I.-
Un discípulo recién llegado preguntó a otro con mayor experiencia:
«¿Por qué tengo la sensación de que el vivir con el Maestro no me sirve de mucho?»
«Puede que sea porque has venido a aprender su espiritualidad. . .»
«¿Y a qué demonios viniste tú, si puede saberse ?»
«A ver cómo se ataba las correas de sus sandalias».
II.-
Era un gozo contemplar cómo el Maestro realizaba los actos más sencillos, desde sentarse o pasear hasta tomar una taza de té o espantar una mosca. Hiciera lo que hiciera, evidenciaba una gracia especial que le hacía parecer en perfecta armonía con la naturaleza, como si sus actos no fueran realizados por él, sino por el Universo.
En cierta ocasión le entregaron un paquete, y los discípulos, embelesados,estuvieron contemplando reverentemente cómo desataba la cuerda, abría el embalaje y extraía el contenido como si el paquete fuera una criatura viva.
III.-
«Algún día comprenderás que andas buscando lo que ya posees», le dijo el Maestro a un discípulo que se tomaba las cosas con mucha intensidad.
«¿Y por qué no lo veo ya?»
«Porque intentas verlo».
«¿No debo, pues, hacer esfuerzos?»
«Si te relajas y le das tiempo, ello mismo se te revelará».
Anthony de Mello
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