Oración del cuerpo
Ante todo, tranquilízate por medio de la percepción de sensaciones en las diversas partes de tu cuerpo… Agudiza esta toma de conciencia recogiendo incluso las sensaciones más sutiles, no sólo las más crasas y evidentes…
Ahora, muy suavemente, mueve tus manos y dedos de manera que lleguen a descansar sobre tu regazo, las palmas hacia arriba, los dedos juntos…
El movimiento debe ser muy, muy lento… imitando la apertura de los pétalos de la flor…
Y mientras realizas este movimiento, hazte consciente de cada una de sus partes…
Una vez que tus manos reposen en tu regazo, las palmas hacia arriba, percibe las sensaciones de las palmas… A continuación toma conciencia del gesto: es un gesto de orar a Dios, común a la mayoría de las culturas y religiones. ¿Qué significado tiene este gesto para ti? ¿Qué quieres decir a Dios por medio de él? Exprésalo sin palabras, únicamente identificándote con él…
Esta forma de comunicación no verbal que acabas de hacer se puede practicar en grupo y no requiere cambio alguno importante en la postura. Quizás te conceda saborear, en alguna medida, el tipo de oración que puedes practicar con tu cuerpo.
Presento a continuación algunos ejercicios que puedes realizar en la intimidad de tu habitación, donde puedes expresarte a tus anchas con tu cuerpo sin las dificultades de ser visto por otros.
Colócate de pie, erguido, con las manos colgando, relajadas, a los lados de tu cuerpo. Toma conciencia de que te hallas en la presencia de Dios…
A continuación, trata de encontrar alguna manera de expresarle, por medio de gestos, los sentimientos siguientes: « ¡Dios mío, me ofrezco enteramente a ti!»… Realiza este gesto muy lentamente (recuerda los pétalos de una flor que se abre), consciente plenamente de tus movimientos y asegurándote de que expresen tus sentimientos…
He aquí una manera de expresar la actitud de entrega:
Levanta las manos muy lentamente hasta que las tengas estiradas perfectamente delante de ti, los brazos paralelos al pavimento… Ahora gira lentamente tus manos de forma que las palmas miren hacia el techo, los dedos juntos y estirados… A continuación, eleva lentamente la cabeza hasta que te encuentres mirando al cielo… Si tienes los ojos cerrados, ábrelos con idéntica lentitud… Mira fijamente a Dios…
Mantén esta postura durante un minuto… A continuación, deja caer lentamente las manos hasta que recobren su posición inicial, flexiona la cabeza hacia adelante hasta que mire al horizonte. Cesa por un momento en la oración de ofrecimiento que has realizado sin palabras… y comienza de nuevo el rito… Realízalo tres o cuatro veces… o tantas cuantas te inspire la devoción…
Una alternativa al gesto que te he sugerido para expresar entrega:
Levanta tus manos como te he sugerido anteriormente, vuelve las palmas hacia arriba, los dedos juntos y estirados… A continuación junta las palmas de la mano formando un cáliz o copa… Acerca lentamente esa copa hacia tu pecho… Levanta lentamente tu cabeza hacia el cielo como he indicado antes… Mantén esta postura durante un minuto.
Otro modelo, éste para expresar deseo de Dios, saludo a él o a toda la creación:
Levanta las manos y los brazos hasta estirados totalmente delante de ti, paralelos al pavimento… Ahora ábrelos semejando un abrazo… Mira amorosamente hacia el horizonte…
Mantén esta postura durante un minuto; después vuelve a recobrar la posición inicial; descansa por un momento de hacer la oración que has realizado. Después repite el gesto tantas veces como quieras o tenga sentido para ti…
Los gestos que te he sugerido en el ejercicio son simples modelos. Trata de inventar tus propios gestos para expresar amor… alabanza… adoración…
O expresa algo que desees decir a Dios… Hazlo despacio y con la mayor gracia posible, de manera que se convierta en un movimiento lento de danza ritual…
Si te sientes desamparado e incapaz de hacer oración. si te encuentras sin recursos, expresa todo esto despojándote de tus ropas, postrándote en el suelo y extendiendo tus brazos en forma de cruz… esperando que Dios derrame sus gracias sobre tu forma postrada…
Cuando oras con el cuerpo das poder y cuerpo a tu oración.
Esto es particularmente necesario cuando te sientes incapaz de hacer oración, cuando tu mente se distrae, tu corazón se vuelve de piedra y tu espíritu parece muerto. Trata entonces de permanecer delante de Dios en posición muy devota, con las manos juntas delante de tu pecho, los ojos vueltos hacia él en mirada suplicante…
Algo de la devoción que expresas por medio de tu cuerpo se filtrará en tu espíritu y, probablemente, después de unos momentos te resultará más sencillo hacer oración.
Algunas personas encuentran, a veces, dificultades en la oración porque no aciertan a implicar a su cuerpo en ella; no saben introducir sus cuerpos en el templo santo de Dios. Dices estar de pie o sentado ante la presencia del Señor Resucitado pero en realidad estás derrengado en tu asiento o permaneces de pie en posición desaliñada… A todas luces, no estás aún poseído por la presencia amorosa del Señor. Si estuvieses plenamente pendiente de él lo notaríamos en tu cuerpo.
Quiero terminar con otro ejercicio que puedes practicar en grupo, al igual que el ejercicio relacionado con las palmas de tus manos:
Cierra los ojos. Logra la calma por medio de uno de los ejercicios de conscienciación…
Ahora levanta lentamente tu rostro hacia Dios… Mantén los ojos cerrados… ¿Qué estás expresando a Dios a través de tu rostro vuelto hacia él? Permanece con ese sentimiento o comunicación durante algunos momentos… Después percibe con la mayor agudeza posible, la posición de tu rostro… la sensación de tu rostro…
Pasados unos momentos pregúntate a ti mismo qué estás expresando a Dios por medio de tu rostro levantado y permanece así algunos instantes…
Anthony de Mello