Imágenes [Creencias]
Bendita sea esta hora, bendiciones para todos ustedes, queridos amigos. Cada personalidad, a lo largo de su vida, generalmente en su más temprana infancia, y aún siendo un bebé, forma ciertas impresiones – creencias – debidas a las influencias del medio ambiente o a experiencias repentinas e inesperadas. Estas impresiones generalmente se basan en conclusiones formadas por la personalidad. La mayoría de las veces se trata de conclusiones equivocadas. La persona ve y experimenta algo desafortunado, una dificultad inevitable de la vida, y a partir de ella generaliza estos sucesos y los convierte en creencias [imágenes].
Creencias: reacciones emocionales, actitudes generales relativas a la vida…
No pensamos las conclusiones que vamos formando; son más bien reacciones emocionales, actitudes generales relativas a la vida. No es que nuestras creencias carezcan completamente de lógica, pero su lógica es muy limitada y errónea. Al pasar los años esas conclusiones y actitudes se hunden más y más en el inconsciente, moldeando hasta cierto punto la vida de la persona.
A esas conclusiones le damos el nombre de imágenes [creencias]. Se puede decir que una persona también puede tener una imagen positiva y sana grabada en su alma. Sin embargo, eso sólo es cierto hasta un determinado punto, pues ahí en donde no se han producido creencias falsas, todos los pensamientos y sentimientos están en movimiento, fluctúan; la persona se siente dinámica, relajada y flexible.
Todo el universo está penetrado por fuerzas divinas y corrientes de energía, y los pensamientos, las emociones y las actitudes que no están conectados con creencias falsas fluyen armoniosamente con esas fuerzas divinas y esas corrientes; se adaptan espontáneamente a la necesidad inmediata y cambiando de acuerdo con las necesidades de cada momento y de cada situación.
Pero las formas de pensamiento y de sentimientos que emanan de las imágenes son estáticas y están congestionadas. No ceden ni cambian de acuerdo con las diferentes circunstancias. Así, crean desorden. Eso provoca distorsiones y bloqueos en las corrientes puras que fluyen a través de un alma humana, produciéndose un cortocircuito.
Así es como nosotros vemos las cosas…
Así es como nosotros vemos las cosas. La manera en que ustedes lo ven y lo sienten es a través de la infelicidad, de la angustia y de la confusión, que a menudo están relacionadas con muchos sucesos aparentemente inexplicables de su vida. Por ejemplo, se dan cuenta de que no pueden cambiar lo que quieren cambiar o que ciertos acontecimientos de su vida parecen repetirse regularmente sin razón evidente. Éstos son sólo dos ejemplos, pero hay muchos más.
Las conclusiones equivocadas que conforman una imagen tienen su origen en la ignorancia y en el conocimiento limitado, de modo que no pueden permanecer en la mente consciente. A medida que la persona crece, el nuevo conocimiento intelectual contradice al viejo «conocimiento» emocional. De modo que la persona va enterrando su conocimiento emocional hasta que desaparece de la mirada consciente. Mientras más escondido está el conocimiento emocional, más potente se vuelve. A menudo ustedes no pueden entender qué fue lo que les hizo retener una impresión de ese tipo y a partir de la cual crearon una conclusión equivocada.
Mientras su imagen siga viva, en un nivel emocional más profundo, ustedes no han cambiado
Su intelecto, su mente, ha crecido, ha cambiado por lo que han aprendido, por su entorno y por sus experiencias de vida. Sin embargo, mientras su imagen siga viva, en un nivel emocional más profundo, ustedes no han cambiado.
En cierto momento de su infancia pasaron por una experiencia traumática. Cuando piensan en una experiencia traumática suelen pensar en una experiencia repentina con un impacto muy fuerte e inesperado, como sería un accidente. Pero también puede darse una experiencia traumática, especialmente en un niño, a causa de un descubrimiento gradual de que las cosas no corresponden a sus expectativas.
Un ejemplo… Un niño vive con la idea de que sus padres son perfectos y omnipotentes
Por ejemplo, un niño vive con la idea de que sus padres son perfectos y omnipotentes. Cuando el niño se percata de que no es así, se da una experiencia traumática, aunque se vaya dando cuenta del hecho a través de una serie de sucesos hasta que su descubrimiento deja una prolongada impresión.
Cuando un niño se da cuenta de que las ideas que hasta ese momento había aceptado respecto de sus padres, o hacia el mundo en general, ya no son verdaderas, pierde seguridad. Se asusta. No le gusta el descubrimiento y, por un lado, trata de arrojar ese conocimiento desagradable hacia el subconsciente pues se siente culpable y, por otro lado, construye defensas en contra de esa «amenaza». Esta amenaza es el trauma al que nos referimos, ya sea que esto suceda repentinamente o como un proceso gradual.
Todos ustedes saben que un trauma causa adormecimiento. Su cuerpo, lo mismo que sus nervios y su mente, se adormecen, aun hasta el punto de que temporalmente se pierde la memoria o aparecen otros síntomas. Así es como el niño experimenta un trauma al percatarse de que sus padres, el mundo, la vida, no son de la manera en que él había pensado.
