¿Hago algo para cambiarme a mí mismo?

¿Hago algo para cambiarme a mí mismo?

¡Le tengo una gran sorpresa, muchas buenas noticias!

Usted no tiene que hacer nada. Cuanto más haga, peor será. Todo lo que tiene que hacer es comprender.

Piense en alguien con quien vive o con quien trabaja y que no le parece agradable, que le causa sentimientos negativos. Veamos lo que sucede. Lo primero que usted necesita comprender es que el sentimiento negativo está en usted. Usted es el responsable del sentimiento negativo, no la otra persona. Otra persona en su lugar estaría completamente calmada y a sus anchas en presencia de esa persona; no se afectaría. Usted si.

Ahora comprenda otra cosa: usted está haciendo una exigencia. Usted espera algo de esta persona, ¿entiende? Entonces dígale a esa persona:

“Yo no tengo el derecho de exigirle nada a usted”. Al decir eso, descartará su expectativa. “Yo no tengo derecho a exigirle nada a usted. Claro que me protegeré de las consecuencias de sus acciones o de su mal humor o de lo que sea, pero puede seguir adelante y ser lo que quiera ser. No tengo derecho a hacerle ninguna exigencia”.

Mire lo que le sucede a usted cuando hace esto. Si encuentra resistencia para decirlo, cuánto va a descubrir sobre usted mismo. Permita que el dictador que hay en usted salga a la luz.

Usted pensaba que era un cordero, ¿verdad? Pero yo soy un tirano y usted es un tirano. Una pequeña variación de “yo soy un asno, usted es un asno”. Yo soy un dictador, usted es un dictador. Yo quiero organizarle su vida; quiero decirle exactamente cómo se espera que sea y cómo se espera que se comporte, y es mejor que usted se comporte como yo he decidido o me castigaré a mí mismo con sentimientos negativos.

Recuerde lo que les dije: todos somos locos.

Algunos de ustedes me preguntan qué quería decir cuando expresé: “Usted sea usted mismo, eso está bien, pero yo me protegeré, yo seré yo mismo”. En otras palabras, no permitiré que usted me manipule. Yo viviré mi propia vida; iré por mi propio camino; permaneceré libre para pensar mis pensamientos, para seguir mis inclinaciones y mis gustos. Y a usted le diré que no.

Si siento que no quiero estar en su compañía, no será por ningún sentimiento negativo que usted provoque en mí. Porque ya no lo provoca. Usted ya no tiene poder sobre mí. Sencillamente, quizá prefiera la compañía de otras personas. De manera que cuando usted me diga: “¿Vamos al cine esta noche?” Yo diré: “Lo siento, quiero ir con otra persona; me gusta la compañía de ella, más que la suya”. Y eso está bien, decirle que no a la gente es maravilloso; es parte del despertar.

Parte del despertar es que usted vive su vida como le parece

Y compréndalo; eso no es egoísmo. Lo egoísta es exigir que otro viva su vida de acuerdo con los gustos de usted. O con su orgullo, o con su ganancia, o con su placer. Eso sí es egoísmo. De modo que me protegeré. No me sentiré obligado a estar con usted; no me sentiré obligado a decirle que sí. Si su compañía me parece agradable, la disfrutaré sin aferrarme a ella. Pero ya no lo evito a usted a causa de algún sentimiento negativo que usted produce en mí. Usted ya no tiene ese poder.

Anthony de Mello

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