Rejuvenecer: las tres reglas de oro del doctor Shioya
En su libro Der Jungbrunnen, el doctor Shioya explica las tres «actitudes correctas del espíritu» que pueden ayudar a cualquiera de nosotros a llevar una vida feliz. Muy enfermo desde que nació, el doctor Shioya desarrolló una técnica de respiración que utilizaba visualizaciones.
Este «método de fuerza creadora de los pensamientos y de la buena respiración» le permitió vivir una larga vida, cada vez más sana. Su método le permitió rejuvenecer cada vez más desde que cumplió sesenta años. Incluso ganó un torneo de golf cuando tenía cien años. Las tres actitudes correctas del espíritu son comportamientos básicos que se aplican fácilmente en el día a día, produciendo ya cambios considerables en la vida.
Quisiera presentarlas brevemente. Su utilidad y su significado son claves para rejuvenecer y disfrutar de una vida feliz.
1. Pensar positivamente acerca de todo
Ha sido demostrado que los pensamientos positivos repercuten sobre la salud física, reforzando por ejemplo el sistema inmunitario. Esto nos impulsa a rejuvenecer. Esta actitud del espíritu no es, pues, una regla para llevar una vida mejor (en el sentido de la moral y de la religión) sino un factor concreto importante para mantener la salud del cuerpo y de la mente. Tenemos, pues, una actitud básica positiva y estamos preparados para ver y aprovechar todas las situaciones que nos presentan una buena oportunidad. No se trata en modo alguno de quedarse en simples palabras bonitas o ver el mundo de color de rosa; por el contrario, en vez de enfocarnos sólo en lo negativo, consideramos ambos aspectos, pudiendo así reconocer nuestras posibilidades y oportunidades.
2. No hay que olvidarse de dar las gracias
Luego es importante acordarse siempre de ello. La energía va hacia donde se dirige nuestra atención: si experimentamos gratitud conscientemente, emitimos las vibraciones correspondientes y atraemos vibraciones del mismo tipo. Esto quiere decir que las situaciones en las que tenemos buenas razones para dar las gracias serán cada vez más numerosas. Ciertas personas no tienen una actitud básica positiva. Tienen que dirigir entonces su atención hacia las cosas por las que pueden sentir gratitud, por muy pequeñas que sean. Hay personas que creen que en sus vidas no existe nada por lo que estar agradecido, pero en realidad debemos estar agradecidos por el mero hecho de vivir cada día. Hazlo y disfruta sintiéndote rejuvenecer más y más cada día.
3. No refunfuñar
Si en vez de estar agradecidos siempre tenemos algo de que quejarnos, estos sentimientos y pensamientos negativos se convierten en vibraciones que irradiamos atrayendo al final acontecimientos que nos llevan de nuevo a la negatividad. Pensamientos como: «tengo muchos problemas», «esto no me gusta», «no llego», «tanto trabajo para nada», «es muy duro», «es insoportable» atraen situaciones penosas, difíciles y duras.
Cuando le digo a alguien «eres un imbécil», le estoy enviando cierto tipo de vibraciones. No estoy formulando una constatación sino que estoy creando o reforzando esta vibración, y por lo tanto también este modo de comportamiento.
En este caso se imprimen sobre el agua en general, y sobre el agua del cuerpo de la persona en particular, motivos vibratorios no armónicos. Por esta razón, no ceso de repetir: alabad a vuestros hijos (a vuestros colaboradores y a vuestros amigos, etcétera), reforzad sus cualidades. Ser conscientes de nuestras palabras y de nuestros pensamientos también nos beneficiará a nosotros mismos. Ya que las palabras y los pensamientos dirigidos hacia los demás ejercen en primer lugar un efecto sobre nosotros. Cuando introduzco en el mundo la información «imbécil», el primero que se llena y entra en resonancia con esta información es mi propio sistema. El dicho «no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti» adquiere un sentido totalmente nuevo a la luz de los campos morfogenéticos y de la teoría vibratoria que implican. Desde este punto de vista, incluso la persona más egoísta está obligada a pensar, hablar y actuar con cuidado ya que, aunque no lo haya entendido hasta ahora, queda claro que somos nosotros mismos los autores de todo lo que nos ocurre.
Otro hábito, no especialmente favorable para nuestra propia evolución, consiste en menospreciarse constantemente a sí mismo, interiormente o en voz alta. No entiendo de qué sirve el que muchas personas digan de sí mismas:»¡qué burro soy!» o frases aún más negativas, cuando algo no ocurre como habían imaginado. De este modo, no producimos una energía positiva que podría ayudarnos a aprender de nuestros errores.
Si contemplamos los cristales de agua, enseguida comprendemos que, con palabras así, nos envenenamos. Ahora nos toca aplicar esta sabiduría en la vida y romper con nuestros hábitos, remplazando nuestros dogmas negativos por algo positivo. Esto nos impulsará a rejuvenecer. No quiero parecer moralista, no es necesario, el lenguaje del agua es claro, unívoco.
La vida no es tan complicada y todos llevamos en nosotros mismos esta sabiduría. Únicamente tenemos que redescubrirla. Los cristales de agua pueden ayudarnos en la búsqueda de nuestra propia verdad, pueden enseñarnos el camino.
Masaru Emoto & Jürgen Flieg