiste leal.

¿Puedes identificar si el mandato se origina en el sistema de tu padre o de tu madre?

Ten presente los hallazgos para que los revises más adelante.

Extracto del libro: “Constelaciones Familiares”. Fundamentación sistémica de Bert Hellinger. Autoras: Carmen Cecilia Vargas Sierra y Mónica Giraldo Paérez

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