La respiración consciente
La respiración es un proceso fisiológico que produce una renovación constante de energía orgánica: viene a ser como una fabricación en cadena, automatizada, de energía.
Pero nuestra respiración suele adolecer de un doble defecto: no respiramos bien; y además la respiración que hacemos no la aprovechamos para reforzar nuestra energía mental, sino muy indirectamente, en la oxigenación con que se enriquece todo el organismo y también el cerebro.
Sin embargo, aunque nuestra afirmación parezca extraña a más de un lector, podemos convertir el ejercicio de la respiración en un poderoso revitalizador para la salud, y al mismo tiempo y, sobre todo, en una fuente inexhausta de energía para nuestra mente consciente.
El requisito principal y básico es respirar de un modo consciente. No como se enseña en las sesiones de gimnasia, de forma más o menos forzada, sino limitándose sólo a seguir el movimiento respiratorio normal, apoyándolo conscientemente para que la respiración sea profunda, pero sin forzar nada los pulmones. Pues toda presión violenta del aire sobre los alvéolos pulmonares corre el peligro de lesionarlos. Lo verdaderamente importante en el ejercicio respiratorio, y en lo que aquí hacemos hincapié, es la cantidad, la intensidad, la luminosidad de la atención que se centra sobre el proceso respiratorio.
Respiración y estado de ánimo
La respiración es todo un mundo. Está estrechamente relacionada con nuestro estado de ánimo, con el tipo de ideas que predominan en nuestra mente en un momento dado, y con el estado de relajación y contractura muscular que mantenemos. Por ejemplo, podemos comprobar experimentalmente que cuando sentimos miedo, nuestra respiración es distinta que mientras estamos alegres; el miedo, la angustia, la impaciencia, etcétera, nos impiden respirar bien, con amplitud.
Pero no es sólo esto. Quien adopta una actitud más o menos permanente de miedo, la persona que no se atreve a enfrentarse con el mundo, que teme a la gente por creer que se reirán de él -miedo al ridículo-, por exagerado sentimiento de su debilidad, etc., y que debido a ello se aísla, tiene una inhalación de aire pequeña, restringida, inhibida, como su actitud psicológica. Por el contrario, la persona agresiva y lanzada presenta una respiración brusca y forzada con muchas retenciones interiores.
Cuando estamos concentrados con intensidad sobre algo, disminuimos nuestro ritmo respiratorio y la respiración se hace superficial; en los momentos de máxima concentración retenemos el aire dentro, sin respirar. Si nos preparamos para algo difícil, inhalamos e instintivamente guardamos el aire dentro unos segundos, tanto si se trata de un esfuerzo físico, como levantar un objeto pesado, o de hacer algún esfuerzo violento, como tomar alguna determinación que requiera mucha energía o dominio de uno mismo, por ejemplo, al realizar una visita difícil en el momento de entrar o de llamar a la puerta. Entonces el acto instintivo de inhalar y retener el aire dentro unos momentos nos hace recobrar los ánimos y reunir la decisión necesaria.
Recoger energía
Inhalar es recoger energía, acumularla; retener el aire dentro es reforzar la conciencia de nuestra fuerza interior; expulsar el aire es descargarse, vaciarse, aflojar energéticamente, quedando sin aire, enteramente indefensos.
- Los principales tipos de respiración con sus efectos más importantes son los siguientes:Para hacer una buena respiración, lo primero que debe hacerse es tener los pulmones del todo vacíos. Si queda algo de aire, como es lo ordinario, hay que expulsarlo enteramente. Entonces la inhalación profunda vendrá de modo natural, sin necesidad de esfuerzo alguno.
- Tanto la inspiración como la espiración deben efectuarse siempre por la nariz. Dos razones lo aconsejan. Una de orden puramente fisiológico: si se inspira por la nariz y se echa el aire por la boca, por la nariz sólo pasa el aire que viene del exterior, siempre más frío que nuestra temperatura, con lo que se constipan fácilmente las mucosas nasales. Mientras que si inhalación y exhalación se hacen por la nariz, se produce una corriente alterna fría y caliente, la primera que entra y la segunda que sale, con lo que no sólo se evita el constipado nasal, sino que incluso está comprobado que en pocos minutos de este tipo de respiración desaparece cualquier congestión nasal que pueda existir. Para ello basta con que al hacer salir el aire se haga muy lentamente y procurando sentir el aire caliente que pasa por la nariz hacia afuera. La segunda razón no se justifica por la fisiología occidental, pero sí por la fisiología esotérica hindú. Según ella, cuando inspiramos, no sólo inhalamos aire puro cargado de oxígeno, sino una energía que existe en el ambiente, a la que ellos denominan prana, y el paso de la doble corriente de prana por las fosas nasales produce una estimulación de la hipófisis.
