El viaje del héroe según Carl Gustav Jung

El viaje del héroe según Carl Gustav Jung

En 1932, el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, recién llegado de la India, se aventuró a dar un seminario en Zurich para explicar cómo en los chakras y en el despertar de la Kundalini a través del yoga y el tantra estaba el mapa del proceso de individuación que él llamó «el viaje del héroe».

Jung fue seguidor del psicoanálisis de Sigmund Freud y después se separó de él para crear una tendencia psicológica que parte de una cosmovisión del hombre, puesto que combina disciplinas tan dispares como la alquimia, la antropología o la mitología. Hablamos de la psicología analítica, que se basa en la idea de que el hombre es mucho más de lo que cree ser cuando se relaciona con el mundo. ¿Hasta qué punto es él y hasta qué punto deja de serlo?

Adaptación

Uno de los conceptos más importantes de los que parte Jung es el de la adaptación. El ser humano es, como decía Aristóteles, un zoos politicon, un animal social; por tanto, debe adaptarse a que le quieran, a que le acepten y a sobrevivir. Ésta sería la adaptación hacia fuera; pero Jung habla también de la adaptación hacia dentro. Se refiere a un conjunto de procesos psíquicos que proceden de nuestro interior y que reclaman nuestra atención, tales como los estados emocionales, los deseos, los sueños, los actos fallidos, las emociones desmesuradas, las casualidades, el sentimiento  de  vacío, las grandes preguntas como: ¿de dónde venimos?, ¿por qué nos morimos?; el sentido de la vida… Todo ello forma parte también del hombre y es ineludible.

Un mapa de la psique humana

Partiendo de esta necesidad de doble adaptación, Jung traza un mapa de la psique humana, un mapa que no puede entenderse únicamente desde la razón, porque, como la propia alma, es un misterio. Hay que aclarar que la psique para Jung no es la mente, sino el espíritu.

Se trataría de una estructura circular compuesta por tres partes: una pequeña sección es la conciencia, una segunda capa más grande es el inconsciente personal, y la tercera es una inmensa que constituye el inconsciente colectivo.

La conciencia es lo que nos orienta al mundo exterior e interior, y es un minúsculo islote en el gran océano del inconsciente

La conciencia sería el momento presente, lo que en ese instante una persona tiene en su cabeza. Por ejemplo, en estos momentos yo estoy escribiendo esta parte del libro, por lo que la conciencia sería la frase que estoy gestando, la idea que está en estos momentos en mi mente, no la línea anterior ni la siguiente. Entendemos, pues, que la conciencia es minúscula, absolutamente fugaz, mínima. Además, no siempre está trabajando, porque se desconecta cuándo dormimos, si nos emborrachamos, etc.

El inconsciente personal es nuestra biografía, lo que sabemos de nosotros mismos y de la realidad pero no tenemos presente en este instante

Es el lugar donde hemos nacido, nuestra familia, nuestra infancia, lo que hemos estudiado, lo que hemos leído, nuestras experiencias vividas, intuiciones, premoniciones… Todo lo que conocemos pero que no tenemos en nuestra conciencia a tiempo presente.

En los límites entre la conciencia y el inconsciente personal estaría el Yo consciente o ego.

Es el portador de nuestra personalidad, es la máscara, lo que nos creemos que somos. Nos otorga la conciencia de existir y la identidad personal. Es lo que los griegos llamaron persona,» y podría resumirse en nuestra presentación ante el mundo: nuestro nombre, nuestra profesión, lo que nos gusta, nuestro carácter, nuestra orientación sexuala…

Los seres humanos somos únicamente conscientes de una parte mínima de nuestra psique: la conciencia, el inconsciente personal y el ego.

El inconsciente colectivo

Una de las grandes aportaciones de Jung a la psicología analítica es el concepto del inconsciente colectivo. En su práctica clínica, a través del análisis de los sueños, encontró fenómenos psicológicos que no podían ser explicados desde la experiencia personal. Descubrió también que muchos de estos fenómenos estaban relacionados con temas mitológicos y ancestrales del pasado cultural de la humanidad, sin referencia individual alguna que los explicara. Esto le lleva a pensar que podía tratarse de la influencia de componentes colectivos, que se manifiestan de manera simbólica en acontecimientos especialmente intensos de la vida de los individuos.

Para Jung el inconsciente colectivo está conformado por imágenes primordiales procedentes de la historia de la humanidad; sería la herencia espiritual de la evolución del ser humano, que nace en la estructura cerebral de cada individuo.

Buscando en las fuentes de la mitología y los cuentos de hadas los significados de algunos sueños, Jung descubre cómo en los mitos se reflejan los conflictos humanos, así como sus soluciones. Y concluye que los conflictos individuales, con los matices que los hacían únicos, tenían una raíz común a toda la humanidad.

