La diferencia entre dolor y sufrimiento

Dolor y sufrimiento

A veces me preguntan por la diferencia entre dolor y sufrimiento. El dolor es una sensación corporal que percibes en un momento dado. El sufrimiento se extiende en el tiempo, y debe ir acompañado de alguna historia en torno al dolor. La historia, evidentemente, puede tener infinitas líneas y giros argumentales —quién causó el dolor, por qué, cuándo, cómo, el aspecto metafísico de ello—, pero las particularidades de la historia sólo sirven para distraer y resistirse al dolor mismo.

La mayor parte de la gente no está dispuesta a renunciar a la inversión realizada en su sufrimiento mental y emocional. Si estás dispuesto a dejar de sufrir, lo que significa detener la historia sobre el dolor, puedes experimentarlo tal como es. Puedes experimentar con mente abierta lo que antes considerabas indeseable, porque la mente ya no está cerrada en torno a alguna idea sobre la experiencia. La mente está abierta. Ha abandonado toda definición.

La verdad de tu ser

Cuando lo afrontas con mente abierta, el dolor, como todo fenómeno, revela la verdad que está en su núcleo. El sufrimiento es la contracción mental, emocional y física en torno al dolor, a la historia, a la justificación, a la culpa, a sentimentalizar y dramatizar el dolor. Cuando estás dispuesto a experimentar simple y directamente cualquier tipo de dolor, aunque sólo sea por un instante, descubres que la esencia del dolor es inteligencia, claridad, alegría, paz, ¡la esencia misma de la dicha! La verdad de tu ser se revela incluso en medio del dolor, y el dolor se revela como otro vehículo de la verdad. Cuando prestas atención a la historia del dolor, pasas por alto este vehículo y echas a perder el regalo potencial del dolor.

El poder de elegir

Quiero dejar muy claro que aliviar el dolor es natural y apropiado. La medicación, el abrazo de los seres queridos, la comunión con la naturaleza, el poema de la música y el arte…, todos ellos pueden usarse para aliviar el dolor. Ninguno de ellos es un problema. El problema es que no llegas a reconocer la posibilidad de elegir afrontar el dolor, de detener la resistencia al dolor. En general, desconoces que tienes la libertad de detenerte y afrontar últimamente lo que te está atormentando, en cualquier aspecto. La falta de reconocimiento de esta opción te mantiene atado al papel de víctima de alguna fuente de tortura. La sorpresa que te espera al hacer esta elección es el descubrimiento de lo que está vivo y esperando en el corazón de cada cosa: la conciencia amplia, el amor, eso que lo cura todo, incluso la muerte.

Rendirse

¿Quién sabe qué dolor entrará en su vida? Lo cierto es que todos experimentamos dolores de un tipo u otro. Si has vivido la experiencia de rendición en el momento en que surge el dolor, de abrir tu mente al dolor, sea físico, emocional, personal o del mundo, has descubierto una sabiduría secreta. Este descubrimiento te permite dejar de preocuparte por tu dolor personal, por lo que habrá un llanto menos, un jadeo menos, un grito menos del tipo «¿y qué pasa conmigo?».

Uno menos

¡Qué alivio! Este «uno menos» es importantísimo, porque cuando la historia del dolor personal deja de predominar, puedes experimentar dolores que no sabías que existían —el dolor de tu vecino, el de tus padres, el de tus hijos, el dolor del universo—, y con ello no estás declarando la guerra a lo doloroso, ni escondiéndote del potencial dolor futuro. Estás viviendo una vida abierta a encontrarte con lo que está aquí. De este modo, el dolor, como cualquier otra experiencia, merece tu respeto, pues no es en nada diferente de la verdad misma.

Gangaji

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