Respiración completa
Teniendo los pulmones enteramente vacíos, se inspira el aire de modo natural, apoyando el movimiento inspiratorio con la atención de forma que, según se van llenando los pulmones, no se dilaten lateralmente, sino hacia abajo, presionando el diafragma y empujando el abdomen, hasta que la parte inferior esté llena de aire. Se inspira, pues, primero por la parte abdominal. Entonces se sigue inspirando haciendo circular el aire hacia arriba hasta que la parte media de los pulmones y luego la alta estén sucesivamente llenas.
Luego, una vez henchidas de aire las cavidades pulmonares, se va espirando pero en el mismo orden que ha entrado, hasta quedar de nuevo sin nada de aire. Todo este movimiento respiratorio debe efectuarse con la mayor suavidad, sin presionar con violencias la inhalación de aire, ni expulsarlo repentinamente. La mente se limita a seguir y apoyar en la dirección indicada el curso del aire, no acelerando ni retrasando la respiración normal. De todos modos siempre resultará más lenta esta respiración completa que la que solemos practicar ordinariamente.
Repetimos que tanto en éste como en cualquier otro tipo de respiración, lo importante es la atención mental al acto respiratorio. Con la respiración completa se produce un aumento notable de energía. Sobre todo, si se retiene dentro el aire durante unos 4 o 5 segundos, siendo conscientes de la sensación de estar por dentro llenos de aire, pensando, sintiendo, dándose cuenta de que aquello es energía; luego expulsar el aire lentamente por la nariz.
Es una técnica de resultados excelentes para producir una estimulación general y poderosa del estado de ánimo que surte efectos inmediatos, y que podemos utilizar siempre que necesitemos aumentar nuestra energía actual. Repetimos que basta una inhalación profunda, luego la retención consciente, y la exhalación suave por la nariz.
Respiración alta
La respiración alta es mucho más superficial: se efectúa sólo con la parte superior de los pulmones, de modo que el aire no llena del todo las cavidades pulmonares. Es la que más solemos hacer cuando no nos damos cuenta.
Tiene un efecto simpático-tónico, cuando se practica conscientemente sintiendo entrar el aire, produciendo una tonificación general, aunque sin los efectos confortadores físicos y mentales de la respiración completa.
Respiración abdominal
Consiste en respirar sólo con la parte inferior de los pulmones, haciendo bajar o subir el diafragma, que presiona sobre el abdomen: coincide por lo tanto con la primera parte de la completa, sin seguir adelante. Como es difícil practicarla, damos algunas instrucciones que la facilitarán.
Conviene al principio colocarse tendidos en el suelo, boca arriba y con las piernas flexionadas de modo que las rodillas queden más altas, tal como solemos ponernos espontáneamente cuando subimos una montaña y nos tendemos en el suelo para descansar. A los pocos momentos de adoptar esta postura, aunque no lo procuremos, empezaremos a respirar automáticamente más bien con el vientre, sin levantar las costillas. Precisamente por eso tendemos por instinto a adoptar dicha postura cuando nos encontramos muy fatigados, porque facilita la respiración abdominal, que es la que más descanso proporciona.
Es también éste el tipo de respiración que efectuamos mientras dormimos. Un detalle muy interesante es que la condición principal para que se produzca una respiración abdominal perfecta es que la región lumbar de la columna vertebral esté en línea recta con el resto de la espina dorsal. La curvatura que esta región adopta cuando estamos de pie o sentados impide la buena respiración abdominal; por el contrario, estando echados boca arriba y con las rodillas dobladas, la espalda descansa enteramente en el suelo y desaparece, por tanto, dicha curvatura, lo que facilita este tipo de respiración abdominal.
El efecto principal de esta clase de respiración es, como queda dicho, tranquilizador. Cuando se respira abdominalmente se induce en el cuerpo y en el psiquismo una laxitud y una acción sedante que calma rápidamente los estados de excitabilidad y deja una sensación general de profundo descanso. Tiene en el organismo un efecto vagotónico. Es, por lo tanto, aconsejable efectuar varias respiraciones abdominales siempre que uno se encuentre muy cansado o cuando tenga que enfrentarse con una situación difícil y quiera tranquilizarse.
Antonio Blay