Sentimientos negativos hacia los demás

Sentimientos negativos hacia los demás

En una de mis conferencias alguien hizo el siguiente comentario:

“Quiero compartir con usted algo maravilloso que me sucedió. Fui al cine un día; poco tiempo después, estaba trabajando y realmente tenía problemas con tres personas en mi vida. De manera que dije: “Bueno, así como aprendí en el cine, voy a salir de mí mismo”. Durante un par de horas me puse en contacto con mis sentimientos, con lo mal que me sentía hacia estas tres personas. Dije: “Realmente odio a esas personas”. Después dije: “Jesús, ¿Qué puedes hacer al respecto?” Un poco más tarde me puse a llorar, por que me di cuenta que Jesús había muerto por esas personas, y, de todos modos, ellas no podían evitar ser como eran. Esa tarde tenía que ir a la oficina; allí hablé con esas personas. Les conté mi problema, y ellas estuvieron de acuerdo. Ya no estaba furioso con ellas y ya no las odiaba”.

Siempre que usted tiene un sentimiento negativo hacia alguien, está viviendo en una ilusión. Algo grave sucede.

No está viviendo la realidad. Algo en su interior tiene que cambiar. Pero ¿eso es lo que generalmente hacemos cuando tenemos un sentimiento negativo? “El tiene la culpa, ella tiene la culpa. Ella tiene que cambiar.”

¡No! El mundo está bien. El que tiene que cambiar es usted.

Uno de ustedes dijo que trabajaba en una institución. Durante una reunión del personal, alguien solía decir, inevitablemente: “La alimentación de aquí es pésima”, y la nutricionista se salía de casillas. Se había identificado con la alimentación y decía: “El que ataque la alimentación, me ataca a mí; me siento amenazada”. Pero el “yo” nunca está amenazado; solamente el “mí” es amenazado.

Pero supongamos que usted presencia una injusticia evidente, algo que está obvia y objetivamente mal.

¿No sería una reacción apropiada decir que esto no debiera suceder? ¿De alguna manera usted debe involucrarse en la corrección de una situación que está mal? Alguien maltrata a un niño, y usted ve el abuso. ¿Qué hacer frente a algo como eso?

Espero que no haya dado por sentado que yo dije que no debía hacer nada. Dije que si usted no tuviera sentimientos negativos sería mucho más eficiente, mucho más eficiente. Porque cuando entran en juego los sentimientos negativos, usted se vuelve ciego. Aparece el “mi”, y todo se desorganiza. En donde antes teníamos un problema, ahora tenemos dos problemas.

Muchos suponen erróneamente que si uno no tiene sentimientos negativos como la ira, el resentimiento y el odio significa que no debe hacer nada frente a una situación. ¡Ah, no, no, no!

Usted no se siente emocionalmente afectado, pero actúa de inmediato. Se vuelve muy sensible a las cosas y a las personas que lo rodean Lo que mata la sensibilidad es lo que mucha gente llama el ego condicionado: cuando uno se identifica tanto con el “mi” que hay demasiado “mi” para poder ver las cosas objetivamente, con desprendimiento. Es muy importante que cuando usted actúe pueda ver las cosas con desprendimiento. Pero las emociones negativas se lo impiden.

Entonces, ¿Cómo llamaríamos ese tipo de pasión que activa la energía para hacer algo respecto a los males objetivos? Sea lo que sea, no es una reacción; es una acción.

Algunos de ustedes se preguntan si existe un área gris antes de que algo se convierta en un apego, antes de que tenga lugar la identificación.

Digamos que muere un amigo. Parece bien y muy humano sentir algo de tristeza. Pero ¿qué reacción? ¿Compasión de sí mismo? ¿Qué será lo que le produce aflicción? Piense en eso.

Lo que le estoy diciendo le parecerá terrible, pero ya le dije, vengo de otro mundo.

Su reacción es de pérdida personal ¿verdad? Le produce lástima el “mi”, o se conduele de otras personas a quienes su amigo alegraba. Por eso quiere decir que le producen lástima otras personas a quienes les producen lástima ellas mismas. Si no se conduelen de ellas mismas, ¿de qué podrían condolerse?

Nunca sentimos tristeza cuando perdemos algo a lo que le hemos permitido ser libre, que no hemos tratado de poseer. La tristeza es una señal de que hice depender mi felicidad de esta cosa o persona, al menos en alguna medida. Estamos tan acostumbrados a oír lo contrario de esto, que lo que digo suena inhumano, ¿no es verdad?

Anthony de Mello

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