Sensaciones de la respiración
Comienza este ejercicio dedicando unos cinco minutos a hacerte consciente de las sensaciones en las diversas partes de tu cuerpo…
Pasa después a percibir tu respiración. El aire cuando entra y sale por tus fosas nasales…
No te concentres en el aire que entra en tus pulmones. Limítate a hacerlo consciente cuando pasa a través de tus fosas nasales…
No controles tu respiración. No intentes profundizarla. No estamos en un ejercicio respiratorio sino de toma de conciencia. Por consiguiente, si tu respiración es poco profunda, no trates de cambiarla. No te interfieras en ella. Limítate a observarla.
Cada vez que te distraigas, vuelve con vigor a tu tarea.
De hecho, ya desde el comienzo te será una ayuda muy útil decidirte firmemente a no pasar por alto ni siquiera una sola respiración.
A muchas personas les resulta más difícil este ejercicio que los dos anteriores. En cualquier caso, para agudizar el hecho de hacerse consciente es el más fructífero de los tres. Posee también la virtud de producir calma y relajación.
Cuando trates de tener en cuenta tu respiración, no tenses los músculos. No hay que confundir decisión con tensión nerviosa. Debes pensar que al principio es normal tener bastantes distracciones. Por más distraído que puedas estar, el simple hecho de volver una y otra vez a tener en cuenta tu respiración -.el esfuerzo que supone hacer esto- te reportará grandes beneficios que advertirás gradualmente.
Cuando hayas adquirido cierta pericia en este ejercicio pasa a otro, una variante algo más difícil y más eficaz:
Consciencia la sensación del aire cuando pasa a través de tus fosas nasales. Siente su contacto. Advierte en qué parte de las fosas nasales sientes el contacto con el aire cuando inspiras… y en qué parte de las fosas nasales sientes el contacto del aire cuando expiras…
Hazte consciente, si puedes, del calor o del frío del aire… su frío cuando entra, su calor cuando sale fuera.
Puedes también percibir que la cantidad de aire que penetra por una fosa nasal es mayor que la que entra por la otra…
Sé sensible y presta atención al sutilísimo y ligero tacto del aire en tus fosas nasales cuando inspiras y expiras… Continúa notando esta sensación durante unos cinco o diez minutos.
El tiempo indicado para cada ejercicio es el mínimo exigido para que te hagas idea del valor del mismo y, para que obtengas provecho de él. Pero cuanto más tiempo seas capaz de dedicar al ejercicio, mayor será, obviamente, el fruto que saques.
Desearía hacer una acotación a lo que acabo de decir: no permanezcas más de dos o tres días en el solo ejercicio de concienciar, durante varias horas, la respiración.
Puede, en efecto, suceder que este ejercicio te comunique gran paz y una sensación de profundidad y plenitud placenteras. Quizás sientas entonces la tentación de practicarlo varias horas, cuando estás en silencio, durante un número de días. No lo hagas a no ser que dispongas de un guía competente. Hago esta observación porque la concentración prolongada en una función tan sutil como es la respiración puede fácilmente producir alucinaciones o sacar a superficie materiales del subconsciente que no podrás controlar. El peligro es, ciertamente, remoto y la probabilidad de que alguien realice este ejercicio durante horas es muy escasa. De cualquier modo, me gustaría que tuvieras en cuenta la advertencia que acabo de apuntar.
No me cansaría de ponderar el valor de este ejercicio para personas que deseen alcanzar paz, control de sí mismos y profundo gozo interior en medio de las dificultades que la vida les presenta. Un famoso maestro oriental diría a sus discípulos: «Tu respiración es tu mayor amigo. Recurre a él siempre que tengas problemas y encontrarás consuelo y guía». Afirmación sorprendente que harás tuya cuando hayas empleado el tiempo suficiente para dominar el difícil arte de «devenir consciente».
Anthony de Mello
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