El control de la palabra viene precedido por el de la mente.
Cuando en la mente hay desorden, en la palabra hay desorden e imprecisión;.
Cuando en la mente hay venenos, las palabras destilan venenos y la lengua se convierte en un estilete para herir a los otros.
El dominio sobre la palabra es muy importante
Con ella podemos arruinar muchas vidas, generar mucha desdicha, sembrar discordia, crear alteraciones y malentendidos, difamar y calumniar, en suma, no sembrar sosiego, sino insuperables tensiones.
El que aprende a controlar las palabras no es dado a engañar a sabiendas ni a adulterar los hechos, ni se pierde en chismorreos de comadres, ni utiliza las palabras con acritud o despotismo. No es mordaz al hablar, evita la ironía hiriente, no censura por censurar, no difama, no se extravía en términos violentos o groserías, no incita con sus palabras a crear conflictos y equívocos entre las personas.
Habla con precisión y cordura, se ajusta a los hechos, utiliza palabras cariñosas y amables, siembra concordia con sus sabias frases y sabe hallar la palabra amorosa para ayudar a los otros.
Ramiro Calle
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