I.-
Una asistenta social le exponía sus penas al Maestro y le refería cuánto habría podido hacer ella por los pobres si no hubiera tenido que emplear tanto tiempo y tantas energías en protegerse a sí misma y su propio trabajo de calumnias y malentendidos.
El Maestro, tras escucharla con atención, se limitó a decirle:
«Nadie arroja piedras a un árbol sin frutos».
Anthony de Mello
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