La mente…
El monarca estaba cada día más triste. Aunque todo iba bien, algo le apenaba obsesivamente: era muy aficionado a la arquería y había adquirido una notable destreza en la misma, pero sus súbditos , y cortesanos eran muy deficitarios en este arte: el rey no tenía con quién competir. Eso le causaba pesadumbre y se sentía desgraciado. Entonces pensó que tal vez pudiera traerle algún consuelo un sabio que vivía retirado en el bosque. Le mandó llamar y le contó lo que le sucedía.
– Y cada día estoy más alicaído, porque es una lástima que ninguno de los que me rodean sea un buen tirador de arco y pueda medirme con él.
– Majestad -dijo el sabio -, deberías sentirte muy afortunado.
– ¿Por qué? – preguntó intrigado y un poco molesto el monarca.
– Porque si hubiera excelentes arqueros en el reino, entonces estarías muy preocupado intentando enfrentarte a ellos con éxito y obsesionado por saber si podrías superarlos o no. En lugar de triste, estarías agitado y atormentado. Ésa es la naturaleza de la mente, Majestad.
Comentario
A menudo la mente valora más lo que no tiene que lo que tiene. Vive más en la idea y la expectativa, que en lo que es. Hay algunas sugerencias que pueden ser útiles para lograr sosiego interior:
– Aprecia más lo que es, en lugar de lo que puede o no llegar a ser.
– Reconcíliate con tu mente, aunque tiene múltiples y particulares rarezas, pero puedes aprovechar su insatisfacción para trabajar sobre ti mismo y autodesarrollarte. «Lo que te ha estimulado a buscar la verdad y la paz es la agitación de tu mente, que nunca se ha conformado con una temporal quietud… Debes considerar que, en este sentido, la mente te ha hecho un gran favor. La agitación de tu mente es una valiosa cualidad, ya que ha alimentado tu interés por la meditación».
– Abandona el apego y el odio, para aprender en apertura a cada momento, con la mente más armónica.
Ramiro Calle
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