Ciclos autoperpetuantes
El mito de Sísifo
A veces podemos caer en una suerte de mito de Sísifo, la reproducción de esquemas y patrones, ciclos de acción y de vida. Al intentar suprimirlos – sin conocer sus causas – tal vez estemos cortando la enredadera arraigada que brotará con más fuerza.
La mitología griega nos cuenta que Sísifo enfadó a los dioses por su extraordinaria astucia. Como castigo fue condenado a perder la vista y a empujar perpetuamente un peñasco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, desde donde debía recogerlo y empujarlo nuevamente hasta la cumbre, y así indefinidamente.
Ciclos autoperpetuantes
Cuando alcanzas un cierto nivel de comprensión te das cuenta de que las actitudes tanto positivas como negativas son autoperpetuantes. Por ejemplo, piensa en una actitud sana. Cuando eres extrovertido, constructivo, abierto e inclusivo, todas las cosas te salen bien. No tienes que trabajar muy duro para alcanzar tus objetivos. Se perpetúan a sí mismos. Ni siquiera tienes que gastar energía en ningún tipo de meditación. Por sí solos, tus pensamientos, actitudes y sentimientos positivos crean más pensamientos, actitudes y sentimientos positivos. Éstos, a su vez, crean satisfacción, productividad, paz y dinamismo. El principio es exactamente igual en lo que toca a las situaciones negativas. Las fuerzas autoperpetuantes, en ese caso, sólo pueden cambiarse mediante un proceso deliberado que pone algo nuevo en movimiento.
Es de gran importancia que comprendas y visualices que las esferas de la consciencia operan exactamente de acuerdo con lo que hemos explicado.
En otras palabras, el principio y la dirección positivos son la esfera de la realidad, la esfera en la cual se encuentra un ciclo de autoperpetuación ilimitada en cualquier aspecto, un ciclo de la existencia de integración y abundancia inagotable.
El nivel de la personalidad que desea lo negativo y busca esa dirección crea un nuevo mundo, o esfera psíquica, que cubre a la esfera positiva que había originalmente. Las imágenes y las formas —productos de actitudes, pensamiento y sentimientos negativos — crean ese mundo negativo. Constituyen otra esfera de la consciencia, un mundo diferente, con un sabor y una atmósfera característicos.
El mundo físico y material en el que vives manifiesta tanto lo positivo como lo negativo, y presenta una combinación de ambos. Puedes alcanzar una aguda consciencia de ellos. Son producto de las expresiones de ti mismo, de tus diversas esferas de consciencia. Para crecer tienes que pasar a través de ellas, capa por capa, dentro de ti mismo.
Lo positivo
En las áreas de tu vida en las que estás relativamente libre de deseos negativos te será fácil aprehender, sentir y experimentar el mundo de la verdad, donde existe todo el bien en su calidad autoperpetuante. Ahí no hay necesidad de lucha, de duda, de temor o de privación. En esas áreas descubrirás que sin ningún temor abres tu corazón a la experiencia positiva, y esa dinámica te mueve eternamente hacia un mayor desarrollo, hacia una mayor felicidad, hacia una mayor inclusión, pues ese movimiento no es entorpecido por una mente temerosa que lo retiene y lo estanca.
Esas esferas de positividad están ahí; y no sólo existen en el fondo de tu ser – ahí en donde puedes sentir la vida eterna de toda la existencia-, sino que se manifiestan también en tu vida exterior.
La negación de lo positivo
Pero, claro está, también existe el problema principal, el área de tu ser en donde reside el miedo de lo positivo y, por lo tanto, su negación. Como consecuencia, en tu vida exterior se manifiestan el sufrimiento y la privación. Debes experimentar esta esfera profundamente dentro de tu consciencia antes de poder trascenderla transformándote a ti mismo. Debes pasar por ella y no negarla o luchar para escapar de ella, sino verla y aceptarla, aprendiendo a comprender su naturaleza. Eso es lo que quiere decir pasar a través de ella. Sólo cuando se la afirma y reconoce como una realidad temporal, puede alcanzarse el mundo subyacente del bien autoperpetuante, ahí adonde ya no tienes que ir tras de nada o desear nada, sino que sabes que ya es tuyo, aun antes de que lo hayas alcanzado.
Siempre que estás separado de los demás, de tus semejantes, seguro estás en un mundo negativo, en un ciclo que teme la positividad, en una negatividad autoperpetuante que siembras con tus deseos negativos. Por lo tanto sufres, pues niegas e ignoras el significado completo de la lucha que se desarrolla en tu interior. Esa lucha varia de un individuo a otro y, en cada individuo, de una fase a la otra e incluso a veces de una hora a la otra, pues en cada momento surgen distintas direcciones de los deseos.
Una lucha incesante
De modo que siempre hay en ti una lucha incesante en la cual un lado busca la integración, la unión con tus semejantes de maneras diferentes: hacia el amor y la comprensión, hacia la consideración, hacia el dar y recibir. Pero siempre está ahí el otro lado que niega la dirección anterior, que la teme y se le resiste. Así que surge un ciclo de dolor en particular, y mientras más grande sea la negación, más grande será el dolor.
El dolor se agrava por la lucha que se establece con otra persona. No olviden, amigos míos, que de por sí es muy doloroso alternativamente desear relacionarse y amar, por un lado, y odiar, rechazar y retraerse, por otro.
Las cosas se complican infinitamente cuando este conflicto se multiplica por la presencia de otro individuo, dentro de cuyos parámetros entramos y que, a su vez, vive una lucha similar en su interior.
El placer ligado a la negación de lo positivo
Tanto la corriente positiva como la negativa se hallan ligadas al principio del placer. Es esta relación lo que dificulta abandonar la dirección negativa.
La dirección negativa y destructiva no sería tan potente y tan difícil de vencer si el principio del placer no estuviera ligado a ella. Sucede que en realidad no quieres abandonar el precario placer que obtienes al involucrarte en sentimientos y actitudes destructivas. Esto puede desarrollarse de manera sutil, insidiosa e inconsciente aun cuando la persona en cuestión parta de una dirección sana y constructiva.
Reconocer
El reconocimiento de cada cosa negativa que existe en ustedes contribuye más al proceso universal de la integración que cualquier otra cosa imaginable. Así que procedan de esa manera.
Eva Pierrakos & Donovan Thesenga