Arquetipos

Partiendo de esta herencia cultural colectiva en la psique humana, desarrolla la teoría de los arquetipos, a los que define como patrones de existencia o de conducta latentes en la psique que son activados por determinadas circunstancias externas. Por ejemplo, a una persona, ya viva en la India o en Australia, cuando tiene un hijo, se le activa el arquetipo de la madre o el padre. Tanto a un asesor financiero de Manhattan como a un campesino de la provincia del Yunan, en China, cuando tiene que salir de una situación dura como una pérdida afectiva o una enfermedad, se les activa el guerrero.

Jung habló de muchos arquetipos: el padre, la gran madre, el niño, el mártir, el ermitaño, el anciano, la doncella… Pero destacó tres como los más importantes en el inconsciente colectivo; son fases dentro de lo que él llamó proceso de individuación (camino o viaje del héroe), el desarrollo interior que ha de hacer toda persona para alcanzar la totalidad de su ser:

1.            La sombra

2.            El ánima/ánimus

3.            El Sí Mismo

La sombra

La sombra constituye todo lo negado dentro de nosotros mismos; es la parte que no vemos en nosotros sino cuando la vislumbramos proyectada en los demás. Entonces nos encanta o nos espanta. En la sombra está todo lo que tememos y representa el mal del mundo.

Ánima / ánimus

El ánima y el ánimus son los principios femenino y masculino del mundo, lo que la cultura ha llamado la Diosa y el Dios. El ánima o Diosa es lo femenino inconsciente en el hombre. Esto se traduce en el sentir. El ánimus es lo masculino inconsciente en la mujer, es decir, el pensamiento y la acción. Esto no significa que los hombres no sientan o que las mujeres no piensen o no actúen, sino que el hombre tiene más cerca de la conciencia el pensamiento y la acción y más lejos la emoción, y las mujeres al contrario. La inconsciencia del otro se traduce en una incoherencia entre lo que hacemos y cómo nos sentimos, y esto a la larga se exterioriza en una mala relación con el otro sexo y en problemas de pareja.

El Sí Mismo

Por último, el Sí Mismo es lo que la psicología ha llamado el Ser o Self, las religiones, el Dios o  la Divina Presencia y las tradiciones esotéricas Yo Soy. Jung decía que se podía representar simbólicamente este arquetipo como la unión del niño y el anciano. El niño es nuestra esencia, la semilla de luz con la que venimos a esta vida, nuestra individualidad indiscutible. El anciano, la sabiduría de todas las vidas de toda la humanidad. La unión de la esencia y la sabiduría conforman el Dios de nuestro interior. Ese Dios es la totalidad, la unión de los opuestos, la integración, la Unidad.

Como el ser humano es absolutamente ignorante del inconsciente colectivo que vive también en él, piensa que el único habitante de su alma es lo que se cree que es, es decir, el ego. Sin embargo, el verdadero regente de su psique y el origen de su personalidad es el Sí Mismo. Este arquetipo es en verdad el guionista, según Jung, de todo lo que nos ocurre.

Guionistas conscientes: los mapas del viaje del héroe

Para convertirnos en guionistas conscientes, Jung nos invita a hacer el viaje más apasionante: el camino del héroe. Para ello debemos convertir a nuestro ego en el héroe de nuestra vida, porque él es el centro de la conciencia, y adentrarnos en una aventura por el océano del inconsciente colectivo  tras haber limpiado y colocado nuestro inconsciente personal (padres, infancia, parejas…). Este  viaje tendría tres etapas:

  • Alumbrar la sombra: aceptar e integrar aquello que tememos, porque detrás de lo que nos aterra está nuestra máxima potencialidad.
  • Realizar un matrimonio sagrado entre nuestra ánima y nuestro ánimus, lo que se traduce en crear una coherencia entre lo que hacemos y cómo nos sentimos.
  • Integración. Después de haber recuperado nuestras  proyecciones y tras haber pactado con nuestros miedos, una vez que nuestras acciones se han comprometido a defender a nuestros sentimientos, llegamos al Dios que vive en nuestro interior, que nos da un visión trascendente, total, de nuestra existencia. Cuando llegamos aquí ya estamos preparados para crear nuestra vida de forma consciente.

Quizás el lector se pregunte dónde se encuentran los mapas de este viaje. La respuesta está en el lenguaje del inconsciente. Los cuentos de todas las culturas y tiempos hablan de esta aventura de forma codificada. Los mitos, la astrología, el tarot, la cábala, el I-ching…, y también nuestros propios sueños, las sincronicidades (esas extrañas casualidades), las experiencias transpersonales (por ejemplo, toda suerte de visualizaciones o las vidas pasadas), la literatura, el arte, el cine o incluso la propia realidad de nuestro día a día.

Pero los mapas se hallan además en todos los sistemas espirituales que contienen lo arquetipal, como, por ejemplo, la geometría sagrada, el Reiki y, por supuesto, los chakras.

De la mano de María ]osé Álvarez Garrido, en las próximas entradas de este blog nos adentraremos en este proceso de individuación a través del estudio de los chacras, uno de los mapas más precisos del viaje del héroe.

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