I.-
«¿Qué es una persona feliz?», preguntó el discípulo.
«La que no tiene recursos ni esperanzas. . . ni desea tenerlos», respondió el Maestro.
II.-
El Maestro no permitía que ninguna afirmación sobre Dios quedara sin discutir, porque, aunque todas ellas eran expresiones poéticas o simbólicas de lo Incognoscible, sin embargo, la gente cometía el absurdo de considerarlas como descripciones literales de lo divino.
Cuando el predicador dijo: «Todo lo que sé de Dios es que es sabio y bueno», el Maestro le interpeló: «Entonces, ¿por qué permanece inactivo frente al mal?».
Y respondió el predicador: «¿ y yo qué sé? ¿Te has creído que soy un místico?». Más tarde, el Maestro contaría a sus discípulos esta parábola judía:
Dos hombres bebían té en silencio. Al cabo de un rato, uno de ellos dijo: «La vida es como una taza de sopa templada».
«¿Como una taza de sopa templada…?», preguntó el otro. «¿Y por qué?».
«¿Y yo qué sé? ¿Te has creído que soy un filósofo?».
Anthony de Mello
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