El símbolo de Dios
Escoge un símbolo de Dios: algo que para ti simbolice a Dios del mejor modo posible: el rostro de un niño, una estrella, una flor, un lago tranquilo… ¿Qué símbolo has escogido?… Toma tiempo para hacer la elección…
Cuando hayas escogido el símbolo, colócate de pie, reverentemente, ante él…
¿Qué sientes cuando miras fijamente este símbolo?
Dile algo…
Ahora imagina que te responde…
¿Que es lo que dice?…
Conviértete ahora en el símbolo…
y, una vez te has convertido en él, mírate a ti, que sigues de pie, reverentemente… ¿Qué sientes cuando te ves desde el punto de vista y actitud de este símbolo?…
Vuelve ahora a ti mismo, de pie junto o frente al símbolo…
Permanece durante algunos momentos en contemplación silenciosa… Después despídete de tu símbolo… Emplea un minuto o dos en la despedida, abre los ojos y pon fin al ejercicio.
Generalmente, cuando finaliza este ejercicio, suelo invitar a los miembros del grupo a compartir con los demás lo que han experimentado durante la fantasía. Con frecuencia realizan descubrimientos sorprendentes acerca de sí mismos, de Dios, de su relación con él.
Anthony de Mello
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