Imaginación… Aquí y allá
En nuestra imaginación se esconde una fuente, insospechada y desaprovechada, de vida y de Poder. Antes de comenzar a enseñarte a utilizarla en la contemplación, quiero descubrirte esta realidad proponiéndote una experiencia.
Cierra los ojos. Adopta una posición descansada. Durante unos momentos trata de calmarte practicando uno de los ejercicios de conscienciación. Para que tu fantasía pueda trabajar es importante que tu mente esté en calma, reposada y en paz…
Ahora trasládate con la imaginación a algún lugar en el que te hayas sentido feliz en el pasado… Una vez elegido el lugar, dedica unos minutos a captar todos los detalles del lugar… Para ello, pon en juego cada uno de tus sentidos imaginativos: ve cada uno de los objetos que hay en el lugar, los colores, escucha de nuevo cada uno de los sonidos, toca, degusta y huele, si es posible, hasta que el lugar adquiera la mayor viveza posible…
¿Qué haces?… ¿Qué sientes?…
Cuando hayas permanecido en este lugar unos cinco minutos, retorna al presente, a tu existencia en esta habitación en la que nos encontramos ahora… Observa el mayor número posible de detalles en la situación actual… Capta, principalmente, lo que sientes aquí… Dedica a esta tarea unos diez minutos…
Ahora vuelve de nuevo al lugar al que viajaste con tu imaginación… ¿Qué sientes ahora?… ¿Se ha producido algún cambio en el lugar o en tus sentimientos?…
Vuelve a esta habitación… y viaja constantemente de un lugar al otro, del lugar del pasado a la habitación en que te encuentras en este momento; hazte consciente, en cada momento, de lo que sientes y de cualquier cambio que pueda producirse en tus sensaciones…
Cuando hayan pasado algunos minutos, te pediré que abras los ojos y pongas fin a la experiencia; te invitaré también a compartir con nosotros tu experiencia si lo deseas.
En la comunicación que se produce después de este ejercicio, muchas personas dicen que se sienten renovadas y fortalecidas.
Con la imaginación viajan a algún lugar en el que experimentaron amor, gozo, paz profunda y silencio en algún momento de su vida pasada… Cuando reviven la escena en su fantasía son capaces también de revivir las emociones que sintieron cuando la escena tuvo lugar por primera vez.
El retorno a la habitación en la que se encuentran actualmente suele ir acompañado frecuentemente de un cierto malestar…
Pero, si cambian constantemente del lugar vivido con la imaginación a la habitación en la que se encuentran y viceversa, traen consigo del lugar imaginado una buena dosis de emociones positivas que han experimentado allí. Vuelven renovados y fortalecidos.
Y, por extraño que pueda parecer, su percepción de la realidad presente se agudiza.
Lejos de ser una huída de la realidad, como- muchas personas piensan cuando escapan al mundo de su fantasía, este repliegue les ayuda a zambullirse con mayor profundidad en la realidad presente, a captada mejor y abordada con vigor renovado.
La próxima vez que te sientas cansado y abatido intenta esta experiencia y comprobarás los resultados que te regala…
Quizás pertenezcas al grupo de personas que han empleado con escasa frecuencia el poder de su fantasía Y que al principio encuentran muchas dificultades para imaginar con viveza cualquier cosa. En tal caso, te será necesaria una cierta práctica hasta que llegues a percibir los beneficios de este ejercicio vigorizador. Si perseveras, te sonreirá el éxito.
Cuando intentes realizar este experimento, asegúrate de que tu imaginación trabaja de verdad; de que no te limitas a recordar la escena o el acontecimiento. La fantasía se diferencia de la memoria en que en la fantasía revivo el acontecimiento que recuerdo. No me doy cuenta de mi entorno actual. En mi mente y mi consciencia, me encuentro presente en el lugar revivido por la imaginación.
Así, cuando mi fantasía recrea una escena en la playa, imagino que oigo el rumor de las olas, siento de nuevo que el sol quema mi espalda desnuda, siento el contacto de la arena caliente… y, como consecuencia, experimento, otra vez, las sensaciones que tuve cuando sucedió la escena por primera vez.
En otros tiempos quizás hubiera aceptado las quejas de los ejercitantes que me decían: “no puedo orar con la imaginación… Tengo muy poca fantasía”. Tal vez les habría aconsejado emplear otra forma de oración. En la actualidad estoy plenamente convencido de que, con un poco de práctica, cualquier persona puede desarrollar su poder de imaginar y, de esta forma, adquirir riquezas emocionales y espirituales insospechadas.
Si piensas que eres totalmente incapaz de usar tu imaginación, intenta esto…
Mira fijamente un objeto que tengas delante de ti. Cierra después los ojos y trata de visualizar mentalmente el objeto. Capta todo el número de detalles que puedas. A continuación abre los ojos y mira de nuevo el objeto; observa los detalles que no ha recogido tu imagen mental. Cierra los ojos de nuevo y trata de ver cuántos detalles de tu objeto puedes captar ahora, con qué agudeza los percibes…
Puedes intentar algo semejante con el sentido imaginativo del oído: escucha algunos compases de música en el magnetófono… cáptalos mentalmente… pon de nuevo la cinta y nota los que no has retenido… De esta manera, desarrollarás gradualmente tu poder de imaginar.
Vamos ahora a espiritualizar el experimento que te he presentado al comienzo del ejercicio. De esta manera conseguirás sacar algún provecho espiritual.
Cierra los ojos y permanece en calma durante algunos momentos…
Ahora viaja con tu imaginación a un lugar en el que hayas experimentado a Dios en el pasado…
Pon en práctica el procedimiento que sugerí para el ejercicio anterior… cambia de un lugar a otro… Mira si puedes recordar algo de la experiencia espiritual que viviste en el pasado y revive en el momento presente algo del poder espiritual que te dio aquella experiencia.
Para emplear tu fantasía con provecho y sacar el máximo beneficio de estos ejercicios, debes encontrarte en un estado de soledad interior profunda. Entonces serán vivas tus imágenes. Podrían llegar a ser tan vivas como la realidad del mundo sensible.
No temas que estos ejercicios te conviertan en un escapista o te hagan soñar despierto.
Esto último es peligroso cuando el soñador es incapaz de distinguir entre la realidad sensible y la realidad imaginada o carece de poder para dominar sus sueños a voluntad. Si tienes ese poder, puedes realizar estos ejercicios sin miedo alguno.
Anthony de Mello