I.-
Cuando alguien se jactó de los logros económicos y culturales de su país, el Maestro, completamente impávido, le preguntó: «Y todos esos logros ¿han producido algún cambio en los corazones de tus compatriotas?»
Y contó el caso de aquel hombre blanco que, capturado por los caníbales y conducido ante el jefe de la tribu antes de ser asado vivo, comprobó asombrado cómo el cacique hablaba el inglés con perfecto acento de Harvard.
«Los años que pasó usted en Harvard», le preguntó el hombre blanco, «¿no sirvieron para cambiarle en nada?».
«Por supuesto que sí», respondió. «Sirvieron para civilizarme: una vez que usted haya sido asado, me vestiré para cenar y usaré cuchillo y tenedor».
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II.-
El Maestro no dejaba de recordar a la gente que vivían como si fueran robots: «¿Cómo podéis llamaros ‘humanos’ cuando todos vuestros pensamientos,sentimientos y acciones brotan mecánicamente, no de vosotros mismos, sino de vuestros condicionamientos?».
«¿Y hay algo que pueda acabar con los condicionamientos y liberarnos?», preguntaron los discípulos.
«Sí, la consciencia».
Y, como si lo hubiera pensado mejor, añadió: «. . . y la catástrofe».
«¿La catástrofe?»
Sí. Y les contó la siguiente historia:
«El barco de un inglés muy inglés naufragó en mitad del océano. Tras nadar junto a otro inglés durante toda una hora, al fin consiguió liberarse de su condicionamiento. . . ¡Habló al otro. . . ¡sin haberle sido presentado!»
«¿Y qué le dijo?»
«Le dijo: ‘Perdóneme por dirigirme a usted sin haber sido presentados, pero… ¿Sabe usted si es éste el camino para Southampton?’».
Anthony de Mello
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