Consciencia y contemplación I

Consciencia y contemplación I

Quizás sea ahora el momento adecuado para enfrentamos con la objeción, escuchada con frecuencia en mis grupos de contemplación, de que estos ejercicios de «hacerse conscientes” son válidos para relajarse pero nada tienen que ver con la contemplación entendida en sentido cristiano y con la oración.

Trataré ahora de poner de manifiesto que estos sencillos ejercicios pueden ser considerados como contemplación en sentido cristiano estricto. Si la explicación que voy a proponer no te satisface o te crea problemas, te sugiero que no la tomes en cuenta y que practiques estos ejercicios de conscienciación como simples medios para disponerte a la oración y a la contemplación. O, si lo prefieres, ignora, completamente estos ejercicios y pasa a los restantes que sean más de tu agrado.

Permíteme que explique lo que entiendo por oración y por contemplación.

Empleo la palabra oración para designar la comunicación con Dios cuando ésta se establece principalmente por medio de palabras, imágenes y pensamientos. En otro lugar presentaré muchos ejercicios a los que encasillo en el apartado de oración. Entiendo la contemplación con Dios en la que se emplea el menor número posible de palabras, imágenes y conceptos o se prescinde totalmente de ellos. De esta forma de oración habla san Juan de la Cruz en su «Noche oscura de los sentidos” y el autor de “Cloud of unknowing” en su admirable libro (…).

Vayamos al núcleo del problema:

Cuando practico el ejercicio de tomar conciencia de las sensaciones de mi cuerpo o de mi respiración, ¿puedo decir que me comunico con Dios? La respuesta es afirmativa. Permítaseme que explique la naturaleza de la comunicación con Dios que se establece en los ejercicios de conscienciación.

Muchos místicos afirman que -además de la mente y del corazón, con los que nos comunicamos con Dios.- todos nosotros estamos dotados de una mente y de un corazón místicos. Se trata de una facultad que nos permite conocer a Dios directamente, comprenderle e intuirle en su ser auténtico, aunque de manera oscura, sin necesidad de usar palabras, imágenes o conceptos.

De ordinario, nuestro contacto con Dios es indirecto, a través de imágenes o conceptos que, necesariamente, distorsionan su realidad. La capacidad de captarlo sin necesidad de imágenes o de ideas es el privilegio de esta facultad a la que, en el curso de esta explicación, llamaré Corazón (término entrañable para el autor de «Cloud of Unknowing”), aunque nada tiene que ver con nuestro corazón físico o con nuestra afectividad.

En la mayoría de nosotros este Corazón se encuentra dormido y subdesarrollado.

Si lo despertásemos tendería constantemente hacia Dios y, si le diéramos oportunidad, empujaría la totalidad de nuestro ser hacia él. Pero para ello es necesario que se desarrolle, que se libere de las escorias que lo envuelven y pueda ser atraído por el Imán Eterno.

La escoria es el amplio número de pensamientos, palabras e imágenes que interponemos entre Dios y nosotros cuando entramos en comunicación con él. En muchas ocasiones, las palabras, en lugar de ayudar, impiden la comunicación e intimidad. El silencio de pensamientos y de palabras- puede, a veces, ser la forma más idónea de comunicación y de unión cuando los corazones están inundados de amor. Nuestra comunicación con Dios no es, sin embargo, un tema sencillo. Yo puedo mirar con amor a los ojos de un amigo íntimo y comunicarme con él sin necesidad de palabras.

Pero, ¿dónde fijaré mi mirada cuando, desde el silencio, miro intensamente a Dios? ¡Una realidad sin imagen, sin forma! ¡El vacío!

Esto es lo que se pide a algunas personas que desean entrar en comunicación profunda con el Infinito, con Dios: mirar fijamente durante horas al vacío. Algunos místicos recomiendan que miremos este vacío amorosamente. En verdad, requiere una buena dosis de fe mirar intensamente, con amor y anhelo, lo que parece nada cuando entramos por primera vez en contacto con ello.

Normalmente, jamás lograrás ni siquiera aproximarte al vacío, aunque desees intensamente pasar horas sin fin mirándolo fijamente, si no has hecho el silencio en tu mente. Mientras la máquina de tu mente continúe tejiendo millones de pensamientos y de palabras, tu mente mística o Corazón permanecerá subdesarrollado.

Piensa en la enorme agudeza de oído y de tacto que poseen los ciegos. Han perdido la facultad de ver y esto les fuerza a desarrollar las restantes facultades de percepción. En el mundo místico ocurre algo similar. Si, por decirlo de alguna manera, pudiésemos convertirnos en mentalmente ciegos, si pudiésemos colocar una venda en nuestra mente mientras nos comunicamos con Dios, nos veríamos obligados a desarrollar alguna otra facultad para comunicarnos con él -aquella facultad que, según numerosos místicos, tiende a ir hacia él si le concedemos la oportunidad de desarrollarse: el Corazón.

Anthony de Mello

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