Buscando a Dios en la gran ciudad
Imagina que te encuentras en la cima de una montaña desde la que se divisa una gran ciudad. Es al anochecer. Se ha puesto el sol y ves que comienzan a encenderse las luces en la gran ciudad… Contemplas cómo aumenta su número hasta que la ciudad entera parece un lago de luz… Tú estás sentado aquí solo, gozando del maravilloso espectáculo… ¿Qué sientes en estos momentos…?
Cuando ha pasado un rato oyes unos pasos detrás de ti; sabes que son los de un hombre piadoso que vive por aquellos parajes, de un eremita. Se acerca hasta ti y se coloca a tu lado. Te mira lentamente y te dice únicamente una frase: «Si desciendes a la ciudad esta noche encontrarás a Dios». Después da media vuelta y se aleja. No hay explicaciones. Ni tiempo para hacer preguntas…
Tú tienes el convencimiento de que esta persona sabe lo que dice. ¿Qué sientes en estos momentos? ¿Te sientes inclinado a aceptar lo que te ha dicho y bajar a la ciudad? ¿O preferirías permanecer donde estás?
No importa cuál pueda ser tu inclinación; baja ahora mismo a la ciudad para buscar a Dios…
¿Qué sientes cuando desciendes por la pendiente…?
Has llegado a los arrabales de la ciudad y es el momento de decidir adónde vas a ir a buscar a Dios y encontrado…
¿Adónde decides ir? Por favor, sigue los dictados de tu corazón a la hora de decidirte por un lugar al que ir. No te dejes llevar por lo que piensas que deberías hacer ni vayas adonde crees que deberías ir. Vete adonde tu corazón te dice que vayas…
¿Qué te sucede cuando llegas a ese lugar?… ¿Qué encuentras allí?… ¿Qué haces allí?… ¿Qué te sucede?… ¿Encuentras a Dios?… ¿De qué manera?… ¿O te sientes decepcionado?… ¿Qué haces entonces?… ¿Decides ir a alguna otra parte?… ¿Adónde? O ¿decides permanecer allí donde te encuentras…?
Anthony de Mello
Infórmate sobre nuestros servicios y consulta la programación de retiros, cursos y talleres.