Otra práctica espiritual
Esta práctica radica en abandonar toda oposición o resistencia contra el momento presente y la forma y contenidos con las que aparece.
La práctica que ello conlleva es fácil de exponer: dejar de nombrar, etiquetar y clasificar todo lo que nos rodea y a nosotros mismos; cesar de interpretar y enjuiciar cada cosa del mundo de los objetos, cada persona que encontramos, cada situación o acontecimiento, cada acción propia o ajena, cada pensamiento…
Se trata de dejar de discutir con lo que es. Es una práctica elemental: es lo que hacen las plantas, los árboles o los animales. Y es una práctica espiritual: hace que aflore el Ser, el Yo profundo.
Conseguimos la alineación interior con el momento presente; aceptamos su forma, sus contenidos cualesquiera que sean, de manera abierta y amistosa. No polemizamos con lo que es y que no puede ser de otra manera que como ya es. Lo cual no supone ni resignación ni inacción.
Al contrario, hace la acción mucho más eficiente, pues se actúa alineado con la vida, no desde la negatividad del ego. Al no poner a otras personas en prisión mental, tampoco me meto en ella yo mismo. Y al no juzgar, siento y genero una paz que se convierte en bendición para cada persona que encuentro.
Comprobaremos que esta práctica, ejercitada de modo continuo en el presente, proporciona una gran sensación de libertad. No en balde, dejamos de estar atrapados en la pequeña historia del ego. Ya no hay piloto automático: El Ser toma el mando.
Emilio Carrillo