En la senda del autoconocimiento, es necesario el examen de la mente. Cuando comenzamos a indagar en ella, descubrimos hasta qué punto puede ser una locura. Pero como nadie puede vivir sin mente, la única alternativa es esclarecerla y ordenarla.
En el contenido mental descubriremos cosas que no nos van a gustar: insinceridad, odio, codicia desmedida, egoísmo atroz, y otras.
Un cementerio…
Descubriremos también hasta qué punto la mente es un cementerio donde se van acumulando cadáveres, pero que a diferencia de los muertos, siguen operando desde la oscuridad y condicionándonos.
La mente arrastra, perpetúa, acarrea… Se ha vuelto en muchas personas un ropero viejo, con prendas apolilladas y malolientes, que uno no se decide a arrojar al cubo de la basura.
La mente sigue recordando aquel desprecio que hace años nos hizo una persona o aquella deslealtad de un amigo o aquella dolorosa ruptura sentimental o la bofetada que el profesor nos propinó en el colegio.
Los cadáveres danzan en el trasfondo de la mente y el pasado condiciona el presente y a su vez proyecta el futuro. Pero para que algo pueda tomarse, algo debe dejarse. Como afirma una instrucción: «Todos los días debes olvidar algo, todos los días algo debes aprender».
Superar memorias negativas
Las memorias negativas nos causan desasosiego y sufrimiento. Aunque ha sido muy repetido, no deja de ser hermoso y significativo el aforismo de Tagore: «Si lloras porque se ha marchado el sol, no podrás contemplar las estrellas».
La meditación es una práctica extraordinaria para enfocar el presente y superar las memorias negativas.
No quiere decir que te olvides de tu nombre o de la dirección de tu casa, no, sino que las memorias psicológicas no invadan tu mente y sigan actualizándose en ti como si en el presente esos hechos se estuvieran produciendo.
Ramiro Calle