Encontrarse a si mismo
Los grandes maestros nos dicen que la pregunta más importante del mundo es: «¿Quién soy yo?» O más bien: «¿Qué es «yo»? ¿Qué es lo que llamo «yo»? ¿Quiere decirme que usted comprendía todas las demás cosas del mundo y no comprendía esto? ¿Quiere decirme que usted comprendía la astronomía y los agujeros negros y los quasares y que aprendió la ciencia de la computación y que no sabe quién es usted? Todavía está dormido. Es un científico dormido. ¿Quién es la persona que comprende? Primero averigüe eso. Eso es la base de todo, ¿verdad?
Por no haber comprendido esto están todas esas personas religiosas empeñadas en todas esas estúpidas guerras religiosas -Musulmanes contra Judíos. Protestantes contra católicos, y toda esa tontería. No saben quienes son, porque si lo supieran, no habría guerras, como la niña que le dice al niño: «¿Ustedes son presbiterianos?» y él le contesta: «No, ¡pertenecemos a otra abominación!
Pero lo que más me gustaría subrayar ahora es la auto-observación
Usted me está escuchando, pero ¿está usted oyendo algo más, además del sonido de mi voz? ¿Es consciente de sus reacciones cuando me escucha? Si no es así, le van a lavar el cerebro.
O va a ser influenciado por fuerzas internas de las cuales no tiene ningún conocimiento. Y aunque sea consciente de cómo reacciona a mí, ¿también es consciente de dónde provienen esas reacciones? Tal vez ni siquiera me está escuchando; tal vez es su padre el que me está escuchando. ¿Cree que eso es posible? Por supuesto que sí.
En mis grupos de terapia, me encuentro una y otra vez con personas que no están presentes. Está su padre, está su madre, pero ellas no están. Nunca estuvieron presentes. «Ahora vivo, no yo, sino mi padre que vive en mí» Bien, eso es absolutamente, literalmente verdad. Yo podría desarmarlo a usted pieza por pieza, y preguntarle: «Bueno, esta frase, ¿viene de su padre, de su madre, de su abuela, de su abuelo, de quien?»
¿Quién vive en usted?
Es terrible cuando llega a saber eso. Usted cree que es libre, pero probablemente no hay un gesto, un pensamiento, una emoción, una actitud, una creencia que no venga de otra persona. ¿No es horrible? Y usted no lo sabe. Se trata de una vida mecánica que le fue impuesta. Usted tiene opiniones sólidas sobre ciertas cosas, y cree que es usted el que las tiene: pero, ¿realmente es usted? Usted va a necesitar mucha consciencia para que pueda entender que tal vez eso que llama «yo» es sencillamente un conglomerado de sus experiencias pasadas, de sus condicionamientos y de su programación.
Eso duele. Realmente, cuando uno está empezando a despertar, siente mucho dolor
Es doloroso ver sus ilusiones destruidas. Todo lo que creía que había construido se derrumba, y eso es doloroso. De eso se trata el arrepentimiento; de eso se trata el despertar. Por eso, ¿Qué tal que dedique usted un minuto ahora mismo, ahí donde está sentado a ser consciente, mientras hablo, de lo que siente su cuerpo, de lo que pasa por su mente, y de cómo es su estado emocional? ¿Qué tal ser consciente del tablero, si tiene los ojos abiertos y del color de estas paredes y del material del que están construidas? ¿Qué tal ser consciente de mi rostro y de sus reacciones a este rostro mío? Porque usted reacciona, aunque no se dé cuenta. Y probablemente esa reacción no es de usted sino la tiene porque lo condicionaron para que la tuviera. ¿Y qué tal ser consciente de algunas cosas que acabo de decir? Aunque eso no sería consciencia, porque ahora sería solamente memoria.
Sea consciente de su presencia en el lugar en el que se encuentra
Dígase: «Estoy en esta sala». Es como si estuviera fuera de usted mismo, mirándose a usted mismo. Note un sentimiento ligeramente diferente del que tendría si estuviera mirando las cosas de la sala. Más tarde preguntaremos: «¿Quién es la persona que está mirando?» Yo me miro a mí mismo. «¿Qué es yo?» «¿Qué es «mí»? Por el momento es suficiente que yo me mire a mí mismo, pero si encuentra que usted está condenando a usted mismo o se aprueba a usted mismo, no interrumpa la condenación y no detenga el juicio o la aprobación, simplemente mírela.
Me estoy condenando a mí mismo; me estoy aprobando a mí mismo Simplemente mírelo y punto. ¡No trate de cambiarlo! No diga: «Ay, nos dijeron que no hiciéramos esto». Sencillamente observe lo que sucede. Como les dije antes, la observación de sí mismo significa mirar – observar lo que sucede en uno y alrededor de uno, como si le estuviera sucediendo a otra persona.
Anthony de Mello
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