Comunicación con Dios por la respiración
Oración devota y oración intuitiva
En repetidas ocasiones he distinguido entre oración y contemplación. Es posible también expresar esta distinción hablando de dos tipos de oración, la de devoción y la intuitiva.
La oración intuitiva coincidiría aproximadamente con lo que yo llamo contemplación. La oración devota con lo que denomino oración. Ambas formas de oración llevan a la unión con Dios. Cada una de ellas se acomoda mejor a las necesidades de unas personas que de otras. Incluso una misma persona puede comprobar que la misma forma de oración se adapta mejor a sus necesidades en unos momentos que en otros.
La oración de devoción está, también relacionada íntimamente con el corazón. En efecto, una oración que se limitase a la mente dejaría de ser oración. Serviría, a lo sumo, de preparación a la oración. Incluso en el plano puramente humano no existe comunicación personal genuina si no está dotada, al menos en grado mínimo, de comunicación cordial, de una dosis, aunque sea pequeña, de emoción. Si la comunicación, la participación de pensamientos, carece por completo de emoción, puedes estar seguro de que está totalmente ausente la dimensión personal, íntima. En tal caso no hay una comunicación que lleve a la intimidad.
Voy a presentarte una variante del ejercicio anterior; hará al ejercicio más devoto que intuitivo. Observarás, sin embargo, que el contenido de pensamiento es mínimo; de esta manera, el ejercicio puede pasar fácilmente de lo devoto a lo intuitivo, del corazón al Corazón. De hecho, será una combinación equilibrada de lo devoto y de lo intuitivo.
Hazte consciente de tu respiración durante un momento…
Reflexiona sobre la presencia de Dios en la atmósfera que te rodea… Reflexiona sobre su presencia en el aire que respiras… Sé consciente de su presencia en el aire que aspiras y expiras… Observa lo que sientes cuando tomas en cuenta su presencia en el aire que aspiras y expiras…
Ahora exprésate con Dios. Pero hazlo sin emplear palabras
Con frecuencia, cuando nos expresamos por medio de una mirada o de un gesto, la expresión es más intensa que a través de las palabras. Expresa a Dios diversos sentimientos por medio de la respiración, sin palabras. Expresa, en primer lugar, un gran deseo de él. Sin que medie palabra alguna, mentalmente, dile: “¡Dios mío, tengo ansias de ti…!” Para ello, sírvete de tu respiración. Quizás puedas expresado respirando profundamente, inhalando más profundamente…
Trata ahora de expresar otra actitud o sentimiento, el de confianza o entrega.
Sin emplear palabras, con tu respiración, dile: “¡Dios mío, me entrego por completo a ti…!” Quizás desees dar a entender estos sentimientos poniendo énfasis en la exhalación, respirando cada vez como si suspirases profundamente. Cada vez que expiras, siente que te entregas por completo en las manos de Dios…
Ahora escoge otras actitudes ante Dios y exprésalas por medio de tu respiración. Amor… Proximidad e intimidad… Adoración… Agradecimiento… Alabanza…
Si te fatiga este ejercicio, comiénzalo de nuevo y reposa tranquilamente teniendo en cuenta que Dios te envuelve y está presente en el aire que respiras… Cuando notes que te distraes, pasa a la segunda parte de este ejercicio y trata de expresarte a Dios sin emplear palabras…
Anthony de Mello
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