Autorealización
El esfuerzo se activa en cuanto la motivación es intensa. A cada paso la libertad interior está más cerca. Van sobreviniendo destellos de claridad y sosiego, percepciones de orden superior que nos enriquecen, comprensiones profundas que son como un primoroso bálsamo para el espíritu.
Larga es la senda de la autorrealización… y tortuosa. Pero en la senda hacia el sosiego inefable, la mente va purificándose.
Destellos de claridad y sosiego
Se libera de apego, odio, ofuscación, dependencias y servidumbres; gana desasimiento, compasión, claridad y emancipación.
Poco a poco la mente se torna más libre y aprende a no depender tanto de los objetos del exterior o de los propios contenidos mentales; se va liberando del aferramiento y de la aversión y va superando muchas dependencias de todo tipo.
Surge una clase de satisfacción y de alegría que no depende tanto de las circunstancias o eventos externos, sino que encuentra su fuente en la propia interioridad y en el sentimiento de fecunda integración.
Los factores de liberación mental van acudiendo en auxilio del buscador, factores como la ecuanimidad, la energía, el contento interno o gozo, la claridad y otros.
Lo agradable no va despertando tanto deseo y servidumbre; lo desagradable no suscita tanta aversión y sufrimiento.
El ego comienza a no sobredimensionarse y ocupa su justa posición, con lo que cede el sentido personalista del «hacedor» y el afán de posesividad, la arrogancia y la codicia.
Se va despertando la aletargada dicha enraizada en uno mismo y la vida se enfoca de otra manera (no sólo como una frenética carrera hacia fuera, en busca de fama, prestigio, consideración o progreso externo).
Al haber menos deseos compulsivos y aversiones, la agitación mental comienza a ceder. Los obstáculos en el camino se van salvando, aunque aparecen aparentes retrocesos. La paciencia es una buena consejera.
Ramiro Calle
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