Aunque la impresión creada por el trauma puede ser objetivamente correcta, de cualquier modo la deducción que puede hacer el niño suele ser errónea, pues los niños tienden a generalizar proyectando sus experiencias hacia todas las demás alternativas. Para un niño sus padres son su mundo, su universo, de modo que aplica la conclusión que saca después del trauma a todo el resto de la gente y a la vida en general. Esta generalización es la conclusión errónea que crea la imagen.
Generalización
La imagen fue creada cuando el mundo y las ideas ordenadas del niño fueron destruidas. Las conclusiones erróneas derivan, en primer lugar, de la generalización.
La realidad es que no toda la gente tiene los mismos defectos que sus padres, no todas las condiciones de vida son similares a las que el niño descubrió en su propio entorno.
Mecanismo de defensa
En segundo lugar, el mecanismo de defensa que el niño escoge con su limitada comprensión del mundo, en sí mismo está equivocado. Lo cual es aún más real cuando el mecanismo de defensa se aplica a gente y situaciones distintas del entorno original.
No pueden recordar…
Esto, amigos míos, es la manera en que se crean las imágenes. Pero no recordarán de improviso sus emociones, sus reacciones, sus intenciones internas y sus conclusiones. No pueden recordarlas porque sintieron la necesidad de esconder todo este proceso debido a su falta de lógica racional y también porque se sintieron avergonzados de que sus padres no fueran lo que ustedes pensaron.
Surge la vergüenza…
En su mente infantil asumieron que su caso era único. Todos los demás niños tenían padres perfectos, condiciones familiares perfectas y sólo ustedes experimentaron esa especificidad traumática que debía ser escondida de todo el mundo, incluso de ustedes mismos, al igual que, obviamente, de sus padres o de las otras personas cercanas. La vergüenza surgió de la idea equivocada de que su caso era único, y de que todo el pensamiento y el proceso emocional debía ser escondido debido a esa misma vergüenza.
Cuando esos procesos permanecen escondidos hay una parte de su personalidad que no puede seguir creciendo
Cuando esos procesos permanecen escondidos hay una parte de su personalidad que no puede seguir creciendo. Si se esconde una planta bajo la tierra cortándole sus raíces, no puede crecer. Lo mismo sucede con cada tendencia o corriente emocional. Por lo tanto, no deben sorprenderse cuando descubran que sus imágenes-conclusiones no concuerdan para nada con su inteligencia de adultos.
Emociones primitivas
Un niño o un bebé sólo conoce las emociones más primitivas. Conoce el amor y el placer cuando se realiza su voluntad. Conoce el odio, el resentimiento y el dolor cuando no se hace su voluntad. Es tan simple como eso. Sólo mucho más tarde en la vida se aprende a evaluar objetivamente en vez de seguir sus propios antojos o su placer.
Mientras su imagen viva, ustedes continúan con el procedimiento infantil. Y esto es así porque en ese aspecto su mente sigue siendo infantil, a pesar de lo mucho que el resto de su personalidad pueda haber mejorado y aprendido.
Su personalidad desarrollada es capaz de juzgar con madurez en el plano intelectual y en ciertos casos, en donde no hay corrientes de imágenes que obstruyan su percepción, incluso en el plano emocional. Pero en donde esos traumas repentinos o graduales han afectado el alma, uno no asimila la experiencia conscientemente y, por lo tanto, la mente sigue siendo infantil. Permanece en el mismo estado que estaba cuando las conclusiones – creencias – se formaron y guardadas en el inconsciente.
En consecuencia, hay una parte de cada persona madura que continúa siendo inmadura. De hecho, mientras no llevamos la imagen a la conciencia, esa parte continúa haciendo las mismas deducciones, emocionales e inconscientes, que hacía el niño.
Otro ejemplo: un bebé llora cuando quiere atención…
Por ejemplo, imaginen a una bebita que llora cuando quiere atención, pero su madre piensa que hacerle caso la hará una niña «consentida». La niña aprende que su mamá no viene cuando ella llora, pero que sí viene en otros momentos, aparentemente sin relación con su llanto. Así, llega a la siguiente conclusión; «Para que mis necesidades sean satisfechas, no debo mostrar que las tengo.»
Es posible que con esa mamá en particular sí funcione el no mostrar sus necesidades. Pero cuando la niña se convierta en una mujer, esa estrategia tiene grandes posibilidades de producir un resultado opuesto. Dado que nadie sabrá que esa mujer tiene alguna necesidad, nadie le dará lo que necesita. Sin embargo, dado que ella ignora completamente que tiene una “imagen», – puesto que hace años que la escondió en su inconsciente- , la mujer atravesará la vida sin comprender por qué se siente tan insatisfecha. No sabe que su manera de actuar hace que la vida aparentemente confirme su equivocada creencia… [continuará]
Eva Pierrakos & Donovan Thesenga
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