Adicción a las ideas

Ideas

Un hombre que se tenía por muy aventajado espiritualmente fue a visitar al maestro y le dijo:

– Estoy espiritualmente muy avanzado, pero necesito alguna última instrucción metafísica para acceder al supremo conocimiento. Acéptame como discípulo. El maestro le miró por unos instantes, en silencio, y luego le preguntó:

– Ya que has obtenido tanto avance espiritual, ¿qué es para ti lo real?

– Es obvio, maestro. Todo es fenoménico y, por tanto, insustancial y vacuo. La última realidad es el vacío. En ese momento el mentor propinó una bofetada al hombre que, encolerizado, se abalanzó hacia él para golpearle.

– Serénate, buen hombre – dijo el maestro en tono conciliador -. Si todo es vacío, ¿de dónde surge este ataque de cólera?

El hombre se quedó abochornado, sin saber qué responder.

Comentario

Nadie libera su mente de la ofuscación, la avidez y el odio, y halla la paz interior, mediante conceptos e ideas.

Nadie sacia su sed mediante la idea del agua, sino bebiendo directamente este líquido. Pero todos tenemos una rara adicción a las ideas, los conceptos y las discusiones metafísicas. Todo ello forma también parte del autoengaño.

Hablamos de serenidad desde la inquietud; nos referimos al amor desde el rencor; nos deleitamos hablando de tolerancia y somos intransigentes.

Si el mentor de nuestra historia pudiera someter a dicha prueba a muchos de los denominados maestros de masas o floridos predicadores, también éstos serían desenmascarados. Nada tienen que ver la erudición y la habilidad intelectual o el sabio manejo del idioma con la experiencia interior transformadora.

Unos dicen que tienen sabiduría y carecen de ella; otros no afirman tenerla, pero la poseen.

Ramiro Calle

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